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La blasfemia y la libertad de expresión
A vueltas con el burka
El día 12 El País publicó el enésimo artículo sobre el tema del burka, esta vez firmado por Timothy Garton Ash. En el mismo el autor se manifestaba en contra de la prohibición de esta vestimenta en Francia. El autor recogía tres argumentos que, según él, son los que se suelen dar para sustentar la prohibición y que son los que habitualmente se dan. El primero la seguridad pública, el problema de que bajo el burka se oculte un/a terrorista o delincuente. El segundo: que nos debemos ver las caras para poder relacionarnos. Y el tercero que el burka “es una prisión móvil”. Garton Ash discute los tres argumentos y finalmente se decanta en contra de la prohibición. Y lo hace en nombre de la libertad. Debe haber libertad tanto para permitir publicar Las viñetas de Mahoma, como para dejar que se ponga el burka quien quiera. Pero no, estas son libertades distintas.
Nuestras viñetas de Mahoma
Aunque obviamente el asunto de las viñetas de Mahoma era más grave porque pendía una amenaza de muerte sobre el autor de las mismas, el fondo del asunto es el mismo que ahora pende sobre Leo Bassi o sobre las chicas que irrumpieron en la capilla de la Complutense. No sólo el fondo del asunto es el mismo sino que contradiciendo lo que acabo de decir, algún aprendiz de terrorista puso una bomba en un espectáculo de Leo Bassi sin que aquí pasara nada. Y digo nada porque nadie fue detenido y quien lo hiciera sigue libre, como recordó el mismo Leo Bassi en el acto laicista del viernes pasado en la Universidad Complutense La diligencia que se mostró en detener a las presuntas autoras de la presunta profanación en la capilla no se ha mostrado en detener a quien puso aquella bomba.
Yo no les respeto
Cuando me enteré de la provocadora acción de unas estudiantes lesbianas y feministas en una capilla que por lo visto existe en el campus de la universidad complutense, lo primero que sentí fue una punzada de nostalgia por la juventud perdida. Después me di cuenta de que gracias a este acto me he enterado de varias cosas. La primera es que convivimos con capillas católicas en las universidades públicas, la segunda que hay estudiantes (sobre todo de económicas) que rezan por las mañanas y la tercera y, para mí la más grave, que se puede cometer un delito contra el sentimiento religioso. Acabáramos, por eso están tan chulos.
Confesionalidad penal
Mucha gente insiste en que las estudiantes de la Complutense no debieron entrar en la capilla a leer un texto ni desnudarse de cintura para arriba como hacemos muchísimas mujeres en cualquier playa sin darse cuenta de que a estas alturas eso importa muy poco. Entrar en la capilla de la universidad, leer un texto, quitarse la camiseta y marcharse pacíficamente es lo mismo que irrumpir, por ejemplo, en una función teatral subirse al escenario y hacer lo mismo. Dependerá entonces del motivo por el que se hace que consideremos el acto como de mala educación, como algo digno de una multa, que hay que abrirles un expediente o que lo consideremos como legítimo. Nadie en su sano juicio puede defender que dicho acto merezca que vaya la policía a tu casa y te saque para llevarte a comisaría y mucho menos que por algo así te puedan condenar a hasta dos años de cárcel.
La rendición ante la iglesia.
He participado esta mañana al acto en el que AMAL, la asociación madrileña de ateos y librepensadores, ha presentado la campaña que están organizando contra la próxima venida del Papa a Madrid en el mes de julio. El acto ha durado cuatro horas que han dado mucho de sí, ha actuado Leo Bassi, que ha estado genial, como siempre. Se ha homenajeado a luchadores por el laicismo y el ateismo en los años del franquismo entre los que quiero destacar a Lidia Falcón y Gonzalo Puente Ojea que a su vez también han sido dos de los oradores principales.
El plan perverso de la iglesia
Supongo que todo el mundo habrá leído la noticia del 1 de enero (la fecha es importante) en la cual se explicaba como el Obispo de Córdoba ha explicado que según el cardenal Ennio Antonelli, ministro de la Familia del Papa, la UNESCO tiene un plan para volver a la mitad de la población homosexual. Y no sólo tiene ya la UNESCO decidido el número de gente a la que va a volver homosexual mediante el adoctrinamiento en la ideología demoníaca del género, sino que el ministro se ha molestado en calcular el año en que dicho plan estará concluido: 2030. He leído la homilía y no he encontrado ninguna alusión a la razón por la que la UNESCO querría convertir a la homosexualidad a tal cantidad de gente, pero se deja entrever que no hay razón alguna, sino que todo se debe a un plan del demonio cuyo único objetivo, como sabemos, es hacer el mal por el mal.
El burka occidental
El otro día estaba esperando a una amiga en el aeropuerto y mientras esperaba y como no tenía mucho que hacer, miraba a la gente que iba saliendo por la puerta que tenía enfrente. Me sorprendí pensando que para ser un vuelo de quince horas el que estaba desembarcando, sólo las monjas, las musulmanas y los hombres parecían viajar cómodos. Las que no eran ni hombres, ni monjas ni musulmanas, excepto una exigua minoría, viajaban con altísimos tacones, embutidas en unas ropas estrechas que las constreñían, con pantalones ajustados o faldas cortísimas. Y, por supuesto, no tiene nada que ver con la moral que esgrime un alcalde italiano para prohibir todo eso, sino con la igualdad. Ellos cómodos, ellas no. Ellos con capacidad para salir corriendo a buscar un taxi, ellas con todos los movimientos constreñidos por la vestimenta; ellos siendo, simplemente, personas en una aeropuerto, personas a gusto con su cuerpo, olvidadas de sí mismas; ellas siendo mujeres –ante todo mujeres- en un aeropuerto, nada distendidas, conscientes de su cuerpo en todo momento.
El uso del burka
Hace unos días en la ciudad de Lleida, en Cataluña, tras una discusión municipal, se ha llegado al acuerdo de prohibir el uso del burka solo en las dependencias municipales. No hubo acuerdo entre los distintos grupos políticos para prohibirlo en los espacios públicos, como a algunas personas nos hubiese gustado. El debate sobre la prohibición o no del burka en los espacios públicos recorre ya muchos pueblos y ciudades en España y se mezcla con otros debates sensibles, como el de la inmigración.
