En la terrible situación griega, de venta del país, empobrecimiento generalizado de las clases medias y trabajadoras, desmantelamiento del estado del bienestar, las políticas impuestas por organismos no democráticos van a consistir, entre otras cosas, en una subida brutal del impuesto sobre la renta que es, cada vez más, un instrumento sobre los salarios. Estas subidas de impuestos no tienen nada que ver con la progresividad fiscal, el tradicional instrumento de reparto de la riqueza, puesto en práctica en Europa desde la II Guerra Mundial, son subidas recaudatorias que castigan a los más pobres y, lo que es peor, es dinero que se les entrega a los ricos para pagar sus desmanes anteriores.
Ante la aquiescencia generalizada y el silencio de todos los partidos ( y no nos engañemos de todo el mundo mientras nos creíamos ricos) el sistema impositivo entendido como instrumento de reparto de riqueza vuelve ahora a tener tintes medievales. Como ayer dijo la ministra Salgado claramente, ni hablar de la posibilidad de subir impuestos a los banqueros o a los más ricos. A los demás, cada vez más, nos freirán a impuestos directos e indirectos. Los pobres y la clase media pagamos y sostenemos a un estado que, a cambio, cada vez nos da menos; los ricos pagan cada vez menos y como consecuencia se enriquecen más. No sólo el impuesto sobre la renta grava casi en exclusiva los salarios, sino que poco a poco ha ido desapareciendo o se ha ido desdibujando el impuesto sobre el patrimonio y no hablemos ya del impuesto de sucesiones, al que le quedan dos telediarios, donde aun le quedan.
Una auténtica contrarrevolución impositiva que se ha producido ante nuestras narices. Ahora es Grecia, después será Portugal, España, y los que sean, es una auténtica rebelión de los ricos que nos acerca a momentos históricos que creíamos superados o, al menos, corregidos; momentos en los que los pobres pagaban el bienestar de los ricos de manera tan evidente que aunque suene exagerado me vienen a la cabeza las imágenes de los recaudadores de impuestos medievales entrando en los pueblos a sacar lo más posible de los pobres para dárselo a los ricos, literalmente; y los estallidos populares que se daban de tanto en tanto contra estos recaudadores. Se me dirá que es una imagen no ajustada a la realidad, puede ser. Pero cuando veo como me rebajan el sueldo, como pago cada vez más impuestos, como no me llega el dinero a fin de mes y veo a la ministra de Economía decir que no se pueden subir los impuestos a los ricos…la verdad es que me dan ganas de llamar a Robin Hood.
Publicado en el Plural