Esta semana, coincidiendo con el 75 aniversario del asesinato de García Lorca vuelve a los periódicos una de las peores cosas que he leído en los últimos tiempos, de las más sangrantes, aun cuando su repercusión nos esté pasando desapercibida en este tiempo de desmemoria histórica. Primero un juez obliga a la ciudad deLa Coruña a restituir a uno de los peores asesinos de la guerra civil, a Millán Astray, el título de Hijo Predilecto de la ciudad. La humillación a los vencidos y por ende a la democracia y a la libertad se completa. El Diccionario dela Real Academia de la Historia, los cuerpos sin recuperar, el Valle de los Caídos, las calles con nombres fascistas…La memoria oficial sigue siendo la de los franquistas.
No es exagerado decir que es como si a Hitler le recuperan como Alcalde Honorario de Berlín. Inimaginable en otro país, una realidad en este. Naturalmente que el juez será él mismo un nostálgico de la dictadura y de los métodos del asesino Millán Astray, pero el gobierno de la ciudad, en manos del PP, ha acogido esta sentencia digamos que casi con satisfacción y sin ánimo de recurrirla ni mover un dedo para quitarle al militar golpista dicho título honorífico. Y, por último, la ley aun permite que estas cosas pasen.
Son muchas las voces que han explicado hasta la saciedad que aquí no se ha producido la necesaria reparación de la dictadura, reparación que sí se ha producido en otros países que han sufrido dictaduras semejantes. Este país sigue preso en cierta medida del franquismo, al menos de su memoria. No se ha deslegitimado socialmente todavía el golpe que acabó con la democracia, con la libertad y que nos sumió en 40 años de dictadura. No ha habido manera de que el Congreso condene claramente el golpe liberticida, y aun hace poco aun hemos tenido ocasión de ser testigos de lo poco que les gusta a algunos, véase el propio presidente del Congreso José Bono, recordar que en la guerra hubo combatientes por la democracia y combatientes contra la democracia.
El caso de Millán Astray es gravísimo porque no se trata sólo de que un juez haga una interpretación sui generis de la ley, es que simplemente debería estar prohibido que las instituciones democráticas honraran de manera alguna a aquellos que acabaron con la propia democracia y con la libertad de todos. Está claro pues que la Leyde Memoria Histórica es insuficiente si no deja bien claro que a los liberticidas hay que retirarles cualquier honor. Pero al mismo tiempo vivimos en un país en el que el principal partido de la derecha no condena un golpe militar que acabó con la democracia, no condena una dictadura que nos tuvo 40 años sometidos. Y no sólo no lo condena, sino que debe añorarla puesto que se han puesto, allí donde pueden, a restituir los nombres franquistas a calles y plazas. El portavoz del gobierno municipal del PP consideró “un error” el intento del PSOE y BNG de retirar los honores al militar golpista.
Espero que este dislate no se consume. 75 años después de aquello los descendientes de los vencidos, de los demócratas, seguimos esperando. El PSOE tiene que decir algo en su programa. Los honores públicos a los fascistas tienen que estar prohibidos por ley, qué menos.
2 respuestas a «Millán Astray y la memoria»
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Dijo Unamuno…
Ya lo han dicho: han elegido el 20-N para celebrar la Elecciones Generales…
¿Cómo se come esto?