Hace pocas semanas se frustró en Argentina la celebración del primer matrimonio entre personas del mismo sexo que se iba a celebrar en Latinoamérica. Una juez había decidido que las parejas del mismo sexo estaban discriminadas y otro juez detuvo la celebración que ya estaba prevista. La ceremonia legal se frustró en el último momento por culpa de una maniobra de dudosa legalidad que instigaron a la desesperada los grupos más reaccionarios entre los que está, como siempre, la iglesia católica.
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El matrimonio entre personas del mismo sexo ha sido la conquista legal más visible del Movimiento Homosexual en España; una conquista que ha tenido importantes repercusiones en el resto del mundo. Especialmente en América Latina, la consecución de dicha ley en España significó que una parte del movimiento cambiara su principal reivindicación de leyes de uniones de parejas a una ley de matrimonio. La realidad es que lo conseguido en España ha tenido allí un importante reflejo, no sólo por nuestros evidentes vínculos históricos y culturales; el hecho de que España sea también un país del sur (geográfica y políticamente en la Unión Europea) y católico, ha hecho pensar a los y las activistas de América Latina que un cambio legislativo de esta naturaleza quizá no fuera tan imposible como se venía pensando.
Hace tres años realicé junto con mi mujer y nuestro hijo adolescente una mini gira por algunos países latinoamericanos, concretamente estuvimos en Perú, Argentina, Chile y Uruguay. Nos reunimos con los movimientos de homosexuales y transexuales en esos países y también con representantes políticos, estuvimos en los parlamentos y en las universidades e impartimos varias conferencias. Después hice otros viajes a países como Colombia, Venezuela, Educador o Costa Rica y de esos viajes saqué la conclusión de que Argentina sería el primer país latinoamericano en aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Entonces parecía imposible pero hoy está a punto de suceder. Posiblemente le siga, más tarde o más temprano, Uruguay y más adelante poco a poco, le irán sucediendo otros países en los que ahora parece imposible que tal cosa suceda.
También parecía imposible en España hace diez años. Ahora no solo nos podemos casar en igualdad de condiciones con las parejas heterosexuales, adoptar hijos y las lesbianas tenerlos por inseminación artificial, sino que España ha “animado” a otros países, supuestamente más avanzados, como Suecia a aprobar dicho matrimonio. También en Portugal el tema ya se ha incluido en la agenda política para la nueva legislatura. En la actualidad, dicho matrimonio existe en Bélgica, Holanda, Suecia y España pero, como ya digo, hay otros países que lo aprobaran pronto.
La igualdad en democracia es, simplemente, imparable. La igualdad entre los ciudadanos y ciudadanas es la base en la que se asienta la democracia, así que más tarde o más temprano esta llega. Llega a pesar de que en Latinomérica la iglesia católica y otras iglesias evangélicas, sufragadas por la extrema derecha norteamericana, están haciendo el máximo esfuerzo para que esto no suceda. En estos momentos la lucha ideológica se está desarrollando no en torno a los temas económicos, como en el pasado, sino en los temas relacionados con el cuerpo y la autonomía. En realidad, es la misma lucha con otros nombres. La derecha lo ha entendido, la izquierda tiene que hacerlo. Mediante el control de los cuerpos, especialmente de los cuerpos de las mujeres, la derecha intenta controlar las voluntades y así mantener el statu quo de siempre.
Mediante la formación y el mantenimiento de cuerpos dóciles y alienados se mantienen las clases sociales, las desigualdades económicas, se alientan políticas educativas, sanitarias o demográficas discriminatorias y destinadas a mantener los antiguos privilegios. El derecho al placer sexual, al aborto, a la anticoncepción, a elegir cómo y cuándo morir, a la eutanasia, a los tratamientos paliativos, a la inseminación artificial, a la investigación con células madre y sobre todo, la igualdad entre hombres y mujeres y la destrucción de todos los mitos patriarcales, todo esto no sólo tiene que ver con la igualdad y la libertad, son asuntos que están directamente relacionados con el derecho a la educación universal y gratuita, con el derecho a la sanidad universal y gratuita, con el derecho de todos y todas a vivir vidas dignas y con las mismas oportunidades reales.
Conferencia ofrecida en San Sebastián: Master Derechos Humanos, universidad de Derecho.
E1 de julio de 2005 se aprobaba en el Parlamento Español la ley 13/2005 de “Modificación del Código Civil en Materia de Matrimonio” popularmente conocida como Ley de Matrimonio Homosexual. La ley no creaba, por tanto, una nueva figura jurídica adaptada a los y las personas homosexuales sino que, simplemente, modificaba el Código Civil en lo que se refiere a la capacidad de las personas de contraer matrimonio. De hecho, a pesar de la complejidad y de la extensión del camino recorrido, la modificación legal en sí fue extraordinariamente sencilla; consistió en, además de añadir un pequeño párrafo al artículo 44 CC, sustituir en varios artículos más, relativos al matrimonio y a la filiación, marido y mujer por cónyuges o padre y madre por progenitores. Una reforma técnicamente sencilla para un cambio social, político y jurídico radical desde nuestro punto de vista[1].
La igualdad necesaria
Al fallo del Tribunal Supremo californiano declarando inconstitucional las leyes que prohíben el matrimonio entre personas del mismo sexo se suma ahora Nueva York, que va a casar y a reconocer el matrimonio contraído en otros estados. El fallo de California era esperable. Una cosa es que no existan leyes que reconozcan ciertos derechos, puesto que éstos son históricos y producto de largas batallas, y otra muy distinta que sea factible restringir legalmente el acceso a esos derechos, es decir, excluir explícitamente de su disfrute a un grupo de ciudadanos/as y hacerlo, además, en base a una conducta o a una orientación personal perfectamente legal, legítima y considerada igual a otra. Ninguna constitución moderna que tenga como base la igualdad puede dar cabida, hoy día, a ese tipo de exclusiones. Por eso la batalla por el reconocimiento de la igualdad legal, esto es, del acceso a las leyes matrimoniales (única legislación que en los países occidentales aun consagra la discriminación) está ganada incluso aunque la igualdad no se haya conseguido formalmente en todos los países. No es más que cuestión de tiempo.
El matrimonio entre personas del mismo sexo desde la disidencia sexual
Curso: Teoría queer y activismo. Organizado por la Universidad de La laguna (Tenerife) 22 y 23 de mayo de 2008
El matrimonio entre personas del mismo sexo (la ley 13/2005) ha sido el éxito más visible del Movimiento Homosexual en España. Sin embargo, no todos l@s activistas lgtb habían estado de acuerdo en esta reivindicación y, por el contrario, el sector que hoy diríamos más cercano a la teoría queer se había mostrado reiteradamente en desacuerdo, no ya con esta conquista, sino más bien con que, como reivindicación, fuese prioritaria [1]. La acusación más frecuente que se hacía a los sectores oficialistas era la de que la reivindicación del matrimonio era una reivindicación conservadora. Si bien la influencia política y la visibilidad del Movimiento lgtb en España era novedosa en el momento en que se comenzó a trabajar en pro de una ley de matrimonio, el debate en sí no era más que un remedo del viejo debate político de reforma o revolución [2]con un traje nuevo: en este caso el traje de los derechos de las personas homosexuales.
Celia Amorós ha explicado en muchas ocasiones su consideración de que el paradigma de la Ilustración que proclamó la igualdad universal mientras teorizaba al mismo tiempo la desigualdad de las mujeres, se configuró, sin embargo y es de suponer que a su pesar, como el marco teórico que permitió que el feminismo fuera pensable; porque esa teorización imperfecta de la igualdad puso la semilla de una voluntad y de un deseo que superó con mucho los límites que los propios ilustrados le impusieron. Eso ocurrió primero con el feminismo, que la filósofa Amelia Valcárcel llamó “hijo bastardo de la Ilustración”, hijo por tanto no querido, y ocurrió después con muchos otros grupos sociales excluidos de la Igualdad, de la Libertad y la Fraternidad revolucionarias. En ese sentido, la teorización de los derechos LGTB sería el hijo más ilegítimo de la Ilustración, pero uno de los que con más fuerza ha venido a exigir que le sea reconocida su filiación ilustrada. Es evidente que ni los derechos humanos ni los derechos civiles se teorizaron pensando en los que pronto serían llamados perversos sexuales, pero sin embargo han terminado siendo nuestro marco de referencia imprescindible.
Hace poco más de un año que se aprobó en el Congreso de los Diputados la Ley de modificación del Código Civil en materia de matrimonio que es como técnicamente se llama la ley a la que todo el mundo se refiere como la ley “de matrimonio homosexual”. Esta ley significa, en la práctica, acabar con la única discriminación legal que nos quedaba a gays y lesbianas para poder ejercer la ciudadanía plena. En esos días aparecieron en todos los diarios y revistas del país y de fuera de él multitud de reportajes, declaraciones, entrevistas, de distintas personalidades públicas y políticas que opinaban sobre la ley y sus consecuencias; sobre la enorme trascendencia social que tendría una medida de estas características. Los políticos profesionales se han convertido en los interlocutores para todo tipo de temas que, finalmente, tienen que pasar por el Parlamento lo cual, aunque previsible, implica una cierta injusticia con los verdaderos actores y actrices de cualquier proceso social.
Matrimonio: Historia de una lucha
En los últimos meses, desde que la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo salió definitivamente del Congreso de los Diputados he participado en muchos cursos y conferencias en las que se me ha pedido qué explique, en mi calidad de Presidenta de la FELGT cual ha sido el proceso que ha llevado a España ha conseguir una de las leyes más avanzadas del mundo en este terreno. En estos cursos he coincidido con otros activistas, con políticos de diversos partidos, profesores de derecho, profesionales de los medios de comunicación, líderes de la comunidad LGTB etc., que han ido dando cada uno su propia visión de la realidad. Con el tiempo se corre el peligro de que la realidad se desdibuje y que cualquiera pueda apropiársela. Lo cierto es que la historia ha sido como ha sido y, aunque el resultado nos pertenece a todos, la lucha la han encabezado sólo alguno@s. Por eso creo que, en espera de que se escriba una historia que hable con los protagonistas, los que estuvimos allí tenemos el deber de escribirlo para que no lo hagan otros por nosotros.
Hablamos con…Beatriz Gimeno
Una revolución en los derechos civiles
Beatriz Gimeno es presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales. Este diálogo tuvo lugar dos días antes de la celebración del tercer congreso de la FELGT (20 a 22 de mayo de 2005), en el que Beatriz ha sido reelegida como presidenta. Aprovechamos la ocasión para expresar nuestro agradecimiento a Beatriz y a todo el activismo LGTB, por su decisiva contribución a la libertad de todas y todos. Publicado en Iniciativa Socialista número 76, verano 2005
Iniciativa Socialista.– Beatriz, ¿cuando el segundo congreso de la FELGT te eligió como presidenta de la federación, pensaste que te tocaría gestionar desde allí el proceso que en muy corto plazo llevaría al reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo? ¿Qué sientes hoy ante está ya muy cercana realidad?
Beatriz Gimeno.- No, claro, ni lo pensé yo ni lo pensamos ninguno de los que estábamos allí. Entonces parecía muy lejano. El II Congreso de la FELGT fue un congreso de resistencia, el PP estaba cercenando derechos consolidados y nos preparábamos para una dura travesía del desierto. En aquel momento nadie pensaba que las cosas fueran a cambiar tanto.
IS.- Estamos ante una reforma legal. ¿Crees que sería exagerado hablar, sin embargo, de revolución?
BG.- Es una revolución en los derechos civiles. Es una reforma legal que convierte a España en el país más avanzado del mundo en relación a las personas LGTB. Sin duda es una pequeña revolución en la concepción de la familia que hasta ahora ha tenido el Estado.
IS.- Esta ley ha contado en el Congreso de diputados con el apoyo de todas las fuerzas políticas, salvo el PP y UDC. Sin embargo, hace no tanto tiempo parecía que el horizonte máximo era una ley de parejas de hecho, y una vez que desde la izquierda política se comenzó por fin a hablar del derecho al matrimonio seguían expresándose dudas y vacilaciones respecto a la adopción. ¿Qué ha ocurrido para que haya tenido lugar un avance tan rápido?
BG.- Cuando se escriba la historia se verá el papel que la FELGT tuvo en este cambio. Hace diez años el movimiento se partió en dos: los que eran partidarios de luchar por una ley de parejas porque pensaban que el país no estaba preparado para el matrimonio y los que pensábamos (la FELGT) que la igualdad no admite paradas intermedias y que, en todo caso, nunca estaría la sociedad preparada si no hablábamos de ello. Desde entonces, la FELGT se convirtió en el único interlocutor político y, como tal, nunca admitimos una ley de parejas. Eso hizo inevitable que llegara el matrimonio. Finalmente, la izquierda no podía hablar de una ley de parejas sin encontrarnos enfrente. Era ridículo aprobar una ley de parejas que el movimiento iba a rechazar incluso en la calle. Convertimos el matrimonio en la única opción viable. Sólo los grupos más de derechas hablaban de ley de parejas y la izquierda no podía tenerles a ellos como interlocutores válidos.
IS.- A nuestro entender, hay reformas legales que deben atender necesidades sociales perjudicando algunos intereses y recortando privilegios. Sin embargo, la reforma del matrimonio parece que no daña a nadie y beneficia a muchas personas hoy discriminadas. Sin embargo, la reacción de la jerarquía católica y de la parte más ultramontana del PP ha sido feroz, con un lenguaje muy agresivo, juntado firmas, poniendo zancadillas institucionales y llegando a llamar a la insumisión de jueces y cargos políticos electos. ¿A qué viene esto?
BG.- En que sí que les perjudica. Hasta ahora la Iglesia ha podido mantener la ficción de que el matrimonio civil tiene algo que ver con ellos. Es cierto que es civil, pero dado que el matrimonio eclesiástico tiene efectos civiles automáticos (cosa que no ocurre en los demás países europeos) y dado que la mayoría de la gente se casa “por la iglesia” (la primera vez que se casa) hay una cierta apariencia “sacramental” en el matrimonio. Ahora eso se acaba. Esta ley pone de manifiesto de manera palmaria que el matrimonio es una ley civil y que el sacramento del matrimonio es otra cosa. Se pone de manifiesto que quien casa es el Estado, y el Estado decide quien puede acceder al matrimonio y quien no y en qué condiciones. Eso abre una puerta, es cierto, que en el futuro podría impulsar otras modificaciones del matrimonio.
IS.- Tenemos la impresión de que ha habido un cambio social en la actitud ante la diversidad sexual, y que el mérito de su logro ha recaído sobre los colectivos de lesbianas, gays y transexuales, sin una implicación profunda de otras organizaciones y movimientos, con la excepción, quizá, de una parte del movimiento feminista, y no todo. Pero no quiero comprometerte pidiendo tu opinión al respecto. En positivo, ¿animarías a organizaciones sociales que se mueven en otros ámbitos a participar de forma activa y expresa en la acción contra la homofobia, al igual que la FELGT aparece en campañas muy diversas que en principio no tienen nada que ver con vuestros objetivos específicos pero sí con la libertad y la convivencia común?
BG.- Es imprescindible. En estos años nos hemos sentido muy solos. Hemos estado en todo lo que nos parecían causas justas y que fomentaran la igualdad y los derechos civiles. No hemos recibido lo mismo. La homofobia es transversal y hemos percibido mucha homofobia en gente que se deja la piel luchando por otras causas. La homofobia está aquí, entre nosotros y en todas partes. A veces camuflada en gente de izquierdas. Está en el colegio donde se hace al niño la vida imposible, en el acoso escolar, en los trabajos, en las familias, y eso por no hablar de la cultura o la sociedad en general. Y, sin embargo, eso no concita indignación ni solidaridad evidente de mucha gente que debería estar con nosotros. La ley de matrimonio tiene muchas cosas buenas, pero una de ellas es que ha obligado a la gente a posicionarse, y eso nos ha permitido no sentirnos tan solos como en todos estos años.
IS.- Esperamos que la ley será aprobada durante el mes de junio. Con ello, quizá quede abolida legalmente en España toda discriminación por orientación e identidad sexual, salvo en lo que se refiere a la condición transexual cuyos derechos no han sido aún reconocidos. Quiero preguntarte dos cosas al respecto: la primera, si esperas que la ley de identidad de género será conseguida en esta legislatura.
BG.- He tenido mis dudas porque he hablado con gente del PSOE y a veces he tenido la impresión de que consideraban que con la ley de matrimonio ya habían cumplido. Por otra parte, la ley de identidad de género está en su programa electoral y, por ahora, el PSOE va cumpliendo. Espero que salga, nosotros vamos a trabajar por ello porque nadie está más discriminado y estigmatizado que las personas transexuales. Es de justicia.
IS.- La otra pregunta es: ¿la desaparición de la discriminación legal implica también la desaparición automática de la homofobia y de formas cotidianas de estigmatización y discriminación? Dicho de otra forma: ¿se acabó aquí una larga historia de lucha y emancipación, o bien queda mucho curre por hacer, en España y en el mundo?
BG.- Queda mucho por hacer. La igualdad legal es como el voto para las mujeres. Imprescindible desde luego, pero no nos trajo la igualdad real. La homofobia y la misoginia son casi dos pilares de nuestra cultura. Acabar con ellos no es cuestión de años, sino de siglos.
IS.- Para terminar, nuestro agradecimiento por concedernos la entrevista en días de tanto trajín, pero sobre todo por el trabajo que tú, como tantas lesbianas y tantos gays de todo el mundo, habéis hecho para que todas y todos, homos o heteros, seamos más libres. Y una pregunta curiosa: ¿hay ya lema para el Día del orgullo 2005? Sin duda va a ser un gran día, inolvidable, la fiesta de la libertad y de la igualdad en la diversidad.
BG.- Sí, el lema este año indica que seguimos en la lucha. “Y ahora l@s transexuales”. No hemos querido ni esperar un mes para ponernos a ello.
