Como ya veníamos sospechando, la anunciada reforma fiscal que presenta el gobierno no es sino una bajada de impuestos a las rentas más altas, es decir, que se profundiza aún más en el carácter regresivo de nuestro sistema impositivo. Es un escándalo que se pretende endulzar con el caramelito de hacer unas desgravaciones mínimas a las rentas más bajas. Las rentas medias y bajas apenas notarán diferencia (que no compensa en absoluto las sucesivas subidas del IVA); , los ricos serán aún más ricos y contribuirán menos al mantenimiento del estado y, sobre todo, el estado dejará de percibir unos 6000 millones que habrá que sacar de algún sitio. Los servicios públicos se reducirán aún más: menos y peores servicios médicos, menos becas, peor educación, recortes en las prestaciones sociales de todo y, finalmente, más adelante seguramente subidas de los impuestos indirectos.
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