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Terrible semana del 8 de marzo


Vaya semana que nos han dado entre la Academia y Gallardón. A estas alturas es difícil decir algo que no se haya dicho ya. Respecto a la Academia sigue pareciéndome increíble, pero es un clásico, que cuando se trata de sexismo cualquier tontería puede pasar por cosa seria. En ambos casos nos encontramos con algo también muy corriente: hombres opinando de mujeres, explicándonos, explicando cómo nos sentimos, cómo nos tenemos que sentir, lo que pensamos, lo que tenemos que hacer, cómo vivir, en fin nombrándonos. Yo les diría a todos estos que fueran callándose que ya hablamos nosotras.

Les guste o no a los académicos muchas de nosotras, cada vez más, no nos sentimos incluidas cuando se dice “el hombre”, por la humanidad, por ejemplo. Y no hay más que hablar ni tienen nada que decirnos: no nos sentimos incluidas, y como no nos sentimos incluidas creamos nuevo lenguaje o lo adaptamos a nuestras necesidades. Y como ahora hablamos en público, creamos discurso, escribimos… pues cambiamos los usos del lenguaje. Así que de la misma manera que Reverte nos llama “feminazis” (una palabra que no existe, pero que él necesita utilizar para demostrar su altura moral y sus complejos), nosotras hablamos y escribimos, y exigimos que se hable y se escriba,  de manera que nos sintamos incluidas y reconocidas y esto se acabará imponiendo; simplemente porque ya no pueden vetarnos el acceso a la palabra.

Y quizá eso sea lo que subyace a esta polémica, que los académicos no acaban de aceptar que ahora la lengua también la creamos nosotras, porque hemos accedido al discurso público, al conocimiento, y que por eso nombramos el mundo y decidimos también cómo queremos ser nombradas. Cualquier colectivo que sale de una situación de opresión (negación del acceso al discurso y al conocimiento, entre otras cosas) y se empodera, lo primero que hace es decidir cómo quiere que se le nombre y desde ese momento participa en la creación del lenguaje.

Perder la capacidad de nombrar en exclusiva es perder poder, un poder muy importante; es perder un privilegio, y eso duele; por eso se resisten tanto y por eso nos encontramos con personas muy inteligentes diciendo enormes simplezas, como que tratar de mitigar el androcentrismo del lenguaje, o volverlo más inclusivo, “es un disparate porque el lenguaje está para entenderse”. Yo les diría que si han reparado en que si nos entendemos con el lenguaje es porque el lenguaje describe la realidad que conocemos todos, pero también todas. Porque si la realidad cambia, el lenguaje lo tendrá que hacer también o, de lo contrario, no nos entenderemos. Y ese y no otro es el problema final, que no se admite que lo que ha cambiado es la realidad y que ahora las mujeres exigimos el poder que nos corresponde para definir,  nombrar,  hablar, explicar, crear…entre otras cosas lenguaje.

Respecto a la cuestión del aborto, qué decir. Es una perversión retorcer el lenguaje de los derechos para convertirlo en un lenguaje de ausencia de derechos. La violencia estructural consiste en impedir el libre ejercicio de los derechos reproductivos, en positivo o negativo. Los derechos sexuales y reproductivos están codificados internacionalmente,  reconocidos por la OMS y la ONU y se pueden resumir en uno: libertad de las mujeres para elegir, autodeterminarnos en las cuestiones sexuales y reproductivas. Dentro de esto, tres grandes grupos de  derechos. 1- Libertad para no ser madres sin querer serlo: anticonceptivos, derecho al aborto, educación sexual… 2- Libertad sexual. En positivo: derechos de las personas homosexuales. En negativo: castigo a lo que amenace a esa libertad: acoso sexual, violación, violencia de género… 3- Libertad para poder ser madres en la medida en que cada una quiera: guarderías públicas, horarios laborales razonables, multas más duras contra las empresas que discriminen a las embarazadas, permisos de maternidad y de paternidad iguales e instransferibles, viviendas accesibles para las madres (o parejas) y sus hijos e hijas, sueldos dignos para las mujeres, no precarización del trabajo femenino..en fin, Igualdad. Todos ellos, todos, son derechos que el PP está dificultando, conculcando, imposibilitando… con la reforma laboral, entre otras.

Los recortes del PP son recortes civilizatorios. Si alguien creía que el objetivo era convertirnos en China sólo en las cuestiones económicas salvaguardando los derechos humanos, civiles, democráticos, que se vaya enterando. Posiblemente, claro, porque eso no es posible. Una ciudadanía libre es más difícil de manejar y de oprimir. Y además, todos los derechos, los económicos, los sociales, están entrelazados. Así que este es el plan: devolver a España al grupo de los países más empobrecidos, menos libres, menos democráticos, menos civilizados, más oscuros. De nosotras (y nosotros) depende.

Entrada completa: El Plural

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

4 respuestas a «Terrible semana del 8 de marzo»

Publica sólo si te parece apropiado, pero me hace gracia que aquí defiendas lo que pueda decir la OMS respecto a los derechos y sin embargo luego seas capaz de titular artículos con declaraciones de ser anti- lactancia materna y pidiendo el derecho de poder elegir cuando la OMS recomienda la LM en EXCLUSIVA hasta los 6 meses y complementaria con otros alimentos hasta al menos los 2 años. Por supuesto no es una obligación, básicamente porque hay mujeres que no pueden, pero te siente mal o bien, tu caso, y el de muchas otras que te apoyan se resume en una palabra: EGOÍSTA. Creo que es fácil entender por qué, no voy a entrar en más detalles.

Por otro lado y respecto al lenguaje…me parece una tremenda ridiculez que no te incluyas (que será cierto, no digo que no). Ese afán de dejar claro que están las mujeres y que hombres se refiere sólo al masculino (cuando para mi incluye, si se emplea correctamente, a todos los seres humanos; es más, si dice hombres y sólo hablao del género masculino y mi caso generalmente lo aclaran, cuando con las mujeres esto no pasa) me hace ver que no te sientes igual y necesitas una reafirmación por parte del leguaje. Estoy a favor de la igualdad de derechos, pero ni está bien que en ocasiones sigan cobrando más los varones por el mismo trabajo ni está bien que determinado porcentaje de trabajadores deban ser mujeres. Desde mi punto de vista, parece que no tenemos la capacidad suficiente de conseguirlo por nosotras mismas, necesitamos que nos reserven las plazas.

Por favor, el respeto está mucho más en el tono con el que se dice que con el uso de palabras masculinas para referirse a mujeres y hombres, que por si no lo sabe, en castellano es el genérico.

No necesitamos que nos reserven plazas. Simplemente necesitamos que nos den las que nos correspondan. La cuota masculina, obligatoria desde hace miles de años, aun no ha sido derratada. ¿O es que piensas que las mujeres somos más tontas? Sólo si entiendes que en realidad lo que existe es una férrea cuota masculina entenderás que las mujeres seamos menos en cualquier ámbito excepto en aquellos trabajos peor pagados. Ahí no se aplica la cuota masculina y por tanto los llenamos. Tampoco se aplica en las oposiciones y por tanto, siempre que entrar en una profesión depende de los propios méritos: juez, médicos, notarios, doctorandas etc. entran más mujeres que hombres. Después, cuando se trata de que esas mujeres lleguen a cargos directivos y eso ya no depende de una oposición, entonces se aplica la cuota masculina (que por supuesto no se llama así) y nos quedamos fuera.

Pues en ese caso habría que buscar métodos más parecidos a las oposiciones (que en realidad no siempre consigue plaza el mejor, pero ya es otro tema), obligar a que se contrate a los más competentes, sean hombres o mujeres, habrá casos que serán mujeres, pero ¿y si resulta que de los que se han presentado son mejores 15 chicos y 2 chicas? Que estoy de acuerdo en que todavía es una sociedad machista, ahí está la trampa, puesto que el día que realmente se vea que ambos valemos lo mismo, esa ley seguro que te parecerá ridícula. De la misma manera que veo ridículo que para el mismo puesto de trabajo los hombres tengan que pasar pruebas más duras (en el caso de ser físicas), o es suficiente el nivel que se les exige a las mujeres y por tanto no es necesario pedir más a los hombres, o sólo las mujeres realmente capaces de realizar esa labor la podrán realizar. Para mí, la igualdad no se va a conseguir dando mil y un privilegios a la mujer (que mira que a mi me convendrán en un futuro), quiero que se iguale, que sí, que es difícil, pero veo que a las personas machistas les produce un efecto rebote de que las mujeres necesitan ayuda para llegar es acojonante. Sí, se ha luchado mucho, hemos estado años a la sombra, pero no por eso tenemos ni que ponernos por encima ni ser víctimas, sino luchar por una igualdad de oportunidades real, más cambio de mentes y concienciación y menos leyes que se pueden volver contra nosotras, gracias.

Es obvio que tienes razón en cuanto a la falta de inclusividad del lenguaje para con nosotras y la actitud de la RAE en este sentido, institución que por otra parte está llena de machistas que de vez en cuando escriben por disimular algún artículo sobre sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer. Son, como también dices, muy inteligentes en otros sentidos, pero muy poco propensos a evolucionar en este.
En más de una ocasión he defendido, tanto por estas vías como de forma presencial, que no debería haber un único género no marcado, sino que los dos podrían tener el mismo tipo de marcación, y por lo tanto de prioridad, y, como es fácil suponer, que, en cualquier discurso oral y texto escrito, deberían ser nombrados ambos. Quienes me leen o me escuchan son de otras especialidades, y yo no paso (ni pasaré) de ser una filóloga anónima que a más de un colega estorba y está deseando quitarse del medio a toda costa. ¡Ojalá estuviera alucinando al decir esto!
Lo que está claro en cualquier caso, es que el lenguaje tiene que ser inclusivo a nivel genérico y que los académicos deben evolucionar con el tiempo e incluir en los diccionarios palabras tan españolas o grecorromanas como transgénero y otras de este ámbito y de otros, en lugar de añadir tantos anglicismos superfluos, dado que tienen equivalencia en español en la mayoría de los casos, y con ello no hacen más que corroborar la pérdida de poder de nuestra lengua, haciendo el juego a la gente, si no inculta, sí al menos poco conocedora del vocabulario de la misma. Así es como se devalúa y empobrece, y ante esto, la Academia debería ser más didáctica, con actitudes como la inclusión de palabras autóctonas al lado de los citados anglicismos, a modo de recomendación, de forma que cualquier hablante que use el Diccionario (mucho más los jóvenes) conozca la palabra correspondiente en su propia lengua, puesto que con ello se enriquecería su vocabulario y tendría más posibilidades para emplear una u otra.
En pleno siglo XXI finalmente, no costaría tanto cambiar todas estas actitudes, dado que las comunicaciones son muy rápidas por un lado, y que cambiar de posicionamiento en cuanto al reconocimiento de los dos géneros por igual no supone ningún menoscabo para la lengua, por otro: ni el sistema de la misma se deforma ni las palabras cambian o pierden su significado por ello, por poner solo dos ejemplos de procesos históricos que han supuesto grandes cambios en las lenguas. No estamos pidiendo peras al olmo.

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