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Feminismo: el regreso a los 70

Siempre me he considerado hija tardía de la Segunda Ola feminista(aunque ahora la conozcamos por la tercera, en mi época era la Segunda). Tardía porque a España, debido al franquismo, llegó más tarde que al resto de los países en los que influyó de manera fundamental. El bagaje teórico de esa ola me ayudó a definirme y me dio las herramientas teóricas y prácticas para encontrar mi lugar en el mundo. Leí, milité, escribí y pensé, gracias a lo que me enseñaron las feministas de los años 70 fundamentalmente.

Luego la ola pasó y vinieron otras olas y otras feministas. Otras maneras de explicar el mundo, de enfrentarse al patriarcado y de ser feminista. Como siempre maneras diversas y nunca únicas porque el feminismo -desde luego tampoco el de la Segunda Ola- ha sido nunca único y, en cuanto se ve con perspectiva es posible apreciar que la diversidad es riqueza y nunca límite, aunque -curiosamente- en cada momento histórico se discuta cual es el verdadero feminismo. La falta de curiosidad intelectual conduce a no mirar hacia atrás para poder comprobar de qué manera lo que entonces era «malo» hoy es aceptado por todo el mundo y cómo algunos de los cambios que encontraron más resistencia en su momento, hoy se deslizan con facilidad por todos los feminismos (sí, ya sé que sólo hay uno…ejem)

En todo caso, esos cambios profundos que sufrió el feminismo nos enseñaron cosas, pensamos nuevas maneras de ser feminista, de pensar en el patriarcado, de luchar: nos pusieron por delante nuevos retos, nuevos objetivos, surgieron con fuerza nuevas y potentes corrientes, otras se fueron apagando. Sin embargo, sin renegar en absoluto de lo nuevo, siempre pensé (y dije) que la Segunda Ola lo dijo casi todo. No porque cualquier tiempo pasado sea mejor, sino porque fue un momento de una riqueza teórica enorme, que lo abarcó casi todo y que plantó unas raíces indestructibles. Habrá otros árboles, habrá otras flores, pero las raíces están ahí.

Vinieron tiempos en los que las antiguas definiciones, las definiciones que yo solía utilizar para referirme a mi propia identidad feminista, ya no valían. No me importó. Quien no entiende que cada tiempo trae sus propias definiciones, sus vanguardias, sus activismos, sus preocupaciones… está teóricamente muerta. Leí lo nuevo, aprendí mucho, me emocioné con la Cuarta ola…Y de repente, hace poco me di cuenta que la Segunda Ola estaba volviendo y que volvíamos a hablar de lo mismo. Esto no significa que no tengamos nada nuevo que decir, obviamente; lo que se dice/piensa/escribe ahora se hace utilizando conceptos nuevos, experiencias que no son las mismas, haciendo referencia a un mundo diferente, pero desgraciadamente el orden de género no ha desaparecido, ni el patriarcado, aunque haya cambiado.

Últimamente, por ejemplo, vuelvo a leer y a escuchar sobre el lesbianismo político. Se lo leo a la gran Irantzu Varela, y me hace mucha ilusión. Hace tiempo que yo ya no decía de mí misma que me identificaba con el lesbianismo político. Dejé de decirlo cuando dejó de entenderse. Parece que vuelve a tener sentido, me alegro. Estoy leyendo libros nuevos en los que se cita a teóricas que me iluminaron pero que habían desaparecido de nuestros radares: Kitzinger (The Social Construction of Lesbianism) Marilyn Frye, Tamsin Wilson (¡Cómo me gustó su (des)orientación sexual!) Firestone…Se están publicando a Juliett Mitchel, a Christine Delphy… Se publican libros que vuelven a hablar de la heterosexualidad normativa como un pilar del patriarcado (¡bien!), libros que vuelven a trabajar de manera intensa lo que tiene que ver con el trabajo reproductivo (no sólo con lo que llamamos «cuidado», va más allá) Volvemos a cuestionar la familia y a pronunciar esa frase «abolición de la familia».

El feminismo de los 70 (y mucho antes Simene de Beauvoir) afirmaron que la pregunta clave del feminismo es la de ¿qué es una mujer?. Y dieron respuestas diferentes, como expliqué aquí: ¿Qué es una mujer? Si hay algo que me puede gustar de este revival es que, al menos, regresan también las grandes preguntas y las respuestas cada vez más complejas. Eso me gusta. Espero que vivamos un momento en el que las simplezas, los libros de divulgación feminista que han llenado las estanterías, sean valorados en eso, por ser de divulgación, pero no sean, nunca más, tomados por tratados teóricos. Especialmente ¡vuelve el feminismo anticapitalista! y, afortunadamente, queda como lo que es el feminismo neoliberal que se ha querido hacer pasar por el «único» feminismo. Aquello que es equiparable al neoliberalismo progresista, el feminismo de Hillary Clinton que tan bien define Nancy Fraser.

Y, volvemos también, para bien y para mal a las «guerras del sexo». Para bien porque aparecen nuevas maneras de enfrentar y pensar asuntos cruciales para el mantenimiento del patriarcado y para mal porque seguimos sin abrirnos a los matices y volvemos a los absolutos y al trashing (algo así como «destrozar» «echar basura encima»), como lo llamó Jo Freeman en 1976 cuando denunció que el movimiento feminista padecía de «una enfermedad social» que consistía en atacarse unas a otras: «como un cáncer, los ataques se extendieron desde las que tenían reputación a las que eran meramente fuertes; desde las que eran activas a las que sólo tenían ideas; desde las que se destacaban individualmente a las que no lograban adaptarse lo suficientemente rápido a los giros y vueltas de una línea siempre cambiante«…

El trashing condenó a la propia Freeman o a Firestone, que nunca se recuperó. En un discurso de 1970 Aselma Dell Olio denunció «la ira de las mujeres, disfrazada de radicalismo seudoigualitario bajo la bandera «promujer» que se estaba convirtiendo en un «fascismo antiintelectual de izquierdas terriblemente despiadado«. Después, una feminista que ahora también se recupera, Ti-Grace Atkinson declaró: «La sororidad es poderosa. Tan poderosa que mata. En su mayoría mata a hermanas «(todo esto lo he sacado del un libro recién publicado de Susan Faludi «Espacios sin Aire», que recomiendo encarecidamente).

Sorprendentemente (o no) este revival incluye la misma ferocidad en la manera de relacionarnos. Parece que no podemos librarnos de ella. Supongo que es humana y que no ocurre sólo en el feminismo. Mirar con perspectiva ayuda a relativizar.
Dejó por aquí un artículo (larguísimo) si te interesa la aproximación política al lesbianismo Yo estoy contenta de poder volver a pensarlo al menos.

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¿Qué es una mujer?

Esta es una pregunta trampa que le hacen periódicamente a Irene Montero con la única intención de generar un poco de ruido por las redes. Sin embargo, si es una pregunta plausible es porque, en realidad, no es fácil de responder. Por una parte todo el mundo sabe lo que es una mujer; es decir, hay una definición que suponemos compartida (aunque no sea así) por la mayor parte de la humanidad. Pero, por otro lado, parte de esa definición, o toda, lleva siglos puesta en cuestión por algunas corrientes de pensamiento, especialmente feministas; hay filósofas que han dedicado obras monumentales a responderla. En Carta de una mujer indignadaWassyla Tamzaly, por ejemplo, una mujer que reivindica el feminismo ilustrado frente a, digamos, el feminismo posmoderno, escribe que la pregunta “¿qué es una mujer?” es la pregunta fundamental que ha llevado al feminismo a hacer frente al orden patriarcal. Esa pregunta, radical y política, dice, es la única capaz de sacarnos del caparazón del sistema patriarcal. Es obvio que si la respuesta a esta pregunta fuera “una persona con vagina” o una “hembra de la especie humana”, la pregunta no tendría ningún sentido.
Seguir leyendo: Pikara

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Apariciones en medios

Curso Desigualdad, Cooperación y Desarrollo

Se ha celebrado el 25 aniversario del curso Desigualdad, Cooperación y Desarrollo y con motivo de dicho aniversario me entrevistaron para el módulo de «Sujetos excluidos», donde hablé de feminismo.
Aquí el enlace a mi entrevista:
https://www.youtube.com/watch?v=CvvsXQ4uoJc

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Guerra y feminismo

Este no es un artículo sobre la guerra, sino una breve reflexión sobre los vínculos del feminismo con el pacifismo. Hay en estos días muchos artículos sobre las mujeres y la guerra, discusiones acerca de si las mujeres somos más o menos pacíficas que los hombres, sobre el papel que han jugado las mujeres (y juegan) en las guerras etc

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El feminismo no se detiene

Estamos ante un 8 de marzo extraño y diferente, como lo ha sido todo en este año. Sin poder salir a la calle, como hacemos siempre, sin poder demostrar que seguimos ahí y con las mismas ganas, o más, de cambiarlo todo. Decía el otro día una amiga que habría que ver cuánto de los desacuerdos que a veces parecen separarnos tiene que ver con no poder vernos, con no poder discutir cara a cara, reírnos, irnos de cañas después de las reuniones; porque la militancia se hace en común y eso lleva más de un año detenido.

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Ha ganado el feminismo y el mural se queda

Escribimos este artículo a propósito de la lucha vecinal sostenida y ganada para mantener el mural feminista de Ciudad Lineal, en Madrid. Nuestra intención es explicar por qué ha sido importante esta victoria y también debatir con quienes, desde espacios amigos, minusvaloran este logro por simbólico. Decía Quique Peinado en este artículo que Almeida se había salido con la suya al imponer el marco y que el mural es un asunto menor en comparación con otras cosas más importantes. “Los símbolos no dan de comer. No nos cuidan, no mejoran las condiciones materiales de nadie. Si lo que debe buscar la izquierda es lograr la emancipación de cualquier colectivo desfavorecido u oprimido, la mejor manera es batallar por mejorar sus condiciones materiales”. Después se publicó el artículo de Nuria Alabao en una línea parecida aunque más matizada.

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La pandemia y la post pandemia tienen sexo

Por lo general y por desgracia las crisis no arreglan las desigualdades sino que las hacen más visibles y, a menudo, las agrandan. Por eso, entre otras cosas, para el feminismo esta crisis sanitaria, social y económica es un aldabonazo que debe requerir mucha de nuestra energía, porque si no la afrontamos con perspectiva de género y si no peleamos porque cada una de las medidas que se tome tenga en cuenta el impacto en la desigualdad previa, nos vamos a encontrar con un aumento espectacular de la misma y una peligrosa erosión de nuestros derechos. También suele decirse que toda crisis conlleva una oportunidad pero, para que lo sea, creo sinceramente que las feministas debemos empeñarnos en ello y recuperar una cierta unidad de acción y un replanteamiento de la agenda inmediata. Si hablamos de derechos de las mujeres hablamos también de justicia social para toda la población y, para ello, para salir con más justicia social del periodo de la post pandemia el feminismo es una herramienta imprescindible que ofrece importantes aportaciones teóricas y políticas capaces de explicar el mundo que vivimos y también el que necesitamos. El feminismo tiene capacidad para explicar las crisis en las que nos vamos a ver inmersos quizá porque, en realidad las mujeres siempre hemos estado en crisis, aunque únicamente cuando éstas afectan a la mayoría de los hombres, se consideran como tales.

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El feminismo y la extrema derecha

Está más que claro que el feminismo se ha convertido en uno de los principales enemigos de la extrema derecha en todo el mundo. De hecho, no es exagerado afirmar que existe una internacional antifeminista que se articula alrededor de la lucha contra el derecho al aborto en todo el mundo. Se trata de una internacional reaccionaria que es un conglomerado de iglesias evangélicas, extrema derecha política- económica y trumpismo y que regada de dólares, envía “misioneros” a los países africanos o latinoamericanos más pobres, mientras que en los países del tercio rico se articula alrededor de fundaciones de extrema derecha que construyen pensamiento y argumentos para combatir los avances feministas. La articulación alrededor de la lucha contra el aborto tiene que ver con que este es el derecho alrededor del cual, en la actualidad, se configura también una parte muy importante de la lucha feminista; que simboliza el derecho al propio cuerpo y la lucha contra el “derecho del padre” como núcleo de la ideología patriarcal; pero es también una lucha de clases, las ricas siempre han podido abortar en todos los países y jamás una mujer rica ha ido a la cárcel o ha sido imputada por aborto.

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La reacción antifeminista era esto

No hace falta explicar a estas alturas que el feminismo se ha convertido en el principal enemigo de la derecha (no sólo de la extrema derecha; estamos viendo como toda la derecha vira hacia posiciones más claramente antifeministas).

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Las mujeres como motor del cambio

Aquí os dejo la Mesa de la Jornada En Marcha. Las intervenciones de Lola SAnchez y Ana Requena son muy interesantes.