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El sexo de las atletas


¡Uy, que susto! Hay por ahí una atleta, Semenya, que dicen que “tiene aspecto de hombre” ¿Y que es tener aspecto de hombre? Pues los medios no se ponen de acuerdo. El Mundo nos dice que ese aspecto se debe a “sus andares e incluso algunos rasgos psicológicos”. Eso sí que me preocupa porque si de rasgos psicológicos se trata yo he visto que las y los atletas son gente muy rara; habrá que hacer tests a todos ellos. El periódico El Mundo, en el tono amarillista-ignorante que es la marca de la casa, llega a pedir que se analice “la sexualidad” de la atleta a ver si es sospechosa; de lo que se deduce que yo misma debo ser un hombre. Por su parte, Público menciona algo acerca de los ovarios y El País de la testosterona. El lío que se ha montado demuestra que lo que ocurre es que no se sabe muy bien en qué consiste ser mujer (u hombre) o dejar de serlo. ¿A ver si no va a ser tan sencillo como nos han hecho creer? ¿A ver si es que la frontera entre los sexos no es tan nítida como este sistema se empeña en mantener?

El tándem mujer y deporte es sospechoso desde el siglo XIX y por eso hace años los comentaristas deportivos se pasaban media retransmisión tratando de convencernos de que las atletas eran mujeres completas, para lo cual nos hacían reparar en su belleza (o falta de ella), y nos informaban de sus vidas familiares “normales”, que incluían maridos e hijos.  Ahora las cosas han mejorado y los comentaristas deportivos son más profesionales. No obstante, a veces, algunos programas vuelven con la matraca. El otro día estaba viendo un reportaje en la televisión pública sobre la alpinista Edurne Pasaban. Al mismo tiempo que se hacía un recuento de sus hazañas deportivas, la locutora tuvo el detalle de informarnos de que “todo eso (todas las cumbres conquistadas) lo ha hecho sin perder su feminidad. Nunca renuncia a llevarse su depiladora a la cumbre más alta e incluso, confiesa, se da un toque de rimel” Caray, pues eso ya tiene mérito. Según el reportaje Edurne Pasabán es mucho más que una deportista que no ha perdido su feminidad en el peligroso mundo del deporte: es una heroína de la misma.

Depilarse las piernas a no sé cuántos grados bajo cero, cuando sólo sacar un dedo del guante te lo congela, ya tiene mérito. Eso por no hablar del rimel. La última vez que vimos a Edurne Pasabán no se podía distinguir si era mujer, hombre o marciano debajo de varias capas de ropa que tapaban hasta el último centímetro de su cuerpo. Ahora sabemos que, al menos, y aunque exhausto, se trata de un cuerpo femeninamente depilado. Es un alivio saberlo. Y en cuento a su cara, la verdad es que daba angustia verla: desencajada por el esfuerzo y el sufrimiento, y pidiendo a sus compañeros de escalada que la dejaran morir allí arriba. Era tremendo y eso me distrajo de lo importante: no me fije si llevaba rimel. Estoy seguro de que si Semanya hubiera aparecido con “signos de feminidad” en la pista, la cosa no hubiera sido tan escandalosa. Si se pone pendientes, se maquilla y se pinta las uñas, el escándalo no hubiera pasado a mayores. Por eso, ante la duda, lo mejor es ponerse rimel, como nos informan que hace Edurne Pasabán, por si las moscas.

Menos mal que existen estos programas y estos guionistas para aplacar la ansiedad de todos los que están preocupados porque el deporte difumine las fronteras entre los sexos, menos mal que existen reporteros/as que no cejan en su empeño de aplacar esas angustias. Menos mal que hay gente que se ocupa de que haya dos sexos, y sólo dos, y que las fronteras no se traspasen. La realidad, como siempre, es mucho más complicada y más abierta; aunque a algunos eso les produzca auténtico dolor de estómago.

Publicado en El Plural

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

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