El agua de Madrid es de toda la ciudadanía, pero dentro de poco puede ser de algunos amigos de de Esperanza Aguirre o de alguien importante del PP. La presidenta ha demandado a Tomás Gómez por decir esto mismo, pero el Partido Popular privatizó las empresas públicas y se las regaló a algunos amigos de Aznar, así que estamos en nuestro de derecho de pensar que esta vez pasará lo mismo. Sean amigos suyos o no, Aguirre quiere privatizar el agua de Madrid. Un agua famosa por su calidad; una empresa, la del Canal de Isabel II que desde el siglo XIX funciona bien y que por si fuera poco, da beneficios además de cumplir su función. Privatizarla ¿para qué? Para que esos beneficios en lugar de revertir en todos los madrileños en forma de inversiones que conserven y mejoren esa calidad y esos servicios reviertan en los bolsillos de los propietarios que, simplemente, se habrán apropiado de un patrimonio común.
Una vez privatizado el agua los nuevos dueños, que no tendrán competencia, (el agua no puede servirse sino en régimen de monopolio), no tendrían ningún motivo para mejorar la calidad ni el servicio. El objetivo de una empresa privada, su único objetivo, es ganar dinero. Lo primero será subir los precios; lo segundo abaratar costes. Pueden subir el precio lo que quieran porque no podemos cambiarnos de compañía. Los costes se abaratarán en la calidad y el servicio, en el despido de trabajadores, en la nula inversión en mejoras… Además, en lugar de campañas para ahorrar agua, que es un bien escaso, la compañía hará campañas para que gastemos más agua, al fin y al cabo si gastamos más ellos ganan más, aunque el agua se acabe. Eso no suele importar a las empresas privadas, que sólo tienen visión para el corto plazo.
Posiblemente lo que acabe ocurriendo es que el agua de Madrid, una de la mejores aguas que se pueden consumir en una ciudad en todo el mundo, termine empeorando, siendo más cara y sufriendo una sobreexplotación. Finalmente es posible que terminemos comprando agua mineral para beber, y que beber agua del grifo terminen por hacerlo los que no pueden comprarse agua embotellada. El agua del grifo será para los pobres, que es exactamente lo que va a ocurrir al final con la sanidad privada/pública de Aguirre, por no hablar de la enseñanza, que va muy rápidamente por ese mismo camino.
Nunca la privatización de un monopolio ha mejorado el servicio ni la calidad del mismo. Nunca. Únicamente hay ejemplos de lo contrario; empeoramiento de la calidad y del servicio y encarecimiento del mismo. Entonces, ¿cuál es la finalidad de privatizarlos? La única finalidad es expropiar la propiedad común y transferirla a manos privadas para que unos cuantos se hagan ricos a costa de lo que es de todos. No dejemos que nos roben el agua. En estas elecciones, en defensa de lo común (de lo poco que nos queda), no dejes de votar y no votes a quienes quieren apropiarse también del agua.
Publicado en El Plural