El otro día, en Getafe, en un acto con el círculo feminista de Podemos, una cuidadora domiciliaria, militante de este partido, nos explicaba cómo era su día a día. Lo que significaba pasarte el día de casa en casa, de casa pobre en casa pobre habría que decir, para mover a las personas que las necesitan, para cambiarles el pañal, ya con muchas horas de retraso, para intentar que coman un poco. Nos contaba lo que significaba entrar en esas casas en las que huele a pis y a miseria, abrir la nevera y no ver nada, llegar en invierno y comprobar que dentro hace tanto frío como fuera y, sobre todo, saber que están ofreciendo a esas personas una hora cuando necesitarían una atención mucho más larga.