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Mi semana del 8M.


En esta semana anterior a este 8 de marzo,  he estado inmersa en tres artículos/libros/experiencias que por separado me crearon cierta inquietud (inquietud en el sentido de no saber dónde poner los pies) pero que juntos hicieron que las piezas encajaran. Estuve en el encuentro Internacional feminista de hace un par de semanas. Yo, señora de 60 años, asistí con la curiosidad de alguien de 20, porque muchas cosas eran nuevas y algunas me generan inquietud. Es normal. Pero, en realidad, encontrar que el feminismo es capaz de “aggiornarse” al mundo que viene, que ya ha nacido, que está aquí y que nos plantea cuestiones bien diferentes a las que eran las de antes de ayer, es la muestra de que el feminismo está bien vivo.

En el Encuentro Internacional no solo había jóvenes, de hecho, había muchas mujeres de mi edad, señal también de que el feminismo mantiene siempre viva la curiosidad. Pero es cierto que estaba lleno de jóvenes, muchas de otros países, de Latinoamérica sobre todo. Mujeres que, de repente, nos han cambiado las preguntas; y lo han hecho con toda la legitimidad, porque están buscando las respuestas que ellas necesitan, que no son exactamente las mismas que necesitamos nosotras, ni las que necesitábamos hace 20  o 30 años. Hubo muchas cuestiones con las que estaba muy de acuerdo, otras con las que no tanto, pero entre unas y otras latía un hilo conductor: el patriarcado es ubicuo, nos ataca de distintas maneras, nos sitúa en lugares muy distintos y está rearmándose y constituyéndose como una amenaza global contra las mujeres y contra todos los seres humanos, así como contra el planeta en su conjunto. El feminismo está cambiando a la misma velocidad que han cambiado los desafíos.

Estuve en la mesa de “Maternidades decididas” y cuándo me planteé mi intervención la primera pregunta que me surgió fue: ¿de qué madres estamos hablando? ¿de la que se va a trabajar y deja a su bebé en una guardería o con otra mujer, o de aquella que se va a trabajar y que cuando vuelve se encuentra con que los servicios sociales se han llevado a su hija por dejarla sola? ¿De la que trabaja en una empresa del Ibex y siente que tiene encima un techo de cristal o de la que trabaja de cuidadora en una residencia de mayores y siente que el techo se le cae encima cada día, literalmente? En la Mesa estábamos mujeres, madres y no madres, con planteamientos muy diferentes. Y, sin embargo, todo fue bien porque cuando el ambiente es propicio, lo mejor que nos proporciona el feminismo es la posibilidad de pensar en común, pensar en conversación. En el encuentro todo era viejo y era nuevo a la vez. Las jóvenes reconocían la genealogía y nosotras las escuchábamos pasmadas de lo que lejos que se puede llegar.

Después, al día siguiente, leí un artículo de Cristina Fallarás tan certero como siempre. Y siempre como es ella, sin miedo a expresar los miedos, las dudas, como hacen las personas más inteligentes y más sensibles. Explicando lo que muchas sentimos en ese Encuentro. Dudas y miedos. Pero también mucha alegría y determinación. Pensando en las dudas y venciendo a los miedos se crece, se avanza y se construyen espacios abiertos, nuevas maneras de pensar y vivir. Nada más terrible que cerrarse al pensamiento, y hacerlo por miedo. Fallarás, además, hablaba de esto mismo en su artículo: el mundo de hoy no es el de nuestras madres, ni tampoco es el nuestro, mujeres nacidas en otro siglo. Los males siguen ahí, los patriarcados se han transformado, el feminismo lo está haciendo a ojos vista para poder hacer frente a las nuevas formas de opresión, pero también a la manera en que las actuales generaciones de mujeres viven, sienten, sueñan, estudian, follan, aman, perciben el mundo. Sus preocupaciones no son las que fueron en su momento las mías, aunque tengan una raíz parecida; aunque siga habiendo opresores y oprimidas, aunque siga habiendo esclavitud, dolor e injusticia. Pero está en otros lugares, se transmite de manera diferente, va por otros canales, habla otros lenguajes.

Y finalmente, el libro de Almudena Hernando, “La corriente de la historia”,  que se presentan en Madrid el día 14 (Traficantes de sueños) y en cuya presentación tendré el honor de participar. Un libro que sirve para apuntalar todo lo dicho porque es un libro que, entre otras muchas virtudes, nos ayuda a desvelar lo oculto de la realidad que nos rodea y por tanto a comprenderla y, así, a combatir la desigualdad. Con un fuerte impulso ético y feminista, el libro de Hernando nos muestra el foco al que hay que mirar si no queremos perdernos en esta existencia, la de Internet, la de las redes, que crea una realidad paralela que disfraza de maneras insidiosas, pero muy efectivas, la realidad patriarcal, que la reproduce constantemente ante nuestra vista, pero sin que seamos capaces de verla. Este es un libro que abre caminos que el feminismo tiene que aprovechar; y lo hará.

A estas alturas, a mi edad, es magnífico comprobar como la visión del mundo que proporciona el feminismo es capaz de renovarse para hacer frente a una realidad tan cambiante como la de hoy. Esos cambios, aunque algunos son dolorosos, son la garantía de su supervivencia y de su potencia. En este 8 de marzo convulso y vital vemos como el mundo se transforma a una gran velocidad, y no siempre para mejor, pero vemos también que el feminismo es capaz de renovarse a la misma velocidad para plantear siempre las preguntas adecuadas y para ofrecer las respuestas necesarias.  

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

Una respuesta a «Mi semana del 8M.»

Gracias por poner en palabras los sentires y las dudas de esta señora feminista 🏳️‍🌈 del siglo pasado que soy también yo.

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