Tuvimos un ministro del interior, Ángel Acebes, que calificó de “miserables” a quienes se atrevieran a poner en duda la idea de que la autoría de los autores de la masacre del 11M era cosa de ETA. Bien, pues no fue ETA como sabe todo el mundo. La mayoría de la gente pensábamos (sabíamos) que los autores de la masacre no fueron los de ETA; y no porque tuviéramos ningún interés en que los asesinos fueran de uno u otro grupo; no porque estuviéramos haciendo ningún cálculo electoral ni de ningún otro tipo. Pensábamos que no había sido ETA simplemente porque no fue ETA, porque esa era la verdad. Así que Acebes fue un miserable y miserables fueron también todos los que mintieron, los que sí hicieron cálculos electorales sobre todas aquellas muertes; fueron ellos los que aun hoy siguen jugando, miserables, con la memoria de las víctimas, con el dolor de sus familias
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