Venía escuchando esta mañana en la radio un recuento de esas obras inmensas que durante años hemos padecido en España, que han saqueado (esa es la palabra) las arcas públicas sin que nadie haya pagado por ello, ni haya hecho siquiera una declaración reconociendo el error. Aquí no hay propósito de enmienda por ningún sitio. Somos un país de nuevos ricos y nos resistimos a admitir que el gasto público deba usarse en cosas que a lo mejor no brillan tanto pero que son necesarias y no en fastos, edificios o infraestructuras inútiles. Es posible que muchas de esas construcciones y obras no sean delito, pero el despilfarro público debería estar castigado de alguna manera.
Hoy se cierra el aeropuerto de Ciudad Real. Decenas de miillones al parecer. Del de Castellón no hablamos, pero según hemos leído sigue gastando: en hurones y pájaros y en seguridad, millones en total; del AVE por La Mancha ya cerradas varias estaciones y líneas, tampoco hablemos; el Puerto de Laredo, sin un sólo barco; un aparcamiento subterráneo inmenso en Castro Urdiales, que nadie quiere explotar ni pagar; edificios «emblemáticos» en pueblos en medio de la nada… Cuando escribí en contra del nuevo, inútil e infrautilizado AVE por La Mancha la gente me dijo que las infraestructuras son necesarias. Son necesarias las que lo son y por sí solas no crean ni trabajo ni riqueza.
Un tertuliano decía para justificar todo este despilfarro que en España, al menos, este gasto se ve. Que se vea no quiere decir que esté bien gastado. Hace poco conducía con una amiga extranjera por Zamora, por una autopista de cuatro carriles, a veces seis, en un lugar que sufre de crónica despoblación y que jamás sufre de atascos. Era una autopista propia de Los Ángeles, pero en Zamora. Y como está claro que todas esas inmensas obras se han hecho sin planificación de ningún tipo, sin ningún informe previo que previera su uso y su rentabilidad, supongo que alguien habrá ganado mucho dinero, aunque no sea ilegal, malgastando el dinero de todxs.
Pero a niveles pequeños también ha ocurrido. Lo pensaba a propósito de una carta que recibí ayer mismo. Una universidad me escribía para preguntarme si cobré y cuánto por una conferencia que dí acerca de la ley de Matrimonio dentro de un ciclo organizado por esa universidad sobre los cambios legislativos favorables a la población lgtb. El caso es que no cobré esa conferencia porque no la dí, porque ni se celebró la conferencia ni tampoco el ciclo. Es un ciclo fantasma que se montó un profesor supongo que con intención de cobrar a la universidad por una actividad no realizada. No es la primera vez que me incluyen en conferencias que no se realizan pero que alguien cobra por mí. En estos casos hay claramente un delito, pero no deja de ser sorprendente que profesores universitarios estén dispuestos a tirar por la borda sus carreras profesionales por unos cuantos miles de euros. Supongo que eso indica el ambiente general que hemos vivido.
Un ambiente en el que daba la impresión de que el dinero público estaba ahí para cualquiera que se le ocurriera hacer cualquier cosa, legal unas veces aunque inmoral e ilegal otras. Durante estos años pasados en los que he dado muchas conferencias por toda España hace un par de años me ocurrió que me llamó una concejala de cultura de un pequeño pueblo minero de las montañas leonesas para pedirme que fuera hasta allí a dar una conferencia sobre lesbianismo. Le pregunté que si estaba segura, que no parecía un tema que fuera a despertar pasiones en su pequeño pueblo de 2000 habitantes, la mayoría mineros jubilados y sus familias. Ella insistió. Me pagaban 700 euros por la conferencia más hotel y el viaje. Acepté y allí que me fui en un viaje largo en tren y autobús.
A la conferencia no asistió nadie, naturalmente. El pueblo era un pueblo de pacíficos mineros jubilados y de amas de casa que llenaban por la tarde la casa de cultura buscando actividades que se adecuaran a sus necesidades y gustos. Le dije a la concejala que no me pagaran (aunque yo había ido) y que ya bastaba con los gastos del viaje pero me contestó que esos 700 euros estaban presupuestados así y que por tanto tenían que pagarme. Esta no es una anécdota aislada, me ha ocurrido bastantes veces y supongo que es algo que le ocurre a mucha otra gente que da conferencias, clases o charlas. ¿No hubiera sido más correcto proponer actividades, discutirlas con las vecinas, hacerles partícipes, atender a sus sugerencias? Ya sé que estas cuestiones son pequeñas y no han generado la crisis pero son consecuencia de una crisis moral de enriquecimiento a toda costa y de gasto inútil de la que también tenemos que salir.
8 respuestas a «Despilfarro grande, pero también pequeño»
La crítica del despilfarro público, tal y como la planteas, solo la haces desde el plano económico y monetario, y como mucho de empleo y riqueza. ¿Cualquier empleo y riqueza? Quizás se queda a medio camino o está desenfocada si se tiene en cuenta que el despilfarro puede aplicarse a otro tipo de intercambios y economías que no sean las simplemente dinerarias: las que tienen también en cuenta otros valores y bienes valiosos. Además, con ella dejas de lado un aspecto central de la realidad que está abierto y necesita concretarse y definirse para poder abarcarla en su complejidad y comprensión. Dado que los hechos no solo implican los aspectos que constatan la situación y su descripción, también implican a la parte de la realidad del deber ser o del que hacer, osea la parte en movimiento, la historia que se construye y se puede orientar desde la acción humana. Este aspecto implicado en todo fenómeno, es importante porque supera la dimensión más común del conocimiento y el análisis: el describir las cosas como son, ver lo que no funciona en ellas, ya que también obliga a decidir entre opciones abiertas (a menudo limitadas y llenas de contratiempos) y valores múltiples, y con ello a optar por un camino a tomar entre otros posibles. Además, cuando se incorpora esta dimensión sobre el que hacer sobre los fenómenos, al tiempo sirve para aclarar quien es quien, desde donde se habla y que se pretende. La crítica al delpilfarro expresada así como haces parece una crítica simplemente monetarista de gasto ineficiente y mal calculado. Yo la considero coja e insuficiente, aunque sea habitual desde las opiniones construidas mayoritariamente que priorizan el dinero como pauta central de valoración. Es un lugar común que puede apoyarse desde cualquier posición ideológica (desde la extrema derecha a la extrema izquierda), pero que no aclara cuales son entonces los gastos, los valores, actuaciones y las metas alternativos del no despilfarro. ¿Acaso si el aeropuerto de Ciudad Real y Castellón no tuvieran que cerrarse y fueran útiles al ser muy usados, y dieran empleo y salarios a sus trabajadores, entonces no se seguirían siendo un despilfarro?¿Acaso se consideran despilfarro solo porque se malogra el dinero invertido y la función prevista de rentabilidad económica y uso social?. Desde el punto de vista ambiental es claro que son un gigantesco e innecesario despilfarro, funcionaran o no económicamente y socialmente, ya que los aeropuertos se han construidos contra bienes ambientales que hay que proteger por interés común al ser bienes preciosos, valiosos y muy escasos. Y por ello han habido luchas ciudadanas y ecologistas que se han opuesto a su construcción, pero lo han hecho por motivaciones no economicistas ni sociales, lo han hecho por considerarlos unos innecesarios engendros faraónicos para la movilidad supersónica y el daño ambiental. Yo como ecologista me alegro enormemente de la inutilidad económica en que han caido, y me alegra que no de trabajo ni simple riqueza monetarista y material el AVE a la Mancha. Pienso que es muy beneficioso el que estas instalaciones endiosadas sean desiertos, porque gana la economía material y biofísica que palpita y no el cemento ni el venenoso queroxeno. Se que una pequeña parte de seres y y de tierra sale beneficiada con este despilfarro económico y con esta mala inversión pública, aunque menor sería el despilfarro y el mal causado si no se hubieran hecho estas infraestructuras suplantando y matando los humedales y las comunidades de seres que allí habitaban. Me temo que no todas las valoraciones sobre el gasto público deberían ponerse dentro del estrecho contenedor de la rentabilidad económica, esto es lo que habitualmente hacen los partidos mayoritarios del PP y del PSOE desde el consenso del mercado en el que están: las políticas y prioridades puramente economicistas y neoliberales. Pero el mundo es más complejo e incorpora bienes esenciales y comunes que estas ideologías desprecian y destruyen, y por ello nos dañan y amenazan conjuntamente a los seres humanos y al resto de seres vivientes y ecosistemas. El mundo no debe ser concebido solo como un mercado ya que hay otros bienes, funciones y valores substantivos y primordiales que no tienen precio posible, y por ello deberían preservarse incluso aunque exigieran mucho gasto público o «dinero despilfarrado» y aunque no pueda hacerse economía y negocio de ellos. Un abrazo MARA
Es un artículo personal. No es un artículo científico, es un post donde cuento cuestiones personales, Mara. En este caso, en realidad, quería comparar ese enorme despilfarro con el pequeño despilfarro, o robo directamente, al que hago referencia en el tema de mis conferencias.
Y en todo caso, en los artículos que publiqué criticando el AVE, y que se me criticaron mucho, hacía claramente una crítica medioambiental; entonces ni siquiera se sabía que aquello fuese a ser un enorme despilfarro económico.
Querida Beatriz. Mi comentario no es en nada académico, es más bien trivial y de andar por casa. Me ha llamado mucho la atención los criterios valorativos monetaristas que empleas para hablar del despilfarro, es decir puramente instrumentales de adecuación medio-fin pero sin cuestionar los fines implicados y muy cuestionables en los casos que nombras propios del museo de horrores de las grandes infraestructuras. Desde esta posición de simple adecuación del gasto monetario al uso buscado, resulta imposible saber si hay robo o no lo hay, debido a que las inversiones a menudo se hacen sobre escenarios de futuro y proyecciones que a veces no se cumplen por simples fallos o errores de cálculo tecnocrático, y no necesariamente por mala fe o por corrupción. Esto poco tiene que ver con una apropiación indebida o particular del dinero público. Este discurso genera malos entendidos, al menos en mi caso, y serviría como ya te he escrito, tanto para un roto como para un descosido, para una prensa de derechas o para una de extrema izquierda. Y además refuerza la funesta manía monetarista presente en los valores sociales dominantes. No se trata de escribir tesis, se trata de no caer en el sectorialismo y la mirada de un solo plano cuyas gafas solo acercan a realidades deformes, dado que la realidad junta todas las dimensiones y aristas a la vez, y si no se incorporan o nombran en el análisis o el comentario se suele caer en muchas distorsiones y niebla, sabiéndolo o no. No se trata de destriparlas todas científicamente, se trata de comprender que cuando no se las separa sectorialmente lo que resulta es otro ser nuevo y bien diferente, y más cercano a la complejidad del mundo real. Perdona el comentario por si no te ha resultado oportuno. He creido que venía al hilo de nuestras conversaciones para aclarar desde donde hablo. Como te decía, para mí es imposible hablar de avances en el terreno de la igualdad para las mujeres desechando los demás aspectos ontológicos implicados en la misma, y no solo los sociales y económicos, por mucho que hayan sido olvidados por los feminismos mayoritarios al uso y al abuso. Y son las dimensiones relacionadas con la dimensión animal, ecosistémica y ecológica las más negadas y ocultas, precisamente las más vitales y condición de todo, e inevitablemente presentes en cada suspiro de relación e intercambio humano, también cuando se trata de mujeres. Por ello te comentaba la necesidad de salir del discurso de la igualdad a secas, sectorial porque no junta los planos o realidades a las que refiere la igualdad cuando remite a un mundo interdependiente que es a la vez cósmico-geo-bio-psico-socio-cultural. Cuando se integran los ámbitos sociales y biofísicos, nace un nuevo ser: el socioambiental, que muere y desaparece si se descuartiza en trozos y partes. Y este nuevo ser y fenómeno percibido está mucho más cerca de los hechos y el universo que en realidad ocupamos. Tiene su propia lógica diferencial y distintiva, su alma, que no es la simple suma de lados, es algo nuevo que se destruye con la mirada tuerta del sectorialismo. Al añadir las adjetivaciones y condiciones necesarias a las apuestas feministas por la igualdad, es central la dimensión ecológica y material, y con ello estaremos más acordes con la realidad implicada y sus problemas. Y a la vez, no solo nos distinguiremos de otras apuestas igualitarias sino que nos colocamos en mejor posición para poder afrontar con mínimas oportunidades de éxito las metas y cambios igualitarios buscados.
Mara, te lo digo sin acritud ninguna: apabullas un poquito. Creo que a la hora de discutir de igual a igual, (y te lo digo no sólo por el blog, sino por tus correos también) es importante saber escoger el tono, el lenguaje, que este se adecúe al tono en el que está escrito en este caso el post, y antes de esto el correo. Para tí ese párrafo será de andar por casa pero será que tu casa es enorme. Mira, si lo que quiero es comentar de manera ligera la experiencia con mis charlas y compararlas con una situación general de despilfarro económico no tengo por qué hacer un análisis general y exaustivo que agote toda la problemática; es legítimo resaltar sólo un aspecto, el que a mí me interesa en ese momento. Me temo que desde el principio estamos relacionándonos en planos completamente distintos. Pero en fin…
Tienes razón Beatriz, perdona mi confusión. Todo empezó porque tú me enviaste un texto super-teórico sobre lo que es el ecofeminismo abriendo con ello un lazo comunicativo conmigo. Este ha sido mi continente, y desde ahí he escrito en todo momento. No me he salido de contenido ni de esta iniciativa tuya de conectar, y dado que la pretensión teórica de tu escrito era muy omniabarcante y a la vez específica e intensiva en su temática. Yo no digo que haya que decirlo todo en todo momento, solo señalo que la parte ambiental funciona como «la parte maldita» en nuestra cultura, ante cualquier problema y discurso. Eternamente dejada de lado y cediendo el paso a cualquier otro motivo que se precie. Aunque esto sea muy legítimo, sin duda es también un grave problema. No creo que se trate de elección de tono ajustado porque no hay leyes generales en esto. Se trata en mi caso de que este es mi tono y esta mi diferencia. Lamento el ruido comunicativo generado y no haber sabido captar tus expectativas para adecuarme mejor a ellas ….
No pasa nada, Mara, en realidad es gracioso. En estas comunicaciones falta lo importante, la parte no verbal sin la que todo adquiere otro sentido. Sin duda que cuando nos veamos nos comunicaremos mejor.
Un abrazo
Gracias por relativizar tu anterior respuesta de aparente cansancio. Vivo con pasión mi compromiso ambiental, y si es necesario llego hasta el exceso emocional y retórico para defenderlo. No soy atea y tengo profundas creencias religiosas (no clericales ni vaticanistas) puestas en ello, y esto me da fuerza para saltarme todos los semáforos en rojo si hace falta. Lo malo es que puedo atropellar sin quererlo y malogar mi esfuerzo. Gracias por avisarme. Un abrazo. Mara
Me alegra comprobar que los conferenciantes como tu son así de responsables, las malas lenguas que rodean a veces mi entorno tratan de contaminar acusando a la gente activista LGTB precisamente de esa irresponsabilidad que criticas en algunos organizadores de conferencias y conferenciantes.
Por otra parte tal vez la gente que te quiere llevar a hablar a un pueblecito trata de «abrir las mentes» de los pobladores a la realidad de la homosexualidad, por ejemplo, si bien como bien dices, no todo en esta vida es ganas de comunicar alguna cosa, sino alguien al otro lado dispuesto a escuchar. Algo aparentemente tan sencillo y de sentido común. Como bien haces tu no les culpas y comprendes a los demás, lo cual me alegra mucho, aunque parezca algo tan sencillo escucho cada día no pocas muestras de peores incomprensiones mutuas entre mucha gente a la que por otra parte quiero mucho.
Vamos, que estoy mas que de acuerdo en lo que dices. No imponer, y si proponer y escuchar sugerencias es lo que cualquier que desea transmitir algo necesita hacer también, y permiteme agregar que es lo que se plantea que debe hacerse con otras cosas como las religiones, las creencias y las políticas. Proponer y no imponer, es lo que se dice que se hace, la realidad es otra mas bien mas confusa. Mejor no empiezo a hablar de los dirigentes de religiones, de los dirigentes políticos… y despilfarrar.. ay.. parece una utopía que los políticos no usen la pasta que tienen en el cajón, los bonos y las prebendas.
Bueno, y ya que tu quieres ser política me alegra también saber que quieres hacer las cosas de otra forma.