A estas alturas ya se ha escrito mucho acerca del carácter ideológico y de instrumento político que tiene la ciencia, pero lo cierto es que en los últimos años las explicaciones biologicistas de la conducta humana han vuelto a resurgir con fuerza inusitada hasta el punto de que estamos asistiendo a una ofensiva profundamente reaccionaria contra el carácter fundamentalmente construido de nuestra conducta. Una ofensiva que tiene que ver el resurgir de posiciones neoconservadoras en cuanto a asuntos tales como la igualdad entre los sexos o entre homo y heterosexuales.
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