Perdón por el título de este post, por lo obvio y lo fácil, perdón. Pero me está ocurriendo una cosa muy curiosa en estos días y es que cada vez que veo a Esperanza Aguirre sonrío. Que yo sonría viendo a la presidenta de mi comunidad era hasta ahora algo impensable…hasta que llegó Mr. Adelson (cuya cara de por sí es para sonreír) y a la presidenta se le puso cara de Pepe Isbert, y no me digan que no es gracioso. Al principio daba un poco de vergüenza todo el asunto, pero en cuanto se desinhibe una y, sobre todo, en cuanto se recuerda a Manolo Morán y a Pepe Isbert en ‘Bienvenido Mr. Marshall’, se acabaron las penas. Porque sí, somos pobres, pero a reírnos de nosotros mismos no nos gana nadie. Al principio dolía un poco darse cuanta de que aquella España que refleja el film de Berlanga, aquella España pobre, cutre, inculta y humillada, era algo que habíamos superado. Pero enseguida aparece la sonrisa y se van las penas. Esa España ha vuelto y se acabó el alicatado hasta el techo, el AVE a mil por hora, los auditorios de Moneo en un pueblo de 500 habitantes o los aeropuertos para que paseen los viandantes.¡Ala, Adelson nos ha devuelto a la realidad!
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