Tras las últimas movilizaciones feministas, especialmente después del 8M, pero ya antes, hemos visto como muchas de las reivindicaciones feministas han sido rápidamente objeto de mercadeo ideológico, asimiladas y utilizadas por todo el mundo, incluidas notorias personas o proyectos antifeministas. Por ejemplo vemos a Ciudadanos, el partido que exigía hace poco acabar con la ley contra la Violencia de Género a la que llamaba “violencia doméstica”, erigirse en adalid del feminismo. Ver a los machistas convertidos en feministas en dos días, es risible. Con todo, lo más preocupante no es que algunos de los conceptos feministas sean utilizados a izquierda y derecha acríticamente, como comodines sin contenido, sino que más peligroso es que dichos conceptos puedan servir como dique de contención a las verdaderas potencialidades transformadoras del feminismo, invisibilizando las opresiones, pervirtiendo su significado o, peor aún, haciendo pasar por transformadores contenidos claramente reaccionarios. Pensamos que esto puede estar ocurriendo con el término “cuidado”, que ha pasado a ser un término multiusos que se pretende que designe todo lo bueno del feminismo (en algunos casos lo único bueno), y casi cualquier virtud ética y moral, sin más.