Categorías
Posts

Certeza de la corrupción


Aunque el paro es la primera preocupación de los españoles (y es normal, tiene que ver con poder comer) la corrupción se ha convertido en su principal certeza, muy por delante de cualquier otra fe compartida. El 95% de los españoles cree que la corrupción es generalizada. Y que el 95% lo crea significa que lo creen los hombres y las mujeres, las amas de casa y los parados, las adolescentes y los disc-jockeys, los médicos y los empresarios, las funcionarias y los albañiles. Creemos en la generalización de la corrupción mucho más que en dios, en la patria o en la familia, entes difusos o invisibles. La corrupción no se imagina, se ve, se palpa, la leemos en los periódicos bien como asuntos judiciales o bien cómo loterías que siempre tocan a los mismos; o bien en forma de mansiones que se compran o se edifican alcaldes de pueblo, ex políticos  o empresarios que dejan de pagar los salarios a sus trabajadores. La corrupción la vemos –o la olemos- en cada recalificación, en cada presupuesto, en cada prejubilación fastuosa, en todas las pensiones millonarias; la corrupción la imaginamos en todos los consejos de administración, en el deporte y en la política, en las empresas y en las obras públicas y privadas.

No hay español ni española que no sepa a estas alturas que donde se construye algo (viviendas, equipamientos, carreteras o trenes) hay gente que se hace inmensamente rica y mucha otra gente que se hace más pobre (nosotros y nosotras).  No hay nadie que no sepa que donde el constructor dice que aquello va a costar mil termina costando un millón y que donde dicen que se trata de un equipamiento muy útil y que traerá riqueza lo que trae es despilfarro, bolsillos llenos de algunos, destrucción del medio ambiente y, finalmente, desastre.

Ese 95% de creyentes españoles en la corrupción, por la misma razón, no creen en ninguna otra cosa. Si se cree que la corrupción está generalizada no se puede creer en la democracia, el sistema, los partidos, la honradez de los políticos, no se cree en nada, sólo en la corrupción. Porque la corrupción es como una marea de alquitrán que se va extendiendo y manchando cualquier cosa que toca. No sólo mancha, sino que ocluye, impide respirar y ahoga. Y eso está ocurriendo con esta democracia. Si la tierra está contaminada, todo lo que crezca sobre ella lo estará. A estas alturas es casi superfluo insistir en que hay políticos honrados. Los hay, y hay muchos. Pero lo cierto es que por muy honrados que sean muchos políticos, aquí todos son culpables de no haberse preocupado lo suficiente en detener o en poner barreras a esta inmensa podredumbre que nos inunda.

Aquí nadie se ha plantado y se lo ha tomado en serio. Esta semana la publicación de estas cifras no ha provocado ningún revuelo en el mundo político, no ha generado declaraciones, y mucho menos acciones, que nos demuestren que de verdad le dan a este asunto alguna importancia. Ellos siguen a lo suyo. La corrupción puede ser solo un problema ético en tiempos de abundancia;  cuando a la gente no le importa que el empresario/alcalde/político de turno se enriquezca porque se tiene la impresión de que hay para todos. Pero cuando ya hay gente pasando hambre, cuando las vidas de la mayoría de las personas se estrechan hasta límites insoportables, la corrupción es una bomba en el vientre del sistema y una bomba contra ellos mismos.

La rabia está creciendo hasta límites insospechados. Cuando el otro día mis compañeros de oficina, personas sociológicamente conservadoras, votantes del PP/PSOE en su mayoría, me llamaron la atención porque, sin darme cuenta, saqué una lata  de Coca Cola de la máquina, olvidando que los trabajadores de la planta de Fuenlabrada están en huelga, me di cuenta de que las cosas han cambiado de una manera muy significativa. Una certeza del 95% de que la corrupción está generalizada, significa la misma cifra de personas que tienen la certeza de que nos roban y engañan. Significa un 95% de personas que no creen nada de lo que los partidos les dicen, que no confían en los políticos y eso al final siempre estalla, para bien o para mal, pero estalla.

Publicado en: El Plural

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.