Vamos a dejar de lado la indignación para centrarnos en el estupor que me han producido los sucesos pseudopoliciales de los últimos días en Madrid. Una supone (ya veo que sin razón) que hay cabezas pensantes detrás de los comportamientos, se supone que profesionales, de la policía. Ya lo dudo. Estuve por el centro los tres días últimos. Lo primero que llamaba la atención era lo rídiculo de la situación, (además de antidemocrática, pero eso ya he dicho que lo voy a dejar de lado). La policía no protegía nada, no pretendía impedir ninguna acción, se supone que violenta o ilegal, por parte de los Indignados. Se limitaban a correr tras ellos. Así, como suena. ¿Para qué? Pues no se sabe. ¿Por qué no se les dejaba sentarse en el suelo y reunirse en asamblea? , ¿el objetivo era hacerles recorrer el centro de un lado a otro? ¿O quizá el objetivo era simplemente que sintieran en sus cogotes el aliento del poder?
Ignorando, al parecer, que ya no es como antes y que ya lo sabemos todo de todos gracias a los móviles, a twitter y demás artilugios, la policía sabía en cada momento qué pensaban hacer los Indignados, pero estos sabían en cada momento qué decía el helicóptero que ha sobrevolado Madrid impidiendo dormir a toda la vecindad del centro. Como la presencia policial no parecía tener objetivo ninguno la cosa era así: «no nos dejan entrar en Sol, nos vamos a Benavente», y todos corriendo. Llegábamos allí, ya estaba la policía. Entonces todos a Sol de nuevo, nada. A la Plaza de Oriente, a la Plaza de las Comendadoras…y así toda la noche. Ayer volvía por la calle Alfonso XII y me topé con un grupo de unas 60 personas indignadas que caminaban tranquilamente, cantando y coreando consignas. Detras, como en una procesión iban como 20 lecheras. Teniendo en cuenta que a estas alturas ya se sabe de sobra que estas personas son pacíficas, que no atentan contra nada…la imagen era propia de un país de esos que hasta hace poco veíamos en la televisión apaleando manifestantes. Lo que se ha producido no ha sido una actuación profesional con algún objetivo sino una demostración de que el espacio público es del poder y no de la ciudadanía y que se nos deja ocuparlo según y cómo. Este es el único objetivo de la polícia: dejar bien claro quien manda. Otra posibilidad es que la enorme presencia policía, desproporcionada, violenta en ocasiones y atemorizante en todo momento, busque sólo comenzar a minar ante la opinión pública el prestigio de los Indignados. Si hay enfrentamientos, si la cosa termina dando miedo, la asistencia a las manifestaciones descenderá y su aura de pacifistas puede comenzar a disolverse. Ayer mismo por primera vez desde que comenzó el movimiento la policía sacó a clientes y empleadxs de las tiendas de Sol y éstas tuvieron que cerrar. ¿Van a denunciar los comerciantes a la policía? Creo que se pretende que no, que la gente eche la culpa de esto al Movimiento y no a los que están creando un problema de orden público que no ha existido hasta ahora.
Y a todo esto se suma que para impedir que 100 o 1000 personas llegaran a Sol a protestar legitimamente ¡se cerro el metro! Lo nunca visto. ¿Por qué se restringe sin previo aviso, sin justificación real, sin que exista peligro de nada, el derecho a la libre circulación de todo el mundo, indignados y no indignados? De manera que queda clarísimo que se pueden tomar las calles y molestar a todo el mundo con el fútbol, con el Papa, con las campañas electorales, las manifestaciones pactadas y controladas, la Cabalgata de Reyes, las procesiones, lo que sea, menos con protestas pacíficas contra el sistema. El Centro de Madrid estos días era propio de un estado de excepción. Unas personas pretendían reunirse y para ello se cerró todo, desde el tranporte a las calles por las que se «suponía» que podían querer pasar. Ayer por la noche, la policía cargó brutalmente contra un grupo de personas que no hacían nada, esta es la verdad, que no eran un peligro para nadie, que no entorpecían nada, que estaban sentadas en el suelo. No se identificaron, no avisaron previamente, dieron los palos que quisieron y detuvieron a personas que no se resistían, entre ellos se llevaron esposado a un periodista que sí se identificó y que hacía su trabajo. Todavía nadie ha dado la cara, nadie se ha responsabilizado de esta detención, ni ha explicado los motivos. No es un asunto menor. En las democracias no se detiene a los periodistas por informar.
Todo lo que está sucediendo es de tal desmesura política que sólo espero que finalmente no tengamos nada que lamentar. En todo este dislate están implicados todos: el Ministerio del Interior y la Delegación de Gobierno (el PSOE al que supongo que estos indignados ya les están tocando las narices y que por nada del mundo quieren que la protesta llegue a noviembre) y el PP (Comunidad y Ayuntamiento a los que los indigandos les molestan porque sí, porque son de izquierdas), pero nadie, nadie, ha salido dando una explicación de nada, de qué se pretende, de cuáles son las órdenes: ¿qué no nos podamos manifestar, que no podamos reunirnos en la calle, que no podamos sentarnos en el suelo, que no hagamos asambleas populares? Pues que lo digan, que salga alguien y lo diga. Supongo que la orden final, eso que debe pensar (sic) la cabeza de todo esto, quién sea, es la de que se callen y no protestan, que ya se están poniendo pesaditos y esto no hay programa electoral que lo resista. Pues van dados, algunxs estamos ya en el colmo de la indignación y ya no sólo contra el sistema, sino que vamos poniendo nombres y apellidos a algunos de los que aun piden que les votemos por no se sabe qué razón y que andaban haciendo guiños por aquí y por allá a este Movimiento del que no entienden nada. Creo que algunos, o muchos, deberían revisar su estrategia.