El aborto es un derecho de las mujeres y es un derecho humano y hay que defenderlo tanto como defendemos la democracia, porque este derecho es consustancial a la misma. Si las mujeres no pueden hacerse dueñas de sus cuerpos, mal podrán hacerse dueñas de sus vidas y mal podrán llamarse ciudadanas. Eso quiere decir que no se trata únicamente de defenderlo en caso de peligro de muerte, sino de defender leyes que garanticen que las mujeres puedan abortar dentro de límites legales amplios. Pero por mucho que digamos esto, siempre nos tenemos que enfrentar a la peor de las situaciones, a aquella que pone a una mujer en riesgo de perder su vida por la no realización de un aborto. Eso no sólo pasa en países empobrecidos o sin derechos, está pasando en la Unión Europea, es un riesgo que pende sobre nuestras cabezas.
