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Que sea feliz el 2013


Ahora que se acaba el año y es momento de hacer recuento me gustaría dar las gracias a quienes en este año han luchado contra el rodillo implacable e injusto del Partido Popular por la dignidad y los derechos de todos. Dar las gracias a los profesionales sanitarios que han luchado ejemplarmente por el derecho a la salud de todos los madrileños y que han arriesgado mucho para defender la calidad de un sistema sanitario que era un ejemplo antes de que el Partido Popular lo desmantelase para regalarlo a sus amigos y familiares. Doy las gracias también a los maestros, profesores y profesoras de la escuela pública por defender también el derecho a la educación de los chicos y chicas que tienen menos y por esforzarse cada día en ofrecerles una oportunidad de futuro que este gobierno quiere arrebatarles; por creer en el derecho a la educación y defenderlo contra quienes quieren que los que no tienen recursos no se eduquen. Quiero dar las gracias a los trabajadores y trabajadoras de las cadenas autonómicas de televisión porque, no sólo ahora sino mucho tiempo antes de la amenaza de despido, han venido denunciando y exigiendo una televisión pública al servicio de la ciudadanía y no del Partido Popular.

Agradezco de corazón la lucha, el esfuerzo y el ejemplo de todas las personas implicadas en la lucha contra los desahucios. Porque esas personas son las que hacen que el mundo no sea un lugar definitivamente desesperanzado, porque ponen en valor lo que es verdaderamente importante, como la solidaridad o la lucha por la justicia. Gracias también a todo el voluntariado de mil causas diversas que se esfuerza por seguir trabajando en condiciones cada vez más precarias y contra un sistema que pretende imponer que aquello  que no es rentable económicamente se deje de lado, personas incluidas. A quienes acuden, día tras día a las manifestaciones a pesar de las multas y de los palos de la policía; a los jueces que estudian concienzudamente la ley para encontrar en ella un agujero que les permita seguir impartiendo justicia y no privilegios; a los farmacéuticos que no cobran las recetas al anciano que no puede pagarlas; a los médicos que tratan por igual a todos sus pacientes, tengan o no papeles; incluso a todos aquellos que se detienen un momento para firmar  cualquiera de  las peticiones que circulan por internet para exigir que nos devuelvan lo que nos están robando.

A todas estas personas les deseo un feliz año 2013; que éste que comienza sea el año de la indignación popular incontrolable. Que una enorme multitud acompañe a la marea blanca, a la verde, a la negra de las togas, de los funcionarios, a la naranja que pide medios de comunicación públicos e independientes,  a la violeta que no ceja en la exigencia de igualdad, la  del arcoíris de las minorías sexuales doblemente castigas por la homofobia y por los recortes en la lucha contra el sida, la marea de las personas con discapacidad y las personas que los cuidan…que todas las mareas se conviertan en una sola con suficiente fuerza  para echar a estos que nos gobiernan con mentiras.

Y a los que están del otro lado les deseo el peor año posible. Que todos aquellos que han aprovechado un cargo público en su beneficio acaben en la cárcel, que los que no han cuidado un patrimonio que no les pertenecía sean juzgados, que los que no creen en los derechos y libertades públicas y no entienden que están donde están para garantizarlos y no para reprimirlos, sean expulsados de sus cargos. Que no perdonemos a los traidores, a los mentirosos, a los estafadores, a los ladrones; que no les perdonemos y que les echemos. Que echemos a todos esos que no se merecen estar al frente de un gobierno, ni de un ministerio, ni sentados en un parlamento, ni merecen tampoco estar sentados al frente de una empresa pública, ni en un Ayuntamiento o en una Comunidad Autónoma, simplemente porque no defienden lo que prometieron defender y para lo que fueron elegidos: el bien común, el interés general.

Para el 2013 deseo que la indignación crezca y se haga incontrolable, que no nos resignemos a este estado de cosas y que salgamos a la calle por millones para recuperar la capacidad de decidir sobre nuestro destino; que seamos capaces de rebelarnos, de gritar, de organizarnos y de luchar sabiendo que podemos ganar porque somos muchos más que ellos, porque somos casi todos y porque, además, tenemos la razón. Ojalá que el 2013 sea ese buen año que necesitamos. Feliz 2013.

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

8 respuestas a «Que sea feliz el 2013»

Querida Beatriz:

Realmente hemos tenido un año muy duro, tanto que yo a mis 55 jamás pensé que viviría. Es cierto que tengo tanta indignación dentro de mí ser que algunos días ni siquiera soy capaz de leer la prensa, pero seguiremos plantándoles cara. No puede ser de otra manera, no debe ser de otra manera. No nos arrebatarán lo que tanto nos costó ganar, eso seguro.

Besos a todos.

Me dejó muy desconcertado en una conferencia que equipararas la prostitución a la violencia de género… Mira, creo que todo vuestro rollo antiprostitución o abolicionista se basa en una errónea idea de la dignidad femenina o humana que en una verdadera preocupación por el malestar de los trabajadores sexuales. Bueno, yo soy cliente y no dejaré de serlo aunque me condenen a muerte, desde ahora te aviso. Las mujeres corrientes me hacen sufrir y prefiero a las profesionales mil veces, qué le voy a hacer. Por lo de aburrirme, no te preocupes: todas las feministas lo hacen, así como no conozco ninguna que escriba con un mínimo de estilo. Sólo las leo porque me excita que me odien tanto, la verdad. Gracias por contestar y por el buen humor. Por último quería preguntarte si lees el blog «Barrio rojo: un espacio sexual liberado»: creo que es el más interesante e incisivo desde el bando regulacionista. Un saludo desde Úbeda.

No sé dónde me escuchaste decir eso porque, precisamente, yo he defendido siempre que no son lo mismo y por eso he tenido problemas con el abolicionismo clásico que sí las equipara. No son lo mismo. El machismo y la misogina no siempre es violento. Pero los clientes, como tú, si son misóginos, además de personas que no son capaces de relacionarse con iguales (porque saldrían perdiendo, supongo)

Creo Beatriz, que el concepto que manejas de violencia de genero es totalmente errado, al igual que pienso que te equivocas al no catalogar la prostitucion como una institución violenta.

Pues sí, Beatriz, soy misógino porque soy una persona muy emocional y eso espanta a muchas mujeres, aparte de mis extravagancias. Lo que dijiste es que era un mal que era invisible para la sociedad, como la violencia de género antes… Pero bueno, ya me dejaste claro que eres muy «antiprostitución» y tu discurso fue lo bastante contundente para echar a varios oyentes (curiosamente mujeres) de tu charla. Está claro que no eres una abolicionista al uso, tienes más modales, educación y cultura: a raíz de tu charla – debate participé en otro por Facebook en el que varias abolicionistas normativas amigas de la organizadora del evento (mujer que vive en un delirio de redención con la trata, Marita Verón y la madre del cordero…) me llamaron «asno», «tonto», «que me la picaran doscientos pollos» sólo por ser regulacionista (y encima me acusaron de tener una violencia latente hacia las mujeres…). Tú que eres una persona relacionada con la minusvalía, ¿no puedes asumir que la prostitución es un gran bien para ese colectivo? Por último, gracias por tu mano izquierda y afabilidad, como dice Asturiano no eres una «mujer en red» al uso… En fin, yo estoy más cerca de Cliente X, José Luis Solana Ruiz, Dolores Juliano, los regulacionistas clásicos, así como un pequeño experto en literatura de ficción y poesía sobre temas prostibularios. Sabes que puedes contar con mi colaboración y aprecio, aunque «produzca» asco a las prostitutas que dan sentido a mi vida ;). Un cordial saludo.

(Este comentario debería haber ido antes)

Sobre el tema que trata la entrada he de apuntar que me parece muy bien que se hagan críticas, pero que deberían ser constructivas. La educación, la sanidad, la televisión y cualquier otro servicio público no dependen de la generosidad de un gobierno más o menos bondadoso sino que hay que pagarlos. Y si en estos momentos estamos todavía lejos de alcanzar el déficit que nos habíamos marcado, que ya es más alto que el que pretendía Bruselas me dirás cómo lo hacemos.

Personalmente creo que un avance hacia la privatización de servicios públicos sería una muy buena noticia para la ciudadanía, que así podría disfrutar de unas prestaciones de mejor calidad y a unos precios más competitivos, sin ineficientes interferencias políticas. Tengo varios conocidos en la sanidad pública y ellos mismos reconocen que se ha gastado el dinero de manera muy ineficiente, y que las protestas de los sindicatos están más orientadas a defender los privilegios de sus afiliados que los intereses de los pacientes. Lo mismo lo estamos viendo con la huelga del metro, donde queda claro que un servicio en manos públicas en vez de garantizar su prestación a la ciudadanía lo que hace es tenernos rehenes de una élite de trabajadores capaces de bloquear un sector tan importante en una gran ciudad como es el transporte. Imagínate que la administración se preocupase tanto de nosotros que considerase deber suyo prestar a la ciudadanía atenciones tan básicas como la alimentación o la vivienda, ¿qué tendríamos? Pues una Cuba o una Corea del Norte, lo mismo sucede con la educación o la sanidad, resulta TERCERMUNDISTA que el Estado (o en nuestro caso administraciones subordinadas) se ocupe de ellas.

Eso por no hablar de las televisiones públicas, auténticos altavoces al servicio del partido en el poder. ¿Realmente las necesitamos los ciudadanos-contribuyentes? ¿U obedecen más al interés de nuestros gobernantes? Además es que es absurdo que una TV regional tenga más empleados que una cadena nacional privada, todavía tiene pase que nos saquen (o saqueen) el dinero en aras de las pensiones, las prestaciones de desempleo o ciertos servicios sociales. ¿Pero para televisiones, cuando en España ya se pasa HAMBRE? ¿Para embajadas de las autonomías? ¿Para traductores en el Senado? ¿Para rescatar a cajas cuyos directivos son políticos y sindicalistas? ¿Para un sinnúmero de empresas públicas sin finalidad real? ¿Para que los diputados tengan pensiones vitalicias con 7 años de “servicio” al país? ¿Para más de tres millones de empleados públicos, muchos metidos a dedo sin sacarse oposición? ¿Para una administración triplicada e hiperdimensionada que en algunos casos, como el de las diputaciones provinciales, gasta más en salarios que en cualquier otra partida? Oiga, no. Claro que queremos acabar con todo. Con todas las mamandurrias y sinecuras de las que han vivido estos sinvergüenzas a costa nuestra. Y ahora paso a comentarte otra cosa.

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