Hace unas semanas pudimos asistir a un intercambio sorprendente de tuits que tuvo poca repercusión en los medios. Elon Musk, el hombre más rico del mundo, con una fortuna de 311.000 millones de dólares entablaba una «conversación» con David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Este había puesto un tuit en el que aseguraba que con el 2% de la riqueza de Musk y otros multimillonarios podría acabarse con el hambre en el mundo. Con este tuit Beasley buscaba poner de manifiesto la injusticia que supone que unos pocos individuos acumulen una riqueza semejante mientras millones de personas mueren de hambre.