Soy una persona de izquierdas a la antigua usanza: cuando escucho a la izquierda decir que va a bajar los impuestos me echo a temblar. No me creo eso de que “bajar los impuestos es de izquierdas”. Creo que hay que subir los impuestos a los que más tienen y soy partidaria de una fuerte presión fiscal que proporcione servicios de calidad y que extienda la solidaridad y la justicia. Soy de esas personas que piden facturas, y que no hacen nada para tratar de pagar menos. Lo que pago me parece bien y pienso que las cosas van mal cuando compruebo que en la oficina en la que trabajo las personas que logran pagar menos impuestos de los que les corresponden son considerados modelos a imitar.
Las cosas van mal porque el estado no hace, en ese sentido, su trabajo. Porque debería, además de aplicar la correspondiente sanción legal, hacer pedagogía social con ese tema. Debería existir un acuerdo para que todos esos deportistas o famosos que establecen falsamente su residencia en distintos paraísos fiscales para pagar menos tuvieran vetada la aparición en los medios públicos y su actitud fuera criticada por estos mismos medios. Ninguna autoridad del estado debería acudir a sus apariciones públicas para así mostrar su repulsa por esas actitudes; y los que sí pagamos y pensamos que está bien hacerlo, deberíamos exigir a nuestros representantes ese comportamiento. No me parece de recibo que estas personas que dicen residir en Andorra, o donde sea, después cuenten con el apoyo público de las más altas instituciones del estado en sus apariciones; eso por no hablar del público que les sigue, los medios, las firmas comerciales etc.
Ahora que estamos en plena campaña de la renta nos enteramos también de que esos cantantes presuntamente solidarios, como Bono, que andan por África denunciando la pobreza, después escamotean sus impuestos en sus respectivos países. Naturalmente es más barato andar retratándose con niños famélicos, que además ayuda a vender discos, que pagar los correspondientes impuestos en tu propio país para después poder exigir que aumente la ayuda al desarrollo. Yo, particularmente, estoy harta de los famosos caritativos, la solidaridad y la justicia tienen un precio que, mira por donde, se paga, entre otras cosas, con nuestros impuestos.
Publicado en: El Plural