Mucha gente insiste en que las estudiantes de la Complutense no debieron entrar en la capilla a leer un texto ni desnudarse de cintura para arriba como hacemos muchísimas mujeres en cualquier playa sin darse cuenta de que a estas alturas eso importa muy poco. Entrar en la capilla de la universidad, leer un texto, quitarse la camiseta y marcharse pacíficamente es lo mismo que irrumpir, por ejemplo, en una función teatral subirse al escenario y hacer lo mismo. Dependerá entonces del motivo por el que se hace que consideremos el acto como de mala educación, como algo digno de una multa, que hay que abrirles un expediente o que lo consideremos como legítimo. Nadie en su sano juicio puede defender que dicho acto merezca que vaya la policía a tu casa y te saque para llevarte a comisaría y mucho menos que por algo así te puedan condenar a hasta dos años de cárcel.
Eso es lo que nos tiene asombrados. Habernos dado cuenta gracias a ese acto que en este país la “profanación” te puede mandar a la cárcel. Pongo profanación entre comillas porque en teoría sólo se puede profanar lo sagrado, así que este delito protege especialmente lo que alguna gente considera sagrado y que para otros no lo es porque no creen en lo sagrado en el sentido religioso. La pregunta que ha surgido en estos días es ¿por qué tiene la religión que estar protegida especialmente y no ser tratada como el resto de valores no religiosos? Y no me refiero ya al ateismo (que se supone que también protege el mismo artículo) sino al resto de valores morales, políticos e ideológicos que la iglesia, por ejemplo, ofende constantemente y cada vez que uno de sus representantes abre la boca.
En realidad creo que cualquier valor moral o religioso debe estar protegido solamente por la libertad de conciencia y por los límites generales de la libertad de expresión que yo defiendo que deben ser lo más amplios posible. He discutido muchas veces con activistas gays y lesbianas, así como con feministas, porque yo sí creo que los curas tienen derecho a decir lo que quieran de la homosexualidad, de las mujeres o de lo que se les pase por la cabeza. Lo creo firmemente y lo he defendido siempre. Pero por la misma razón no veo por qué yo no puedo hacer mofa y befa de una religión que me resulta como poco estrafalaria. En realidad, no sé si lo recuerdan, pero el famoso asunto de las viñetas de Mahoma era exactamente eso. La libertad para burlarte o cuestionar cosas que otra gente considera muy importante o sagradas.
El caso de la capilla ya no tiene que ver con la entrada de las estudiantes y si nos parece bien o mal, sino que tiene que ver con que nos hemos enterado de la existencia de artículos casi confesionales del Código Penal y tiene que ver otra vez (y lo que nos queda) con la laicidad que no llega nunca y con la manera en que en este país no hemos conseguido librarnos de los restos (demasiados restos) de un estado confesional. No voy a repetir aquí el dinero que se le regala a la iglesia, las escuelas públicas que se les ofrecen para que impartan (tener derecho a expresar es muy diferente de impartir en la escuela pública) valores contrarios a la Constitución.
Tiene también que ver también con la humillación que sentimos como ciudadanos al ver de qué manera un grupo falangista como Manos Limpias puede llegar a determinar cuestiones importantes de la vida de este país. Puede llevar a Garzón ante la justicia y puede ahora conseguir que se detenga a unas pacíficas estudiantes que reivindicaban la laicidad de la universidad pública. ¿Son democráticas las intenciones de Manos Limpias? ¿Han condenado la violencia franquista de la que ellos se reivindicarán herederos? Es insoportable.
2 respuestas a «Confesionalidad penal»
Está claro que no, no son democráticas las intenciones de Manos Limpias y nunca condenarán la violencia franquista de la que son herederos, ya que la llevan mamada. Para mi, lo que estos estudiantes han hecho en esa capilla ha sido una falta de respeto, la misma falta de respeto que si lo hubieran realizado en el escenario de una obra de teatro. Si la libertad no tuviera medida el mundo sería un caos. No confundamos libertad con libertinaje. Por otra parte, es cierto, que aun hay restos de un estado confesional del que no conseguimos librarnos, muchos restos de muchas que nos seguirán persiguiendo durante mucho tiempo y que tienen su origen en todos esos años de franquismo y que nos han dejado un pais con muy poca tolerancia.
Nadie dice que no fuera una falta de respeto, pero una falta de respeto no merece la carcel. Si así fuera, la iglesia estaría toda encarcelada ya que me faltan al respeto constantemente.