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La blasfemia y la libertad de expresión


Cuando ocurrió lo de la capilla en la Complutense, mucha gente laica, atea, entendió que aquello era excesivo y que no se puede ir por ahí ofendiendo a los católicos. Ahora un grupo de nostálgicos del franquismo ha denunciado a los convocantes de una manifestación atea por blasfemia (un delito propio de Irán) y la denuncia ha sido admitida a trámite. Leo Bassi hace bromas muy graciosas sobre el papa y tiene varios juicios pendientes. La recién nombrada Delegada del Gobierno en Madrid ha prohibido la manifestación atea con argumentos delirantes y que parecen de chiste, entre los que se cuentan que la manifestación va a transcurrir por calles con nombres religiosos o por calles en las que hay muchas parroquias (sic).

Hace poco una diputada paquistaní intentó modificar la ley antiblasfemia de su país y fue acusada ella misma de blasfemia, pero su intención fue apoyada por los católicos europeos que denunciaron que la ley antiblasfemia paquistaní se usa para perseguirles. Por supuesto que se usa para eso, es que para eso son las leyes contra la blasfemia, para perseguir a las minorías religiosas o en el caso de Europa, no religiosas. Por eso, mientras los católicos denunciaban la ley antiblasfemia de Paquistan y pedían que se aboliera, denunciaban por blasfemia a los ateos de aquí y pretendían, de manera muy subrepticia, colar una recomendación antiblasfemia en la Unión Europea; intento que el Consejo europeo ha rechazado, afortunadamente. La blasfemia es un delito que atenta contra la libertad de expresión y que intenta impedir la expresión de opiniones en contra del dios o las creencias religiosas mayoritarias. Al revés no existe; según las leyes de blasfemia, las minorías no pueden sentirse ofendidas por lo que opina la mayoría.

De todas formas todos y todas cojeamos del pie de pretender acabar judicialmente con las opiniones que nos ofenden. Ante las opiniones, ante los libros, artículos etc., que nos ofenden hay que luchar por conseguir la deslegitimación política y social, que es sumamente efectiva, pero no judicializar la cuestión. Hoy día hay opiniones que yano pueden expresarse porque la persona que las dijera sufriría el rechazo social unánime: las opiniones claramente racistas, por ejemplo. Otras aun pueden decirse con la seguridad de que van a encontrar eco: las opiniones machistas. Pero la libertad de expresión ampara el derecho a decir auténticas estupideces o barbaridades. Incluso barbaridades ofensivas y que atentan contra los más elementales derechos humanos. Yo creo firmemente en que el derecho a la libertad de expresión tiene que ser muy amplio y me esfuerzo porque las barbaridades, las opiniones que me ofenden, que ofenden a la inteligencia y a los derechos humanos, reciban el repudio social más amplio.

Para que quede bien claro y a ver si lo entendemos. En 2007 el Consejo de Europa emitió un informe sobre la posibilidad de penalizar la blasfemia. Este informe tendrían que leerlo todos aquellos que se escandalizan cuando algunos hacemos declaraciones anticatólicas o antirreligiosas o cuando leemos opiniones que nos ofenden a nosotros mismos. Está aquí: http://www.senado.gob.mx/internacionales/assets/docs/foros_parlamentarios/apce/apce19.pdf  y es muy interesante. Especialmente recomendable es el siguiente párrafo que transcribo: “Esta libertad (la de expresión) no sólo es aplicable a expresiones que sean recibidas de manera favorable o consideradas como inofensivas, sino también a aquellas que puedan ofender o perturbar al estado o a cualquier sector de la población”. Es decir, la libertad de expresión ampara la libertad de ofender (si es que puede formularse así); por eso es libertad de expresión y es un derecho que goza de especial protección, porque decir cosas que no molestan a nadie es obvio que no genera ningún problema.

Lo que ofende a las minorías casi nunca se cuestiona y siempre queda amparado por la libertad de expresión. Estoy de acuerdo. Pero esa misma libertad la tenemos las minorías para decir cosas que pueden resultar ofensivas para la mayoría de la gente. El derecho es reversible. Por eso, yo le diría a la Delegada del Gobierno en Madrid que ha prohibido la manifestación atea que se lea bien ese párrafo. Que lo lean los legisladores que mantienen por ahí artículos que penalizan ofender unos u otros sentimientos. Y que lo lean bien también los que dicen que no hay derecho a ofender a nadie. Bien, pues sí, podemos discutir si está bien o mal, si es contraproducente o no, pero derecho a expresar cosas por las que alguien se sienta ofendido sí que hay. Y es más, es uno de los principales derechos que tenemos en democracia.

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

8 respuestas a «La blasfemia y la libertad de expresión»

Pienso que lo de la capilla sólo benefició al clero y a la reacción española y olé. Hay que aprender de la historia y jamás dar piés para que sigan dándosela de víctimas a quienes quieren seguir teniendo influencia política y social en este país. La mejor política es practicar la apostasía e ignorarlos. Dejar de ser socios es la mejor inversión para un futuro sin religión, lo demás es darles pábulo.

Malu, tienes todo el derecho del mundo en querer ignorarlos, y, es cierto que a veces la mejor táctica es la de no prestarles atención. Pero, mientras sigamos siendo humanos, seguirá habiendo religiosos (no todos los religiosos son iguales), intolerantes e inmovilistas; así que, no podemos sentarnos a esperar a que desaparezcan para empezar a sentirnos bien. Todos tenemos el derecho a expresarnos, a mostrar nuestros sentimientos, inclinaciones, a decir lo que creemos que somos y pensamos, a posicionarnos frente a la mayoría, a exigir que se nos tenga en cuenta aún siendo minoría. Y si esto les provoca y los jueces les dan la razón, tenemos un problema grave, que hemos de empezar a solucionar ya por la vía política.

Coincido con Malu y paso un post que leí no hace mucho:

http://minombre.es/miramamolin/2011/01/05/pasar-de-obispos/

Una matización, Beatriz: al final del artículo das por sentado que estamos en democracia. Yo, constitución, leyes electorales y de partidos en mano, no lo creo en absoluto. Todo lo más, como lo definen algunos teóricos muy cualiicados, esto es una «monarquía de partidos», pero el «demos» no pinta nada, salvo darle coartadas democráticas cada 4 años a quienes no lo son.

Salud.

¿Y tu actitud, cual es, Erizo, la de no votar, no protestar, no molestar y parecer que no existes…? Es respetable; pero, espero por nuestro bien que no sea mayoritaria.

A Juanjoluke:

efectivamente: ABSTENCIÓN ACTIVA, movimientos sociales en acción que, más temprano o más tarde puedan acabar con este régimen HEREDERO DEL FRANQUISMO.

Si nos comportamos como borregos, nos tratarán como tales.

No sé -ni te la pregunto- que edad tendrás. Yo soy muy viejo ya y viví la «reforma» (recuerda a Lampedusa), en vez de la RUPTURA, con las traiciones de partidos supuestamente democráticos. Ahora, si los jóvenes dejan de pensar en el fútbol, los botellones, y demás trampas del consumismo feroz (¿conoces el decrecimiento?), etc…
puede que se inice un camino hacia la democracia.

Observa, si te parece oportuno, los últimos días de las campañas electorales y podrás comprobar que llega un momento en que todos los corruptos del politiqueo lanzan el mismo mensaje: ¡VOTA!, a quien sea, pero vota. Le temen a la abstención más que a una vara verde porque perderían su coartada, de modo que es la ciudadanía la que debe tomar el protagonismo, vamos, lo de Islandia, pero adaptado a nuestra realidad social.

Salud.

Entiendo y respeto la abstención como actitud personal, debido al descreimiento de una política que no hace sino que defraudarnos; pero si se trata de una estrategia, para tratar de invalidar a los políticos, me parece que es más propio de una actitud idealista juvenil que de una persona madura. Sinceramente, ¿de verdad crees que tal cosa es posible? ¿A quién crees que beneficia la abstención? A demás, tal hipotética situación (muy difícil que se de) beneficiaría más a posiciones de extrema derecha que a la izquierda, aquí en España, al menos.

A ver, Juanjoluke:

introduje un comentario al artículo de Beatriz y me permití una matización, sin el menor ánimo de debate (este medio no me parece el adecuado: los debates creo que son útiles vis a vis o en revistas especializadas). Por cortesía contesté a tu pregunta y lo haré ahora a tu nuevo comentario, pero por mí daré ya por cerrado el asunto.

Joven idealista vs. persona madura. Relexiona: Ho Chi Min, Mao Ze Dong, Gandhi, Mandela, Carlos Marx, Simone de Beauvoir, etc …¿eran jóvenes o maduros cuando aportaron sus logros intelectuales y políticos? Hoy mismo, Stéphane Hessel y J.L. Sampedro, autores (texto y prólogo) de INDIGNAOS! , ¿te parecen unos jóvenes idealistas?. Echa, si te parece, un vistazo a sus biografías.

Hay un error muy común: confundir edad cronológica con edad mental. Salvo enfermedades de tipo senil, no tienen nada que ver una con la otra.

Claro que es posible que caiga un sistema si la ciudadanía le da la espalda. Y un modo pacífico de hacerlo es abstenerse masivamente. Naturalmente, esa ciudadanía debe ser consciente de lo que hace y, para ello, tener una buena educación cívica y política. Por eso, las personas formadas deben comprometerse, porque el problema en España es la desinformación y la ignorancia política, así como la corupción derivadas de la pseudodemocracia. Hay mucha bibliografía.

Y hay otro punto en el que la abstenciín consciente beneficia a la ciudadanía: la recuperación de la propia dignidad, salirse del camino de la servidumbre voluntaria que, en España, es lo más habitual, por ahora. Votar, aquí, es como sentarse a jugar al póker con tres tahúres; sólo hay que estudiar la constitución, las leyes electorales y la de partidos para verlo.

La extrema derecha ya está ahí, nunca se ha ido, ahora integrada en el PP, mientras que el PSOE es el equivalente a la derecha civilizada de otros países, pero entregada a la banca. ¿Has visto las fotos de los treintaitantos financieros dándole órdenes a ZP? ¿Has seguido la legislación económica del PSOE desde 2004? No olvides que la política es la economía, la gestión de los presupuestos, no la verborrea propagandística (el cínico Tierno Galván lo dijo muy claro: los programas electorales están para no cumplirlos).

Naturalmente, para hacer una revolución pacífica hace falta que la ciudadanía se conciencie y que los movimientos, por ejemplo, vecinales, sean reivindicativos, no escuelas de cocina o de pintura, como lo son desde que el PSOE llegó al poder en 1982.

El asunto ha de llevar tiempo y estar bien programado, pero desde abajo. Los actuales partidos del bipartidismo ya han hecho bastante daño.

Ea, pues salud de este joven senil o anciano juvenil, como prefieras

Hay un problema de difícil solución, en tu planteamiento, y es que hay que esperar a que la población, masivamente, adopte una consciencia y actitud, como mínimo, similar a la de los abstencionistas (en el caso de que todos los que no votan lo hagan por los mismos motivos). Quiero decir, que es posible coincidir en parte con unos intereses comunes a una mayoría; lo que ya no es tan fácil, es ponerse de acuerdo en cómo conseguirlo, y estas diferencias pueden ser insalvables.

Soy de izquierdas y nunca he votado al PSOE; es más, al comienzo de la democracia, estaba posicionado en el pensamiento ácrata y no votaba. Pero no espero que la gente que vota a la derecha progrese intelectualmente y vote a la izquierda real; ni siquiera lo espero de los votantes del PSOE. Lo que si trato, es de influir lo más posible, con mi voto, en la toma de decisiones.

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