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Sobre el futuro (o no) del feminismo ilustrado


Dos artículos con posiciones contrapuestas han venido en los últimos meses a poner sobre la mesa uno de los debates cruciales del feminismo en los últimos tiempos. Clara Serra en El País (https://elpais.com/opinion/2023-12-12/sobre-amelia-valcarcel.html  arguye que el feminismo de la igualdad, el que en España ha dominado todo el campo de la institucionalidad ha abandonado sus posiciones tradicionales anti esencialistas y antibiologicistas y sólo así sus representantes han podido terminar sosteniendo posiciones transfóbicas. Estoy de acuerdo. La crítica al esencialismo y al biologicismo es una parte fundamental de la obra de muchas de las teóricas que ahora, sin embargo, se han deslizado por una pendiente biologicista que hace 30 años resultaría inconcebible.

Yo misma me formé como feminista en el Seminario Feminismo e Ilustración, dirigido por Celia Amorós, y recuerdo que entonces ser esencialista era casi un anatema. Las razones de esta deriva son muy complejas para explicarlas en un artículo pero tienen que ver con el choque intelectual con la teoría queer que va orillando al feminismo de la igualdad a posturas extremas en las que antes no estaba; tiene que ver también con que este feminismo pierde su lugar hegemónico con la Cuarta Ola, que aparece con paradigmas renovadores; hay también algo de ruptura generacional, como cambio de época y no tanto en relación a la edad biológica. Y, en el caso de España, desde luego juega un papel el hecho de que ese feminismo pierda las posiciones institucionales de las que había gozado desde el inicio de la democracia. El feminismo de la cuarta ola es una impugnación radical a muchas cuestiones al mismo tiempo. Cuestiones que no tienen que ver sólo con el feminismo, sino con planteamientos de política económica, culturales, e incluso antropológicos. Es normal que un movimiento que cuestiona las identidades, el conocimiento y la experiencia de varias generaciones genere resistencias. Lo extraño hubiera sido lo contrario. En definitiva, el feminismo ilustrado se ha traicionado a sí mismo. Pero podemos recuperar lo mejor de ese feminismo.

            Por el contrario, en el otro artículo que menciono, Silvia Gil (https://bit.ly/3O6Yuei) afirma que no es que el feminismo ilustrado se haya traicionado, es que siempre fue así, es que sus postulados no podían sino acabar siendo aquello en lo que se ha convertido: transfóbico, biologicista, esencialista y reaccionario.  Para Gil,  el problema del feminismo ilustrado son los propios valores ilustrados y una manera de entender el mundo que no deja espacio a la agencia de las mujeres en países no occidentales, mujeres que necesitan construir sus propias estrategias de liberación y para quienes, además, los conceptos que manejamos por aquí no significan lo mismo. Según Gil, las ilustradas no comprenden que existan otras matrices civilizatorias donde conceptos occidentales como “igualdad de genero”, por ejemplo, no son necesarios porque la manera de nombrar y pensar es distinta. El feminismo ilustrado, según ella, presenta unos estrechos límites para lo humano.

            En mi opinión, el feminismo de Silvia Gil, llamémosle queer o posmoderno, peca, en mi opinión, de orientalismo en su acepción más negativa. Es obvio que las mujeres de países y culturas diferentes tienen que ser las protagonistas y hacedoras de su propio camino. Pero el relativismo cultural nos lleva a renunciar a cualquier herramienta crítica aplicada a contextos que no sean el nuestro, a rechazarla incluso si, y esto es lo peor, la utilizan ellas mismas. El humanismo ilustrado, origen de lo que conocemos como teoría de los derechos humanos, se ha universalizado en gran medida. Lo ha impuesto la globalización para bien y para mal. Y negar eso es negar la posibilidad de que pueblos o personas no occidentales reivindiquen para sí y para sus pueblos lo mismo que reivindicamos nosotras. ¿En nombre de qué les negamos esa posibilidad? Cierto que los ideales de la Ilustración y sus límites tienen que ser sometidos a permanente tensión; justo lo que hizo el feminismo. Afirma Sophie Lewis que estos ideales ilustrados que sirvieron para abolir la esclavitud “tienen que ser reivindicados pero al mismo tiempo destruidos (señalados como exclusivamente blancos), preservados (convertidos en sostenibles para el futuro) y transformados (obligados a incorporar a quienes había excluido inicialmente)”. Así, el humanismo ilustrado tiene que ser negado al tiempo que reconstruido. Las diferentes luchas que se van ganando no niegan los ideales de la Ilustración sino que vienen a señalar lo que les falta y lo incorporan. Las palabras y los conceptos de  libertad o igualdad siempre han existido y han sido conceptos venerados incluso en tiempos en los que la esclavitud no se discutía. Pero cuando una esclava se rebeló y exigió para sí y para su pueblo o comunidad libertad e igualdad, entonces esas viejas palabras pasaron a significar otra cosa, escribe Lewis.

            No se trata de imponer a nadie lo que entendemos por libertad, igualdad o derechos humanos. Se trata de que ese mismo debate, o combate, ya lo están manteniendo mujeres feministas en todo el mundo, contra sus propios opresores, contra sus propias culturas, contra sus tradiciones, como hicimos nosotras. Al fin y al cabo, las revoluciones siempre son, en primer lugar, contra tu propio mundo. En este punto, de lo que se trata es de saber en qué lado nos ponemos cada una de nosotras. ¿Apoyamos a las mujeres africanas que luchan por abolir la ablación del clítoris o a las que luchan por mantenerla? La lucha y el debate serán suyos, sin duda, y se están produciendo. Esas mujeres no están esperando que lleguemos a liberarlas o a explicarles cómo hacerlo. Son ellas, mujeres de países islámicos las que mantienen una lucha heroica contra el velo cuando situarse ahí les está suponiendo cárcel, tortura y muerte. ¿Nos ponemos de su lado o del lado de los clérigos y las mujeres conservadoras? Es paternalismo orientalista creer por principio que “ellas” tienen otras necesidades, otros deseos diferentes de los nuestros; lo es sí nos negamos a escuchar las voces de quienes, de manera muy poco misteriosa, manifiestan deseos similares a los de otras mujeres en otras partes del mundo. El problema de quienes mantienen posturas relativistas es que al tiempo que dicen posicionarse del lado de la agencia de las mujeres no occidentales, o de las personas de las disidencias sexuales, parece que dicho apoyo se produce sólo en tanto que dicha agencia conduzca a posturas de las que llamaríamos no ilustradas. Hay mujeres de cultura musulmana dejándose la vida por defender el derecho a tener los mismos derechos que disfrutamos en las democracias occidentales. En definitiva, luchando por destruir la herencia que las excluye, reconstruirla con ellas dentro, por extenderla. Hay personas que luchan, desde siempre, por ensanchar el sujeto del feminismo, por incluirse en el mismo,  como hicimos nosotras en otro tiempo y como tiene que seguir haciendo el feminismo ilustrado. Mis problemas con este feminismo, que los tengo, son de otra índole y no es este el espacio para desgranarlos.

            En todo caso, una realidad cada vez más diversa nos obliga a todas a escuchar cada vez más voces y más diferentes. A hacerlo de manera no prejuiciosa, abierta, no dogmática. La multiculturalidad es compleja y provoca choques y debates complicados en los que hay que moverse con prudencia, sin arrogancia, permaneciendo abierta a otras maneras de entender el mundo; permaneciendo abierta a que otras nos expliquen que hay otros mundos,  pero es ingenuo pensar que hay lugares puros, no contaminados, en los que el debate de la democracia, de los derechos humanos, de la libertad, no se plantea o no se plantea parecido a cómo lo hace -o lo ha hecho en otros momentos-  en los países occidentales; lugares en donde la tradición o la religión son menos opresivas o merecen, simplemente por ser diferentes, un respeto absoluto. El feminismo de la igualdad puede y debe hacerse cargo de la interseccionalidad, de todas las voces, puede pulir sus herramientas críticas, puede y debe ser un feminismo de clase, tiene que ser antirracista y transinclusivo. Las hijas no queridas de la Ilustración saben que hay otras hijas aún menos queridas, más despreciadas e invisibilizadas, que están llamando a la puerta. No se trata de exportar o imponer las luchas, sino de escuchar cómo se desarrollan esas luchas en otros lugares porque, para bien o para mal, hay mucho de parecido en ellas y hay mucho que aprender también de ellas. No tenemos derecho a explicarle a nadie cuál es su lucha. Ya lo saben, ya están luchando. Simplemente tenemos que ensanchar la nuestra.

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

2 respuestas a «Sobre el futuro (o no) del feminismo ilustrado»

Muchas gracias, Beatriz,
Me ha parecido muy esclarecedor y comparto tu visión sobre el tema.
Lo he difundido entre mis contactos.
Un abrazo muy sororo.

Estimada compañera hay cuestiones que se escapan a la razón, bien por ideología, por incultura democrática con todo lo que ello significa y otras razones que tienen que ver más con comportamientos de hincha de fútbol que llevados a la política, ocurre lo que ocurre, si mi club compra al árbitro para ganar el partido, no me importa seguiré apoyando a mi club a muerte, esto es nuestro país en esencia. Ahora bien, también nuestra torpeza en la estrategia desarrollada a hecho daño en los electores, hemos dicho cosas que nos ponen fuera de juego, por ejemplo: estamos aquí para que Leonor no llegue a ser reina, cuando tenemos una CONSTITUCIÓN que contempla dicha cuestión…en mi opinión, que ya la he expresado varias veces,es exigir el cumplimiento íntegro de la CONSTITUCIÓN en especial en sus aspectos socioeconómicos, este posicionamiento político avalado por el mandato CONSTITUCIONAL haría caer hasta la propia monarquía por incumplimiento de la Constitución por parte de ellos, un saludo fraternal a todos y todas que estáis en el compriso por un mundo mejor

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