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¿De parte de quién están?


En Grecia se están dando todas las condiciones que hemos leído en los libros de historia sobre el ascenso del nazismo en los años 30. Una población extenuada, empobrecida, que día a día vive cada reunión parlamentaria o de gobierno sabiendo que de sus instituciones democráticas sólo pueden salir medidas dirigidas directamente contra ella. Una población que vive la situación con la sensación de estar siendo sometida a una terrible injusticia, a un robo sistemático; que ve a sus gobernantes como lo que son: tecnócratas bien pagados al servicio de sus jefes y que hacen su trabajo de manera fría, indiferentes al sufrimiento de las personas sobre las que recaen las medidas que aprueban. Unos gobernantes que exhiben un desprecio absoluto por cualquier valor ético y que no tienen pudor alguno en traicionar promesas, en votar lo contrario de lo que decían, en pactar con los supuestos enemigos porque, en realidad, no eran enemigos, sólo escenificaban falsas diferencias. La mayoría de diputados y diputadas del parlamento griego (excepto Syriza y los comunistas) todos los que permiten que salgan adelante las votaciones que permiten seguir apretando más y más no hacen otra cosa que garantizarse un buen sueldo en medio de la miseria.

Y la gente que se manifiesta en el exterior del Parlamento, que expresa su desesperación, han pasado de ser ciudadanos y ciudadanas libres a ser un pueblo gobernado por no se sabe muy bien quién; pero gobernado, en todo caso, con puño de hierro. Un pueblo al que se le niega cualquier salida democrática, al que se desprecia, al que se niega ninguna posibilidad de decidir nada sobre su destino. Cuando esto ocurre siempre llega el nazismo, contra el que Europa se decía vacunada. Mentira, como tantas otras que nos han contado y que nos hemos creído. En cuanto se han producido situaciones parecidas a las que en los años treinta empobrecieron a la clase media alemana y generaron esa sensación de humillación el fascismo ha vuelto con sus respuestas primarias a la ira y la pobreza; respuestas que traerán más sufrimiento y más destrucción. Lo reseñable es que, de nuevo, a los que gobiernan no parece importarles. Ya nos hemos dado cuenta de que aquello que nos vendieron como el modelo social europeo en realidad no valía nada, no eran sino palabras; ahora es la misma democracia y el respeto a derechos humanos básicos los que tampoco valen nada. Es evidente que a los políticos europeos que nos gobiernan les importan mucho más las manifestaciones pacíficas, pero legítimamente indignadas, que el ascenso del nazismo.

Los fascistas no son mayoría, pero son tolerados cuando no apoyados, por el poder, mientras que a los partidos y a las personas que defienden los derechos sociales, económicos, la libertad y la democracia, son apaleados por la policía, vigilados y castigados por el poder, ninguneados por los medios de comunicación. A los políticos europeos no les preocupa nada que los partidos nazis estén creciendo en apoyo popular. Es evidente a quién tienen miedo y a quién consideran más cercano; es evidente de quién piensan que tienen que protegerse. El hecho de que los políticos europeos estén más preocupados en frenar a Syriza que a Amanecer Dorado quiere decir, ni más ni menos, lo que es evidente; lo que también era evidente en los años 30: que los fascistas serán desagradables, serán radicales y estarán pasados de rosca, pero que, finalmente son de los suyos; mientras que la izquierda radical es, siempre, el archienemigo. Ninguna institución europea, tampoco la mayoría electoral griega, ningún jefe de gobierno, ningún ministro, ha condenado, y mucho menos, pretendido castigar legalmente, a los nazis europeos. Ninguna condena real para quienes apalean a inmigrantes y gays y lesbianas por las calles; nada para quienes apalean a diputados de la izquierda parlamentaria.
Son de los suyos. La connivencia entre fascistas, policías, empresas privadas y parlamentarios es en Grecia escandalosa. Así que los fascistas no son otra cosa que la mano ejecutora, violenta y quizá grosera, de las propias políticas europeas con los inmigrantes, los diferentes, los pobres. Y es evidente que el poder, el político y el económico, no tiene miedo a los fascistas, sino a la izquierda. Igual que entonces.

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

4 respuestas a «¿De parte de quién están?»

Un artículo que debería de hacer meditar, cuando no sonrojar, a casi todos los políticos. He intentado comentarlo en elplural.com pero lo han debido considerar inapropiado. Lo reproduzco a continuación por si mi apreciación de lo que está sucediendo es equivocada.

Remitido a elplural.com el sábado 22-12-2012 pero no publicado

Y también en España. La llegada del PP al poder se ha producido a lomos del engaño, la mentira y la calumnia. Que un partido político haga lo contrario de lo que anunció en campaña electoral y no haya forma de desalojarlo hasta dentro de cuatro años significa que tenemos una caricatura de lo que debe ser una democracia: no está debidamente previsto el engaño electoral ni hay procedimientos para erradicarlo. Esa carencia ha sido aprovechada por el PP para acceder al poder y vaciar de contenido las instituciones modificando reglamentos, derogando leyes y promulgando otras acordes con sus propios intereses. Exactamente igual que lo que hicieron los nazis alemanes desde de su llegada al Reichstag en enero de 1933 a remolque de un supuesto «mandato de los electores».

Los medios de comunicación están en manos de individuos afines a esa ideología y diariamente desinforman y mienten, sin ninguna medida ni reparo, para intentar justificar el desmantelamiento del estado del bienestar y la amputación de las libertades individuales. Los supuestos medios independientes o progresistas no están cumpliendo con el rol que se les supone ya que se limitan a reseñar, con mucha tibieza, los cúmulos de engaños y despropósitos que diariamente perpetran los integrantes de este gobierno. Tibieza que, para su descrédito, acompaña las intervenciones del principal partido de la oposición y demás partidos progresistas del arco parlamentario, que no son capaces de aglutinar la frustración, el desencanto y el cabreo generalizado propiciado por la política del PP.
Si los medios de comunicación supuestamente independientes y progresistas y los dirigentes de estos partidos políticos no emiten señales claras sobre su oposición frontal a todo este proceso de degeneración democrática no habrá posibilidad de revertirlo.

Los ciudadanos no podemos aceptar que esta farsa se perpetúe durante años, y estos partidos tienen que ser conscientes de que si no se postulan como alternativa real están propiciando la aparición de demagogos y populistas que pueden resultar atractivos y catalizadores de toda esa mezcla de desencanto, hartazgo y frustración que abunda, no sólo entre la clase trabajadora, sino por todas partes. Sólo hay que ojear la historia para ver cómo han terminado esos procesos en los que se mezcla pobreza, paro, pérdida de crédito de los políticos y la justicia, miseria, abuso del capitalismo y la aparición de supuestos personajes sobrios, tenaces, comprometidos (¿con qué?) y registradores de la propiedad entre otras cosas. La capacidad de raciocinio individual no suele ser capaz de procesar tanto «input» en estas circunstancias por lo que el resultado es imprevisible. La creencia, por parte de los inductores, de que este tipo de mesías es manejable siempre ha sido equivocada, pero ha servido a sus fines. Detrás de estos procesos convulsos y traumáticos siempre ha habido personas que incrementaron sus multimillonarias fortunas, aunque algunos de ellos perecieran en el proceso (son los daños colaterales inevitables para que el beneficio económico fluya en la dirección deseada).

Hola, no creo que en El Plural no lo hayan publicado por estar en desacuerdo. En El Plural tuvieron que suprimir los comentarios a la mayoría de los artículos debido al nivel que iban adquiriendo los insultos de trols variados. En todo caso, yo sí estoy de acuerdo con lo que escribes; asusta es pero es así.

Feliz 2013, Beatriz (o al menos eso espero). Es para estar asustado si realmente los provocadores y los agitadores están consiguiendo silenciar las críticas a los desmanes de lo que quiera que sea esto que nos gobierna. Si los que denominas trols han llevado a la dirección de El Plural a tomar esa dirección están consiguiendo, en gran medida, los mismos efectos que los SA de la Alemania nazi de la década de 1930. La secuencia histórica es conocida: a los opositores y a los críticos se les insulta, se les apalea, se les mete en la cárcel y finalmente se les elimina, incluso físicamente.

A mi también me asusta la indiferencia de los políticos y medios de comunicación europeos ante el éxito de los partidos neofascístas en las elecciones que se vienen celebrando desde hace años en varios países. Me desespero también con las acusaciones hacia partidos, asociaciones y plataformas como Syriza y el SAT andaluz.
Aquí en Catalunya un nuevo partido ha conseguido 3 escaños en el Parlament, el CUP. Están en él algunas personas que participaron en los movimientos de indignados y que proceden de plataformas ciudadanas. Creo que no han provocado el rechazo y el rasgarse las vestiduras que Syriza ha provodado en las clases políticas griegas porque por aquí los ven como un posible aliado para hacer posible un referendum para votar la independencia de Catalunya. Pero creo que prometen. Espero que no decepcionen.

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