Esta semana, coincidiendo con el 75 aniversario del asesinato de García Lorca vuelve a los periódicos una de las peores cosas que he leído en los últimos tiempos, de las más sangrantes, aun cuando su repercusión nos esté pasando desapercibida en este tiempo de desmemoria histórica. Primero un juez obliga a la ciudad deLa Coruña a restituir a uno de los peores asesinos de la guerra civil, a Millán Astray, el título de Hijo Predilecto de la ciudad. La humillación a los vencidos y por ende a la democracia y a la libertad se completa. El Diccionario dela Real Academia de la Historia, los cuerpos sin recuperar, el Valle de los Caídos, las calles con nombres fascistas…La memoria oficial sigue siendo la de los franquistas.
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Bono y la guerra
Yo, como tanta otra gente, como el mismo Zapatero al parecer, tuve un abuelo que fue militar republicano y una madre que aun llora cuando ve los reportajes sobre el alzamiento y la guerra. Una madre que cuenta y no acaba de una niñez de niña roja en la que sólo cabía la humillación. Así que además de las razones ideológicas que supongo que llevan a todas las personas de izquierdas, a todas las feministas también, a valorar lo que supuso la II República de esperanza, de igualdad, de justicia, por fin justicia para un país martirizado por la injusticia; además de esas razones, he vivido toda mi vida en la sombra de lo que pudo ser y no fue y en la sombra también de lo que el Régimen franquista hizo con las mujeres que pasaron de imaginar la posibilidad de ser libres e iguales a ser esclavas del marido, de la familia y del propio régimen.
El 15 M y la izquierda
Pase lo que pase el Movimiento 15 M ha cambiado las cosas. Ya las ha cambiado porque, nos lo creamos o no, sea verdad o no, ha obligado por fin al candidato del PSOE a hacer un discurso de izquierdas. Todos los economistas de izquierdas, los votantes del PSOE y de fuera del mismo, las personas de izquierdas más que hartas; todos los artículos de opinión, las elecciones que se han perdido, la mayoría de izquierdas de este país, no habíamos conseguido lo que el 15M ha conseguido en un par de meses, que el partido más grande de la izquierda por fin entienda, o al menos escuche, el mensaje: es por la izquierda. Sorprendente el discurso de Rubalcaba en su proclamación como candidato: tasa Tobin, impuesto sobre el patrimonio, impuesto a las grandes fortunas, reforma electoral…todo lo que ha sido imposible lograr en el parlamento antes y a pesar de que algunos partidos llevaban años pidiéndolo. Me parece esperanzador que dentro del PSOE se haya comprendido que las elecciones sólo pueden ganarse con propuestas de izquierda. Quizá no sea con Rubalcaba, quizá no sea ahora, pero al menos se comienza a andar un futuro distinto. Tenemos que seguir presionando. Las cosas no han hecho sino comenzar.
Si estamos en guerra, ¿quién nos defiende?
El lenguaje bélico para describir esta situación no lo he inventado yo, no hay más que leer los periódicos: “Atacan a España”, “Vivimos bajo una ocupación económica”, “Un nuevo frente en la guerra de la deuda”…Nos atacan, nos ocupan o todo al mismo tiempo. ¿Quiénes? Pues los mercados. Tanto gastar en ejércitos y, mira por donde, los que nos atacan no lo hacen con armas de fuego. Podemos tirar los acorazados a la basura y de paso ahorrarnos un buen dinero. Los ataques más feroces que hemos sufrido desde la II Guerra Mundial no disparan tiros, pero que hay víctimas eso no lo duda nadie. Estamos en una especie de guerra con un enemigo no desconocido, pero sí evasivo y en mitad de un campo de batalla más incierto aun. ¿Y quiénes son las víctimas de esta guerra? La gente corriente, la que jamás invertirá en bolsa, ni sabe lo que es una prima de riesgo, ni entiende nada de lo que está pasando, sólo entiende de sus propias pérdidas; y protesta. ¿Dónde estamos combatiendo? ¿En la bolsa? ¿Y quiénes están combatiendo en la bolsa? Pues por un lado los especuladores, los bancos, las empresas multinacionales, los dueños del dinero para decirlo claramente, los ricos, los poderosos; y por el otro podría parecer que los gobiernos, los estados, en defensa de su ciudadanía, pero lo cierto es que no es posible sustraerse a la idea de que de este lado se combate sin mucho ardor guerrero.
Llamando a Robin Hood
En la terrible situación griega, de venta del país, empobrecimiento generalizado de las clases medias y trabajadoras, desmantelamiento del estado del bienestar, las políticas impuestas por organismos no democráticos van a consistir, entre otras cosas, en una subida brutal del impuesto sobre la renta que es, cada vez más, un instrumento sobre los salarios. Estas subidas de impuestos no tienen nada que ver con la progresividad fiscal, el tradicional instrumento de reparto de la riqueza, puesto en práctica en Europa desde la II Guerra Mundial, son subidas recaudatorias que castigan a los más pobres y, lo que es peor, es dinero que se les entrega a los ricos para pagar sus desmanes anteriores.
Vergüenza socialista
En medio de una batalla campal sin precedentes, con un hospital de campaña que albergó a más de 500 heridos, el parlamento griego “aprobó” las propuestas (más bien imposiciones) del FMI, el Banco Central Europeo y demás organismos destinados a conducir el capitalismo hacia lo que creen que será su victoria final: el desmantelamiento del estado del bienestar y de todos los servicios públicos. Es el ataque más brutal a las clases medias y trabajadoras, por parte de los poderosos desde la II Guerra Mundial. Se produce además aprovechando la ineficacia de la democracia representativa actual para controlar el poder económico. Se toman medidas no anunciadas, no votadas, no debatidas por nadie y que no cuentan con ningún apoyo popular. Los efectos de las medidas van a ser de tal calibre que Naciones Unidas ha advertido que pueden violar los derechos humanos.
Desorientación total
La sensación que da el gobierno a estas alturas roza lo patético. A Zapatero se le ha quedado una expresión en la cara que refleja entre el estupor por ver quebrado su famoso optimismo antropológico y la impotencia. Rubalcaba, el antaño pérfido y taimado pero inteligente y peligroso Rubalcaba, parece ahora un toro ciego que embiste sin saber a qué. ¿Cómo es posible que con la que está cayendo, con esta situación en la que el PSOE no nos ha metido pero en la que le hemos descubierto llenito, infestado, de neoliberales, a Rubalcaba se le puede ocurrir que es una idea noticiable eso que dijo de que iba a pedir a los futuros profesores que pasaran un MIR? ¿A quien se le ocurrió que eso podría interesar a nadie en estos momentos en los que, por si fuera poco, las comunidades autónomas no convocan plazas de profesores? ¿Y la última idea de Zapatero de proponer como propuesta estrella para la reactivación económica la ampliación de los horarios comerciales? Es buenísima, no sé cómo no se les ha ocurrido a los griegos.
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¡Son los impuestos!
Ahora que el estado del bienestar está en peligro porque se nos dice que no podemos pagarlo, es el momento de retomar ese viejo asunto de los impuestos. Los impuestos no son el único elemento de la política económica progresista pero sí uno de los más importantes. Si el objetivo de una política de izquierdas es redistribuir mínimamente la riqueza esto se hace con los impuestos. En las últimas décadas todos los partidos de gobierno (aquí, PSOE y PP; en Reino Unido, laboristas y conservadores, en EE.UU demócratas y republicanos) han mantenido públicamente el mismo, muy parecido, discurso sobre los impuestos. No sólo han dicho y hecho lo mismo respecto a las políticas fiscales sino que al hacer esto, lo que ha hecho la izquierda ha sido contrapedagogía de lo que es, o debería ser una política fiscal progresista. Los derechos laborales y sociales, el estado social del bienestar, se financia con gasto público y éste con impuestos, con una política fiscal progresiva: impuestos elevados, progresivos y redistributivos.
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Como sí lo entendemos, todxs a la calle
No van a convencernos de que renunciemos a nuestras vidas, porque de eso se trata en realidad; de vivir o de sobrevivir. La mayor parte de la historia de la humanidad se ha caracterizado porque la gran masa de la población se limitaba a luchar por sobrevivir y sólo los ricos vivían vidas merecedoras de ese nombre. Desde la II Guerra Mundial y especialmente gracias a la política desarrollada por los partidos y gobiernos socialdemócratas, luego asumida por todos los gobiernos, los estados fueron desarrollando programas universales de derechos laborales y sociales que se resumen en uno fundamental: el derecho a una vida digna sea cual sea el estatus familiar, social o económico. La ciudadanía del tercio rico del mundo pudo por primera vez llevar vidas dignas de ese nombre. Cuando parecía que la lucha era por extender estos derechos al resto del mundo, ha ocurrido lo contrario.
