Desde hace unos meses hemos visto como el caso de Infancia Libre se convertía en una trama montada por ciertos medios de comunicación y, como tal trama, desmontada por periodistas como Ana Isabel Bernal Triviño o Marisa Kohan. Pasado el tiempo suficiente es evidente que esta asociación ha sido utilizada para fortalecer la idea de las denuncias falsas y de la maldad de las madres que pretenden negar los derechos de los padres. En Infancia Libre no hay ninguna trama y son casos diferentes que se irán resolviendo de maneras diferentes. Lo que caracteriza a estas madres es que sostienen que sus hijos e hijas han sido víctimas de abusos sexuales y que han decidido protegerles a toda costa y sintiendo que no encuentran amparo en los tribunales, incluso escondiéndose de la justicia. Los casos son muy diferentes unos de otros pero si yo tuviera esa sospecha respecto a mi hijo, o esa certeza, y ningún tribunal me amparara, es probable que tomara la misma decisión. Y esto es así porque hay cuestiones que no están apareciendo en los análisis:
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Palabras necesarias
Pederastia y poder
La iglesia y el sexo
La mayoría de la gente está convencida de que la prevalencia de la pederastia entre los curas se debe a la obligatoriedad del celibato. Yo estoy convencida de que no, o al menos no del todo. En realidad los curas son célibes, pero a la vista está que muchos no son castos. Esa idea de que la sexualidad masculina es como una bomba hidráulica, algo que se llena de un fluido mágico que tiene que salir por algún sitio o explota, causando males muy grandes, es uno de los mitos más antiguos del patriarcado y sirve para justificar casi cualquier comportamiento sexual masculino, desde la necesidad de la prostitución hasta las violaciones. Por supuesto que no es más que un mito y hay muchas personas, hombres y mujeres, castos por necesidad o por elección, que están tan tranquilos sin acosar, abusar o violar a niños. Y también hay muchos hombres casados o con pareja que son pederastas o violadores