Al parecer, necesitamos 800.000 millones de euros, que han aparecido con una rapidez pasmosa, para defendernos.
Y desde luego tengo la sensación de que necesito que me defiendan, sí, cada vez más. Lo que ocurre es que para ello no necesitamos 800.000 millones, sino una voluntad política que me parece que no está bien encaminada.
