En la vida tengo pocas certezas. En la política creo que tengo sólo dos:
1-Cuando los partidos que se dicen de izquierdas dejan de parecer de izquierdas, pierden las elecciones.
2-Los militantes de los partidos que se dicen de izquierdas suelen ser más de izquierdas que sus partidos.
Todas las personas de izquierdas hemos aprendido (algunos/as no nos hemos resignado) que a la política económica no hay partido que le meta mano desde una concepción económica de izquierdas. Por eso, lo que hace que un partido parezca de izquierdas es su política social. Eso es lo que hizo el PSOE en la pasada legislatura y por eso ganó. Por eso y porque el PP parecía muy de derechas.
Ahora que el PP pretende no parecer tan de derechas, el PSOE inicia el camino para no ser tan de izquierdas. Su permanente contemporización -por decirlo finamente- con la iglesia católica hace que las esperanzas laicistas y de cambio en este sentido se hayan desvanecido. Su escaso valor en temas que las feministas consideramos una deuda histórica, como el del aborto, puede hacer que a pesar de todo lo que ha hecho en otros campos, muchas mujeres cuestionen su feminismo.
Y para acabar nos encontramos con el PSOE votando junto a los fascistas de Fini y Bossi y los siniestros hermanos polacos (cuyo nombre soy incapaz de escribir) para apoyar junto a derecha y ultraderecha la bien llamada “directiva de la vergüenza”. Nos encontramos también que, el votado por los militantes y defenestrado enseguida por el “aparato” Josep Borrell, votó en contra de esta directiva, junto con Raimon Obiols, lo que demuestra mi segunda certeza. El PSOE ha dado explicaciones imposibles para justificar este voto imposible de justificar, bajo ninguna circunstancia; hay políticas que imposibles de defender para quien se dice de izquierdas.
Finalmente, nos encontramos con una Europa que muchos/as ya no queremos construir. Siempre he mantenido que estoy en contra de que una aplicación torticera de la igualdad suponga que en la escuela aparezcan otras religiones, además de la católica. Esto es por una mera cuestión práctica: es más fácil luchar contra una religión bien instalada que contra cuatro. De lo malo, lo menos posible. Por lo mismo, y tal como va Europa, prefiero no verme en ella: es más fácil luchar contra nuestra propia derecha que contra toda la derecha europea. No quiero ni imaginar sentir que tengo encima a Sarkosy, Fini y Berlusconi y, además, Rajoy o quien sea.
Espero que el congreso del PSOE ayude a este partido a recuperar el rumbo porque si no es así me temo que lo siguiente es que pierda las elecciones. Y si no, al tiempo.