La justicia española se ha convertido en un problema para la democracia. Según las encuestas esta institución figura entre las más desprestigiadas del Estado, y no ha tocado fondo. Es de temer que seguirá cayendo en el descrédito mientras gobierne la izquierda cosa que, afortunadamente, puede ir para largo. Pero cuando la mayoría social de un país percibe que la justicia no es justa, que no es igual para todos, que es arbitraria o que es, simplemente, el brazo de un determinado sector ideológico y político, entonces la democracia se tambalea. Podríamos llegar a ver un «no nos representan» destinado a la justicia, porque lo cierto es que se percibe que tenemos a una parte importante de uno de los poderes del estado levantado contra la democracia.
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