Estudié Filología Semítica, especialidad hebreo y arameo. No, no hablo hebreo moderno, por si alguien ha pensado que mis estudios podrían tener alguna utilidad en este mundo, pero leo hebreo y arameo bíblicos y hebreo medieval. No sé si es práctico ni para qué debería serlo, a mí me abrió muchos mundos. La Biblia es un universo en realidad, un libro oceánico. Un libro de libros en los que cabe todo: poesía, historia, literatura, canciones, filosofía, aventuras, crónicas, dolor, esperanza…La humanidad entera cabe en esos libros. Y si tuviera que enviar un libro al espacio para que unos supuestos alienígenas supieran quienes somos, mandaría este. Estoy segura de que hay libros similares en otras culturas, libros de libros, que juegan el mismo papel de mostrar cómo somos, por qué lloramos o cantamos, a qué tememos, qué nos hace felices, que nos angustia, cómo amamos, como vivimos. En mi cultura, todo esto está en la Biblia. No me gusta decirlo porque parece que necesito justificarme, pero sí, soy atea. La Biblia, al menos lo que llamamos AT, no es precisamente un libro muy espiritual, es pura carne.