Estos días he estado viendo a Matas declarando ante el tribunal que le ha condenado finalmente por cohecho (uno de los muchos que la ha condenado… y los que le quedan). Hace unos años era un presidente todopoderoso y, como tal, todo lo que decía o hacía parecía importante. Iba y venía sin bajarse de su coche oficial, se reunía con políticos, con miembros de la casa real, con actores y actrices, con ricos en general y él mismo vivía en un palacete. Le veíamos en la televisión y quizá no nos dábamos cuenta de lo pobre tipo que es. Ahora, al verle declarando incoherencias, mentiras e indignidades ante un tribunal; ahora, al verle despojado de cualquier signo de poder, incluido el respeto que ya nadie le guarda, me ha parecido un personaje patético, pequeño moralmente, un personajillo ridículo.
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