Este artículo lo escribo, al contrario que la mayoría, en situación de alborozo. Desde que Irene Montero dijo lo de portavoza han pasado tres cosas con distinto nivel de importancia. En primer lugar todo el país se ha revuelto indignado por esta cuestión. Mientras, Rajoy aprovechaba para advertirnos de que nos vayamos haciendo un plan de pensiones privado porque se lo han gastado todo; y que eso de pensar que chicos y chicas de familias humildes puedan estudiar… que nos olvidemos para siempre (si es que alguien guardaba alguna esperanza de que volvieran los tiempos en que existía una razonable esperanza de poder estudiar aun sin tener mucho dinero).
Etiqueta: Lenguaje inclusivo
En defensa de la lengua
El País, transmutado en periódico de referencia de la derecha, publicó la semana pasada un artículo cuanto menos llamativo: “El peligro mortal de la gramática feminista”. Aunque “peligro mortal” aparecía entrecomillado, nada hacía sospechar el por qué de esas comillas porque todo el artículo venía a incidir en que, efectivamente, publicar un libro con lenguaje inclusivo es algo muy grave. “La Academia alerta de la pérdida de poder del idioma”, gravísimo. Pero yo más bien veo, a lo largo del artículo, que los que pierden poder son los guardianes de la ortodoxia de la lengua; y la ortodoxia de la lengua es patriarcal. Esa pérdida de poder les duele y a El País, refugio de académicos antifeministas, también.
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En el asunto del Concejal Zapata y sus chistes me impliqué a fondo en defender que no debía dimitir (no digamos ya el ridículo asunto de la imputación, que ha llegado después). En todo caso, mi primera posición me generó, naturalmente y lo entiendo, críticas de feministas y compañeras, que inmediatamente pensaron que dicha defensa la hacía desde mi nueva posición como diputada de Podemos. Esa es la explicación fácil pero no cierta. A mí no me conocerá ningún tuit o escrito que pida la dimisión de nadie por una expresión machista u homófoba proferida fuera de contexto o como chiste. Otra cosa es una opinión mantenida en el tiempo y de la que se puede suponer que va a influir en la acción política. Es la opinión, y la acción política lo que hay que juzgar políticamente, no el chiste o una frase descontextualizada; y, en todo caso, se pueden pedir responsabilidades políticas a las personas que se dedican a la política, pero no a las personas que profieren dichas opiniones en su vida personal o antes de dedicarse a la vida pública. En todo caso, es importante asumir que un chiste o una broma no es la expresión de la propia opinión política. Pero lo políticamente correcto nos ha hecho pensar que sí.
Terrible semana del 8 de marzo
Vaya semana que nos han dado entre la Academia y Gallardón. A estas alturas es difícil decir algo que no se haya dicho ya. Respecto a la Academia sigue pareciéndome increíble, pero es un clásico, que cuando se trata de sexismo cualquier tontería puede pasar por cosa seria. En ambos casos nos encontramos con algo también muy corriente: hombres opinando de mujeres, explicándonos, explicando cómo nos sentimos, cómo nos tenemos que sentir, lo que pensamos, lo que tenemos que hacer, cómo vivir, en fin nombrándonos. Yo les diría a todos estos que fueran callándose que ya hablamos nosotras.