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Simplezas para recordar


Las personas de izquierdas nos empeñamos en argumentar mucho lo que pensamos; tenemos la infantil manía de creer que si demostramos que tenemos razón, que los argumentos que damos son ciertos, si presentamos datos incontestables, convenceremos a quienes nos escuchen. Esto no es exactamente así porque, entre otras cosas, la política, al menos la actual, no es un debate. Se puede debatir entre sectores del mismo espectro ideológico; se pude debatir cuando se tiene algo en común, cuando se comparte cierto imaginario ideológico, pero cuando no se comparte ni el vocabulario, ni el imaginario cultural, ni se maneja el mismo significado para los conceptos, ni se tiene una idea siquiera parecida del mundo…entonces no hay debate posible. Entre la izquierda y la derecha no puede haber debate: hay una guerra cultural y cuanto antes lo comprendamos mejor. Luchamos por imponer, democráticamente, visiones antitéticas del mundo.

Y hace décadas que la izquierda renunció a ganar esa guerra. Es necesario que la izquierda entienda que esa batalla hay que darla en todo caso y que las mayorías parlamentarias importan poco si no se gana la batalla cultural (perdón por el lenguaje bélico, no se me ocurre otra palabra). Debido a que el PSOE renunció durante sus dos legislaturas (y mucho antes) a ganar la batalla cultural: feminismo, impuestos, medio ambiente, política exterior, fraude fiscal, corrupción… es por lo que hoy el PP es hegemónico. Cuando se gana la batalla cultural tarde o temprano se gana la de los votos.

Ellos no debaten ni intentan convencer a nadie con la verdad. Es tan evidente que mienten y manipulan que la cosa resultaría ridícula si no fuera porque sus mentiras son mucho más efectivas que nuestras verdades, especialmente si renunciamos a extenderlas y pensamos que basta con legislar, porque no basta. Por ejemplo: a los antiabortistas no les importa nada que se aborten más o menos fetos o embriones, esos fetos o embriones les dan exactamente igual porque esa no es la cuestión. La verdad  -con cifras y datos contrastados, y ellos lo saben perfectamente- demostraría que las leyes que regulan de manera segura el aborto contribuyen a que éste descienda, y no a que crezca, que con leyes antiabortistas crece el número de abortos y crece el número de mujeres que mueren; que una buena información sexual y fácil acceso a los anticonceptivos hacen que descienda radicalmente el número de abortos o, si lo prefieren, de fetos y embriones muertos. Si por los fetos fuese, la derecha se encargaría de que hubiera buena educación sexual, fáciles anticonceptivos y leyes de aborto seguras. Pero es que esa no es la cuestión. La cuestión que ellos no mencionan, por supuesto, es que lo único que les importa es que las mujeres sean dueñas de sus cuerpos y de sus vidas. Porque una sociedad de mujeres y hombres iguales no es la sociedad que quieren. Por eso siempre ha sido inútil contraponer cifras y datos ciertos a fotos de fetos desmembrados, porque ahí perdemos. Sólo educando, de verdad, en igualdad y en sexualidad se puede ganar esta batalla. Las leyes solas no bastan.

Esto sirve con todo. Con la economía especialmente. Es inútil esforzarse en demostrar ahora, está más que demostrado, que los ajustes brutales no van a hacer crecer la economía, que no van a traer más trabajo, sino menos, que el control obsesivo del déficit nos conduce a la recesión. Es inútil citar a Keynes. Ellos conocen de sobra a Keynes, lo habrán incluso estudiado en esas Escuelas de Negocios donde aprenden seguramente que Keynes es lo que hay que evitar. Todo lo que dicen los economistas de izquierdas que va a pasar y que está pasando lo saben también, ¿o son tontos? Pues no. Lo que pasa es que ésta es una guerra económica. La izquierda defiende los intereses de la mayoría, especialmente de los más pobres, es decir, de los que no tienen voz. La derecha defiende los intereses de los ricos, muy pocos, pero muy poderosos y con mucha voz.; con capacidad para imponer y extender sus intereses. Pero como resulta que sus intereses son muy minoritarios tienen que hacer un enorme esfuerzo de manipulación para que la mayoría de la gente termine aceptando esos intereses muy minoritarios como propios. Por eso la derecha nunca renuncia a la batalla cultural porque les es vital.  Lo que está ocurriendo en Europa parece una cuestión técnica que la gente normal no podemos entender, parece cosa de brokers, de economistas, de licenciados en importantes y caras universidades, pero en realidad no es más que la eterna guerra de los ricos por hacerse más ricos y por desposeer a la inmensa mayoría. Estamos viviendo el asalto final de una guerra larga contra el estado del bienestar y un cierto concepto de distribución de la riqueza.

Ahora es inútil tratar de convencer a nadie con cifras y datos aunque sean reales e incontestables porque la lucha no se desarrolla en el terreno de las cifras y datos, sino en el de las ideas. Cuando la izquierda gobierna se achica y renuncia a dar la batalla por extender sus ideas, mientras que la derecha redobla sus esfuerzos, su dinero, sus medios de comunicación, para extender las suyas. Por mucho que la izquierda gobierne y legisle, si no da la batalla cultural perderá; y perderá por muchos años porque ellos, la derecha, han ganado, además de los votos, la batalla de las ideas.

Entrada completa: El Plural

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

10 respuestas a «Simplezas para recordar»

Las minorías usan argumentos racionales, las mayorías comparativos (Psicología Social). Sencillamene no necesitan argumentar, la cultura general tiene por fondo valores capitalistas

Claro, pero eso es por algo. Los valores capitalistas no se han hecho hegemónicos porque sean mejores, sino porque los que los apoyan se han esforzado en extenderlos y han ganado. A partir de ahí o se invierte en revertir esa tendencia o no hay nada que hacer.

Respecto al psoe que yo no llamaría izquierda, llevaba y lleva utilizando un diálogo de perdedores desde hace tiempo, incluso se ha visto desde los cercanos al PP que hay una sensación de que «se han dejado ganar». Diría mas, se ha mirado incluso con «ilusión» al PP y los peperos: «a ver si estos consiguen algo», que el país está como está por cosas de las que se han mostrado incapaces de solucionar.
Pero no creo que se han esforzado en extender los «valores capitalistas» sino que no se ha visto ninguna alternativa clara, ni movimientos 15 M, ni manifestaciones de familias alternativas, ni arengas de la rosa ni clamores a libertades, ni recordar guerras y antepasados, ni cabreos populares por delincuencias, ni mosqueos contra bancos.. convencen a muchos de que haya otra cosa que ésta: «hay un mundo mejor pero es carísimo», por tanto ganemos dinero, como sea, el resto ¿que mas da?

Beatriz, me parece una reflexión muy interesante y oportuna. La comparto plenamente. Sí, yo también soy de la idea de que el término izquierda es muy equívoco, pero es inevitable que lo utilicemos. Dentro del PSOE, como en cualquier otra formación de izquierdas, yo distinguiría entre los oportunistas -que van en primer y casi único lugar en búsqueda de poder, fama, dinero y que por ello, «ma-tan»- y luego los «perseguidores» de esos otros valores que se definieron a partir de la Ilustración y que denunció Marx, Simone de Beauvoir y otrxs. Esa es la batalla perdida por la izquierda, la incapacidad para observar esa transmutación de valores ¿o la potencia de un sistema como el capitalista? y por supuesto el renunciar a la auto-crítica. Bueno … y muchas otras cuestiones.

Siempre ha sido una lucha ideológica; pero para la izquierda ha de ser pedagógica o no tendrá sentido, pues se fundamenta en el despertar de la responsabilidad de la base social (la mayoría); mientras que la derecha se fundamenta en el poder, justificado con el sentido del orden y las tradiciones ancestrales y las verdades establecidas, que siempre benefician a una minoría, porque su diseño social es piramidal, similar a como funcionan los ecosistemas naturales (de ahí su mayor éxito, no debido un mayor talento, sino a que estamos predispuestos para aceptarlo con mayor naturalidad): pocos depredadores, muchas presas potenciales, un sistema cerrado que funciona muy bien. Lo que viene planteando la izquierda, con graves errores históricos (porque es muy fácil caer en la tentación natural de imponerse por la fuerza y terminar estableciendo una jerarquía similar a la combatida, para defender un sistema que ha dejado de ser el que en un principio se defendía), es el despertar de las consciencias, todos somos responsables de lo que somos y nos sucede, y el sistemas somos nosotros y no algo que nos viene impuesto, nadie hay por encima; no hay verdades absolutas ni sagradas, todos somos iguales en nuestra desigual individualidad (porque podemos así establecerlo si nos da la gana, es sólo cuestión de voluntad), y nuestro futuro depende de la cooperación colectiva con consciencia individualizada.

Para esto es necesaria una mayor y mejor educación y formación; pero no quita para que si en un momento dado hay que llegar a la rebelión, así sea, sin embargo esa no es la finalidad, ni el fin justifica los medios.

Estoy en total acuerdo con su reflexión. No se puede decir de mejor forma una verdad tan sencilla pero, sin embargo, tan desconocida para la izquierda.
Yo creo que este olvido ha sido principalmente el error de ZP, al dejarse ganar la «batalla» de las ideas que la derecha ha sustituido por la batalla de los mensajes simplistas, sin contenido, pero que, de forma machacona ha lanzado a través de un equipo «profesional» de voceros de medias verdades (todos sabemos de quien/es hablamos) apoyados por el enorme ejercito mediático del que disponen.
Ha sido bochornoso ver a estos voceros poner verde a ZP constantemente y al «bambi» ni debatir, ni contestar, ni tener un equipo alrededor que, de manera educada, saliera al paso de tanta falacia. Para mi esta es la critica mayor que se puede hacer a ZP: haber hundido a la izquierda en un pozo de difícil salida.
Al final la lluvia constante ha tenido éxito y ahora, a ver quien en el guapo/a, que pueda crear un equipo que con ideas como usted dice, pero con firmeza, se enfrente al tinglado que ha montado la derecha.

Respecto a las diferencias entre derecha e izquierda yo insistiria en diferenciar en esta última entre «rojos» y «progres». Estos últimos parecen haber abandonado conceptos progresistas tradicionales como lucha de clases, justicia social, estado de bienestar, impuestos progresivos sobre la renta, el capital y la herencia…en favor de la defensa de una sociedad permisiva.
Esta es la tesis de un ensayo del usamericano Paul Edward Gottfried, según este autor «la izquierda postmarxista cambió sus planteamientos mucho antes de la caída del muro de Berlín: las transformaciones socio-económicas en Francia e Italia habían debilitado el discurso obrerista de la izquierda.». En definitiva, la tesis de Gottfried es que la clase trabajadora ha desaparecido del horizonte de la izquierda postmarxista y que ha sido reemplazada por la defensa de unos valores hedonistas y relativistas que deben servir para una profunda transformación cultural y antropológica. En consecuencia, no es incompatible ser un radical en materia de estilos de vida con disponer de una abultada cartera de acciones en una multinacional con sede en un paraiso fiscal.

Tengo la sensación de que si el tal Koch está equivocado, su vida, señor Alfonso, carecerá de sentido. A estas alturas no nos vamos a poner a discutir sobre el aborto; este es un derecho, y los derechos no se discuten.

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