Este gobierno, que esperamos que se vaya pronto, ha mantenido una guerra nada abierta y nada disimulada contra las mujeres. Eso sí, trufada toda ella de declaraciones enfáticas y completamente vacías. Desde los gobiernos de Reagan y Thatcher, sabemos que el neoliberalismo tiene especial interés en combatir la igualdad de las mujeres. Desde que estoy en la Asamblea de Madrid veo cómo las diputadas del PP tienen como mantra permanente que esto de la igualdad no es un tema ideológico. Para ellas, nada es ideológico, ni la violencia machista, ni la brecha salarial, ni que los adolescentes sean cada vez más machistas, ni que las mujeres sean las que cuidan… nada tiene que ver con la ideología patriarcal. Todo es una cuestión de pura mala suerte, al parecer.
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Introducción al feminismo
20120416-(1/3) Beatriz Gimeno. Introducción al feminismo. UCM Madrid.
Organizado por Arcopoli
La casa del estudiante.
Reconozco que duele. La decepción duele, la frustración duele, la desilusión, el hartazgo. Y duele la desesperanza y el cansancio; y duele volver a animarse y esforzarse por seguir considerando que el domingo hemos ganado una batalla muy importante en Grecia, que nosotras también hemos ganado. Duele que un gobierno como el griego, recién nombrado y preparado para un combate titánico contra la Troika y en definitiva contra el neoliberalismo; nombrado en realidad para cambiar las cosas en profundidad, para cambiar Europa, se presente sin una sola mujer ministra.
Ante las críticas al feminismo de Podemos
Yo nunca he dicho que las feministas del PSOE no fueran feministas. Es más, he defendido que el PSOE estaba lleno de importantes feministas y jamás he dejado de reconocer la importancia o los avances de alguna de sus políticas en lo que respecta al feminismo. Es de justicia.
No es No. También en Málaga
Uno de los mitos más persistentes del patriarcado es aquel que describe la sexualidad masculina como una potente fuerza de la naturaleza, como un torrente que arrolla todo lo que se encuentre a su paso, como una fuerza que una vez puesta en marcha es difícil de detener. Según el mito, si una mujer no quiere mantener relaciones sexuales, lo mejor que puede hacer es no provocar al monstruo; no poner en marcha esa maquinaria, no abrir las compuertas del torrente. Es una sexualidad que algunas feministas han descrito usando la metáfora de “sexualidad hidráulica”. El patriarcado nos presenta a los hombres como a personas que, llegadas a un momento en la excitación sexual, ya no pueden parar. De ahí todos los mitos preventivos de la violación que siguen a la orden del día: no les provoques, no te expongas, no pongas en marcha la maquinaria. Lo que en definitiva quiere decir esto es que como un hombre tenga una erección y como la mujer haya colaborado en provocar esa erección…luego que no se queje. Llega un momento en el que él ya no tiene la culpa. Pero naturalmente que la tiene, la erección es una reacción involuntaria, lo que un hombre haga con su cuerpo es algo de lo que es enteramente responsable, en cualquier momento. Una erección no daña a nadie, es el violador o el abusador el que daña a la víctima.
El Ministerio del Interior ofrece en su web unos consejos antiviolación a las mujeres que deben parecerse mucho a los que se daban a los posibles blancos de ETA para evitar que les mataran: «Cambie de itinerario cada cierto tiempo; cierre las ventanillas de su casa; no pasee de noche por calles solitarias, ni sola ni acompañada; antes de aparcar su coche mire alrededor por si ve personas sospechas…» . Aquel que recomendaba a concejales o políticos vascos que miraran los bajos de su coche antes de subirse al mismo, se parece mucho a este otro: «Antes de subir a su vehículo observe su interior. Podría encontrarse algún intruso agazapado en la parte trasera». La enorme diferencia entre aquellos consejos y estos es que en el caso de las personas amenazadas por el terrorismo todo el mundo percibía la situación como lo que era y el Ministerio del Interior, además de consejos, perseguía con todos los medios a su alcance al grupo terrorista. Era una amenaza cierta, real, y para salvar la vida las personas amenazadas tenían que renunciar a una parte muy importante de su libertad. Pero, además de estos consejos, todas las instituciones del Estado estaban volcadas en la lucha contra ETA.
Nos ha pasado a todas, nos pasa todo el tiempo y, algunas veces, todas hemos deseado que no nos pasara más. Hay veces en las que nos gustaría no llevar puestas esas gafas violeta que nos obligan a verlo todo bajo la luz del feminismo. Esas gafas nos hacen más conscientes, más sabias, nos permiten ver una parte de la vida y del mundo por lo general invisible para muchas personas, pero al mismo tiempo nos obligan a ver incluso cuando querríamos descansar, descansar de ver, descansar de saber. Ser permanentemente consciente es agotador, y en política es aún peor, porque si hay un ámbito en el que parece imprescindible introducir el feminismo, este es, claro, el de la política.
Hace un par de semanas un maltratador habitual degolló a sus dos hijos, uno de los cuales murió. Aún recordamos el caso Bretón y otros casos en los que los niños han sido víctimas de la violencia desatada por un maltratador machista. No estoy totalmente de acuerdo con Miguel Lorente (aunque sí con su argumento fundamental) cuando al defender la vigente ley contra la Violencia de Género asegura que ésta contiene ya suficientes medidas para proteger a los menores y los define como víctimas colaterales de la violencia machista. Es verdad que los maltratadores atacan a los menores para hacer daño a la madre, pero también es verdad que, a diferencia de otros adultos que sí pueden ser víctimas colaterales, los niños y niñas que viven en familias en las que existe un maltratador son siempre víctimas de ese maltrato; es decir, no hay manera de que no lo sean, incluso aunque el maltratador no les toque un pelo; aunque no les quiera usar para hacer daño a la madre. Eso introduce una diferencia muy importante respecto a otras posibles víctimas.
El País del 1 de mayo publicaba un artículo sobre los vientres de alquiler que es un claro ejemplo de periodismo tendencioso, de mal periodismo, y que más bien parece un publirreportaje financiado por cualquiera de los muchos negocios que van naciendo cerca de este nuevo nicho de mercado. En primer lugar, el artículo incumple una norma básica del periodismo al abordar una cuestión muy controvertida en la que numerosas voces, muchas, muy diferentes y muy cualificadas se manifiestan completamente en contra de la legalización de esta práctica…y no se da entrada a ninguna de ellas. No se menciona ni una sola de las objeciones que desde el punto de vista de la justicia, de la ética, de la política, de la igualdad etc. se manifiestan contrarias a que se abra otro mercado en el que se mercantilice (aun más) el cuerpo humano, en este caso de las mujeres, así como sus capacidades reproductivas.
