He escuchado en estos días a algunas históricas del PSOE decir que el Ministerio de Igualdad ha dividido al feminismo. En realidad, lo que quieren decir es que ha dividido al feminismo institucional. Y, para ser exactas, no lo ha dividido, sólo es que ha aparecido otro feminismo. Cualquiera con cierta edad que mire hacia atrás sabe que el feminismo siempre ha sido muy diverso y que lo atraviesan olas, momentos históricos, ciclos. La palabra “feminismos” no es que sea adecuada, es que es la única posible. La mayoría de los debates intrafeministas siempre han estado ahí. lo que ocurría es que el único feminismo que estaba en las instituciones era el feminismo del PSOE. Estaba también, siempre ha estado, el movimiento feminista no institucionalizado, con su enorme pluralidad, la misma de ahora, y sus olas, y sus ciclos y sus momentos. Ambas esferas, la institucional y la no institucional, se miraban de reojo, compartían consensos básicos y poco más. Tampoco se agredían, coexistían. Pero llegó Podemos a las instituciones y con ello la posibilidad de hacer, desde un ministerio, otro feminismo; uno más ligado al afuera de las instituciones, al menos a muchas de sus reivindicaciones, de sus temas, de su carácter, de su lenguaje.