Hace unas pocas semanas entregué a la editorial Bellaterra un libro sobre prostitución, un libro que me ha resultado muy complicado de escribir, como no podía ser menos tratándose del tema del que se trata, complejo como pocos. El libro saldrá a la calle en 2012 pero ya estoy dando alguna ponencia sobre el asunto y por tanto me encuentro ahora con que tengo que resumirlo o extraer lo principal del mismo para explicarlo. Ya sabemos cómo de polarizada está la cuestión de la prostitución y de qué manera tan cruda se suele desarrollar el debate (por llamarlo de alguna manera) en torno a la misma. Sin embargo, a la hora de escribir el libro, lo que resultó más complicado fue decir algo nuevo. Hay miles, literalmente decenas de miles de libros, artículos y estudios en torno a la prostitución pero al final el 90% se agrupan en una de las posturas: abolicionista o regulacionista. Y la inmensa mayoría, como es lógico, dan los mismos argumentos una y otra vez aunque tratados desde distintos ángulos, distintas perspectivas, ponen el foco en diferente objetivo etc.
No es que eso esté mal los argumentos son los que son y los que se manejan de uno y otro lado, pero desde mi punto de vista no merecía la pena pasarse años leyendo todo lo escrito y trabajando en el tema si no es para intentar, al menos intentar, decir algo un poco novedoso o distinto. Eso es lo que he intentando con el libro y no se si lo conseguiré. En la parte positiva, digamos que he hecho un auténtico esfuerzo, y un esfuerzo honrado intelectualmente, por proponer puntos de fuga a un debate que parece colapsado; en la parte negativa me temo que me arriesgo a que, dada la enorme polarización del debate, en el que apenas se admiten fisuras, mi libro no guste ni a unas ni a otras. Ya veremos.
En todo caso, mientras preparaba una ponencia sobre el libro, se ha celebrado en Madrid una manifestación de neomachistas y todo el mundo es consciente de que el neomachismo está creciendo, organizándose y rompiendo barreras que hasta hace poco tiempo le frenaban. Me ha venido a la cabeza una de las cuestiones que aparecen en mi libro y que está muy relacionado con el neomachismo. Hablo en el libro sobre las “expectativas científicas” que existían en los años 60 y 70 acerca de hacía dónde se dirigía una institución tan conocida y estudiada, ya entonces, como la prostitución. Las personas expertas señalaban cómo hasta los años 50-60 existía una tradición que han llamado de “armoniosa desigualdad” entre esposa y marido. Era desigualdad, sí, pero no era especialmente conflictiva porque cada miembro del par conocía cual era su sitio y lo aceptaba. Pero a partir de esa fecha se produce una auténtica revolución cultural que denuncia y proclama ilegítima cualquier desigualdad: de clase, racial, étnica y de género. Resulta entonces muy difícil hacer aparecer como aceptable ninguna desigualdad, especialmente la de las mujeres, que el feminismo teoriza como injusticia social.
Es en este momento (aunque parezca tan lejano) cuando se abre un periodo de indefinición y cambio en el que todas las definiciones sociales tendrán que ajustarse, ajuste que no ha concluido en absoluto sino que, además, amparado en el neoliberalismo triunfante (que no es más que la deslegitimación de las ideologías igualitarias) ha propiciado una poderosa reacción conocida como neomachismo. Las sociólogas y sexólogos de los 60 y 70 (incluso Kinsey ya en los 50) estaban seguras de que la llamada revolución sexual acabaría con la prostitución puesto que esta institución parecía haberse quedado sin razón de ser.
Una vez que las mujeres se incorporaban a la vida sexual en igualdad, que la anticoncepción lo hizo todo más fácil, una vez que las jóvenes tenían sexo antes del matrimonio, sin necesidad de matrimonio y ni siquiera de compromiso; una vez que la masturbación era aceptada como natural, que el objetivo del sexo era el placer, para ambos, etc. se supuso que los hombres irían adecuando sus prácticas sexuales y sociales a la igualdad, era lo esperable y fue lo que sucedió. Los estudios de esa época muestran un descenso muy acusado del uso de la prostitución por parte de los jóvenes. Pero pasada una década de descenso, ocurrió justo lo contrario: el uso de la prostitución se disparó como nunca antes en la historia.
Cuando más posible era tener sexo gratis, elegido, libre, igualitario y placentero, el uso de la prostitución se dispara, lo que demuestra que los hombres no sólo quieren tener sexo, a veces ni siquiera prioritariamente; o más concretamente es ese sexo elegido, libre, igualitario y placentero para ambos lo que, precisamente, no buscan. Es más, casi podría decirse que en realidad escapan en masa de esa posibilidad y se refugian en la prostitución que ofrece otro tipo de sexo para ellos; un sexo que invalida algunas de las posibilidades mencionadas.
Los hombres buscan en la prostitución lo que Anna Jónasdottir ha llamado “plusvalía de género”. Buscan en la prostitución un refuerzo o una confirmación de su masculinidad especialmente amenazada a partir de la emergencia del feminismo. En mi libro ( y ya se que esto no es nada nuevo) sostengo que la prostitución funciona hoy como uno de los últimos refugios y refuerzos de una masculinidad hegemónica asediada en muchos frentes; de ahí que su uso sea cada vez más frecuente en lugar de menos como hubiera sido lo esperable. Pero la prostitución no es el único refugio, sino que el miedo, el pavor más bien, a la igualdad de las mujeres se ha rearmado en otros muchos frentes y se manifiesta cada vez más abiertamente en eso que se ha llamado neomachismo. Me refiero al caso de la prostitución porque es lo que estoy trabajando pero el neomachismo está organizado, es poderoso porque lo apoyan, además de cada hombre particular que no sea igualitario, poderosos grupos ideológicos de extrema derecha, y tenderemos que afinar nuestros instrumentos para combatirlo. El neomachismo extremo es fascismo porque lo que busca al final es la muerte social y pública de las mujeres y la vuelta a su subordinación.
18 respuestas a «Neomachismo y prostitución»
Muy interesante. Y preocupante la situación.
Algo que me parece podria relacionarse es que al darse una relación sexual por intercambio de dinero, el hombre no tiene nada que probarle a la mujer, no importa si soy bueno o malo en la cama, solo me satisfago yo.
Dia a dia las mujeres buscan mas y mas las relaciones sexuales satisfactorias, y es un trabajo para el cual no todos los hombres se siente dispuestos a cultivarse o cansarse… Es casi un escape ante el creciente bombardeo de los medios de que las mujeres tambien desean satisfacción, pero nadie les enseña realmente como satisfacerlas.
La pornografia crea imagenes irreales de ideales que cumplir, mujeres gritando de placer, hombres durando horas con penes kilometricos… y yo como hombre tengo que cumplir, tengo que ser un poco parecido al menos… al tener una prostituta puedo satisfacerme yo, unicamente yo dejando de lado lo que la sociedad quiere que haga….
Si lo ves desde el arqueotipo del amante de tenes una explicación un poco diferente, al menos yo lo veo asi
Sí, pero eso mismo es también «plusvalía de género», es lo mismo que lo que digo; es decir, el hombre ahí se refugia en algo que le permite sentirse siempre como triunfador, como follador, no se enfrenta al fracaso, ni a la debilidad, ni a la fragilidad. Paga por el éxito y la eficiencia, tan características, de la masculinidad. Ante la posibilidad del fracaso se refuegia en una institución que le asegura que, frente a las mujeres, siempre triunfará. Es lo mismo.
Estoy de acuerdo con ese punto de vista, no se me había ocurrido verlo desde esa perspectiva; la prostitución es una forma eficiente de asegurar una experiencia de superioridad. El hombre es el que paga, el que exige, y la prostituta, moralmente, además, es inferior; un círculo perfecto.
De todas formas, estoy a favor de su regulación; lo que no impide una persecución de la trata de mujeres.
Pues lee mi libro cuando salga. No soy abolicionista tradicional, pero demuestro que las propias mujeres que se dedican a la prostitución no están a favor de la regulación y por qué. Ya hablaremos cuando salga 🙂
bueno estoy de acuerdo con su comentario soy hombre pero creo que cada persona es libre de tomar cualquier desicion, todo y cuando le paresca conveniente.
hola, solo decir que me he puesto a pensar en cuanto de esa cierta sorpresa en cuánto al crecimiento de la prostitución, por parte de sociólogas y sexólogos, como dices, tiene que ver con la fe científica en el progreso… y ese progreso asociado a igualitarismo… por otra parte que quedo con muchas ganas de leer tu libro
Beatriz, muchísimas gracias por tu libro sobre la prostitución; lo he hojeado y he leído partes sueltas (de capítulos diferentes) del mismo y me está pareciendo que has hecho un muy bien trabajo. Este libro sobre la prostitución sí me parece que abre algunos puntos de fuga (tal y como tú manifiestas que era tu propósito.
Desde la humildad, pero también desde cierto criterio y conocimientos que tengo, (pues desde aproximadamente el año 1999 llevo leyendo cosas y estudiando un poco este fenómeno y problema socio-cultural) me gustaría decirte que si por mi fuera este texto estaría en todas las bibliotecas públicas de nuestro país, y el mismo sería propuesto como un material de lectura y de debate en algunas de las asignaturas que se imparten en institutos y colegios de nuestro país, en 4º de la educación secundaria y en el bachillerato.
¡Mi más sinceras felicidades (aunque no te conozca de nada), de verdad!
[P.D. Lo único que me extrañó fue no encontrar en la bibliografía que aparece al final del libro al libro -ya clásico- de Pascal Bruckner y Alain Finkielkraut en el que abordaron el análisis crítico de la prostitución («El Nuevo Desorden Amoroso») en dos de sus capítulos, o al artículo que versaba sobre la posibilidad de considerar la prostitución como un trabajo del filósofo ya fallecido André Gorz, cuyo título es «La prostitución», un artículo este que aunque discutible en algunos de sus planteamientos, sí, contiene, sin embargo, elementos interesantes en lo que se refiere a la masculinidad que, con frecuencia, se halla en los varones que son clientes de prostitución (según lo que yo he podido conocer), así como a la cultura androcéntrica que es mistificadora de ‘las prostitutas’.]
Hola gracias por lo que me dices, el libro de Pascal Bruckner y Alain Finkielkraut lo leí, pero no lo utilicé, lo mismo que el de Gorz, me hicieron pensar pero decidí no usarlos por ser demasiado literarios, me pareceía que estaban a otro nivel; pero de todas formas seguro que se me han pasado muchas cosas porque la bibligrafía es, simplemente, inabarcable. Gracias de nuevo, por leerlo y por lo que me dices.
Un saludo
Gracias a tí por responder, Beatriz.
Añadir algo que me dejé en el tintero en el anterior comentario. Hay dos libros de testimonios editados en España que a mí me ha parecido que aportan especialmente bastantes elementos para una reflexión crítica sobre el aspecto de la desigualdad y la opresión de género y su relación con la prostitución como ‘institución social’; estos libros son:
-SAIZ VIADERO, J.R.: «Conversaciones con la Mary Loly» (este libro fue publicado originalmente a mediados de la década de 1970 en Ediciones 29; años después sería reeditado en otra editoral diferente). La forma que adopta el testimonio es la de una entrevista a una mujer que desarrolló actividad prostitutiva durante el franquismo, intercalada con comentarios por parte del entrevistador (Saiz Viadero) sobre tales respuestas y reflexiones críticas en voz alta sobre las cuestiones de diversa índole que se nos plantean con el fenómeno de la prostitución.
-PEIRÓ, Julián: «La sra Rius, de moral distraída» (libro cuya primera edición es de octubre del 2008).
Se trata de las memorias o el relato de vida (relato elaborado con la ayuda del periodista Peiró un poco a la manera en que fue recogido el testimonio de la italiana Carla Corso, con la ayuda de Sandra Landi) de una mujer catalana -ya mayor- dedicada a la prostitución durante varias décadas y que en el presente desarrolla su labor como madam en su propio piso de contactos. A mí este testimonio me ha parecido muy rico en lo que se refiere a los contenidos que nos ofrece con vistas a poder analizar y juzgar la vida de una mujer dedicada a la prostitución durante un tiempo prolongado de su vida, así como enriquecedor a nivel personal para replantearnos los hombres bastantes cosas en relación a la igualdad entre hombres y mujeres y a como las estructuras patriarcales y la discriminaciones y el conflicto por razón de clase social son algo real en nuestras sociedades.
Si no lo hubieses leído, te recomiendo encarecidamente su lectura, Beatriz.
Hola Beatriz. Acabo de terminar tu libro. Y aquí estoy en internet buscando información hasta el cansancio.
Solo decirte que me ha parecido estupendo. Me gusta lo dinámico que es y especialmente pienso en lo didáctico que es para en las asociaciones y organizaciones, para poder llevar un debate más armónico y menos estresante, en el que podamos discutir el tema sin miedo las unas a las otras, por tener que demostrar que estamos al 100% con la opción que tomamos al respecto del tema.
En cuanto al contenido, aun a riesgo de parecer que te estoy dorando la píldora, me parece que está muy bien estructurado, que si bien en algunos temas puede haber lectores que quieran más, creo que eso va en la subjetividad de cada cual. Que reflejas en el libro la importancia social y en especial para todo el colectivo de mujeres que tiene la prostitución. Reflejas la cantidad de temas que la prostitución lleva aparejados y que pocas veces salen a debate, por el reduccionismo en el que caemos que nos cansa hasta a nosotras y no nos permite el avance sobre los puntos en que si los viéramos en su dimensión correcta y sosegada estaríamos totalmente de acuerdo.
Muchísimas gracias por escribirme y decírmelo. Es muy importante para mí la opinión de las lectoras, también porque me ayudan a preparar las charlas y conferencias que estoy dando ahora, es un debate y como tal me lo tomo. Un abrazo
Pues la verdad un libro escrito por una madame, o sea proxeneta si le quitamos el termino glamuroso, no me parece nada recomendable y mucho menos que tenga autoridad para tratar el tema.
Frambuesa escribe:
«Pues la verdad un libro escrito por una madame, o sea proxeneta si le quitamos el termino glamuroso, no me parece nada recomendable y mucho menos que tenga autoridad para tratar el tema.»
Si te refieres al libro: «La Sra. Rius, de moral distraida»; le he recomendado el mismo a Beatriz Gimeno en tanto que testimonio autobiográfico, escrito en nuestra contemporaneidad, de una mujer española (catalana) de edad avanzada que ha permanecido desde que era joven vinculada al mundo de la prostitución. Sólo por este hecho el libro merece una atención.
Pero aparte de ello, a mí el libro me ha parecido enormemente pedagógico -tanto para varones como para mujeres-, pues enseña muchas cosas sobre la vida misma, sobre diferentes opresiones patriarcales y por razón de clase social de procedencia que han tenido y tienen aún que soportar las mujeres, todavía en nuestro presente, en sociedades «democráticas» como la nuestra.
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article35385
Iban
***
Pues mira me parece muy hipócrita que una mujer se queje del patriarcado haga algo peor que los clientes, explotar mujeres y lucrase de ello.
Siempre he pensado que la prostitución más bien desvaloriza tanto a quien la compra como a quien la ofrece. Tener que pagar para que alguien me haga el favor me devalúa como hombre o como mujer, significa debilidad y vacío. Y es el género masculino el que siempre han pagado por sexo por lo tanto son los seres más vulnerables en ese aspecto. Además desvaloriza que estes en la intimidad con alguien desconocido (una prostituta o un prostituto en todo caso) y que ése alguien tenga en la piel, saliva y sexo la huella de quién sabe cuántos y cuántas gente que ha pagado por estar con él o ella. El comerciar con el cuerpo y el comprar el servicio es decadente.
[…] no acabaremos con el patriarcado sin acabar con la prostitución, puesto que tiene un valor de plusvalía de género, dice Gimeno citando a la autora islandesa Jónasdottir, que viene a significar que, aunque los […]