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Las leyes de la igualdad. Historia de una lucha


En 1997 el Movimiento LGTB sabiendo ya que no conseguiríamos nada del gobierno derechista de Aznar decide pasar de la reivindicación de una ley de parejas de hecho a una ley de reivindicación del matrimonio. Es una estrategia de desbordamiento. Posteriormente nos hemos dado cuenta de que es una buena estrategia por muchas razones pero, entre otras, porque lo menos que puede pasar es que consigas lo que querías antes de pensar que la igualdad total era posible.

Cuando te desbordas y amenazas con producir una inundación, lo que hace el sistema es poner diques, uno de esos diques puede ser el de aprobar una ley de parejas. Recordemos las distintas posturas de la Iglesia en los distintos países. Mientras que en España la Iglesia decía que una ley de parejas le parecía muy adecuada y justa (sólo porque pedíamos matrimonio) en Italia se niega siquiera a hablar de ello.  Si te desbordas mueves todo el espectro político. Obligas a la gente a posicionarse. Y es un discursos simple y entendible, quizá más que la ley de parejas. Algunos grupos ya habían puesto de manifiesto lo incoherente de decir que somos iguales y que tenemos derecho al acceso a la ciudadanía plena y, al mismo tiempo, no reivindicar esa igualdad, sino una pseudo ley que no toca el corazón de la discriminación, en realidad. Porque la discriminación contra las personas LGTB, no lo olvidemos, es material, pero desde luego es también cultural y simbólica, especialmente.

Obviamente que antes de eso tuvimos que tener nuestro propio debate sobre la institución matrimonial. No es este el sitio adecuado para reproducirlo pero básicamente creemos que es un error acercarse al matrimonio como si ésta fuera una institución congelada en el tiempo. El matrimonio ha cambiado sustancialmente al punto de que podría llamarse de otra manera porque su contenido es completamente diferente al de hace 50, 100 o 1000 años, pero las críticas que se le hacen parecen paralizadas en el tiempo. Aunque hay diferencias entre las leyes matrimoniales en Europa y aquí: las tres cosas para las que tradicionalmente ha servido el matrimonio han desaparecido: no transmite la legitimidad, en Europa no hay ya hijos legítimos o ilegítimos, no protege la herencia, lo mismo da para eso estar o no casado, los hijos heredan lo mismo y no sujeta a la mujer. No existe el adulterio, es igualitaria en derechos y deberes y es muy fácilmente disoluble.

Evidentemente creo que el movimiento LGTB ha estado lastrado por discursos izquierdistas que sólo parecen afectarnos a nosotros, como si tuviéramos la obligación de ser los guardianes de determinadas esencias que no guardia nadie. Los derechos se llaman como se llaman y hay que conquistarlos y después transformarlos si se quiere. Evidentemente la reivindicación de derechos es una reivindicación liberal, pero a estas alturas ya sabemos que en lo referente a la Igualdad, es imposible no partir de ella para cualquier proyecto transformador. El derecho al voto en democracias carentes de contenido real, el derecho a la propiedad privada cuando uno está en contra de la propiedad privada…No se trata por tanto de casarnos, se trata de ser iguales.

El matrimonio civil es para las personas GLTB es lo mismo que el voto para las mujeres de hace 100 años. Por cierto que los mismos argumentos que se esgrimían desde la izquierda y la derecha en contra del voto de las mujeres son los que se esgrimen ahora cuando se nos quiere atacar por esta reivindicación. Desde la izquierda se nos dice ¿Para qué queréis el matrimonio si es una institución burguesa, obsoleta? Lo que hay que cambiar son las relaciones sexuales y sentimentales. Se decía lo mismo a las mujeres que luchaban por el voto, se les decía que el voto era burgués, que nada se podía cambiar con él, que lo que había que hacer era la revolución. Pero ese sólo puede ser el punto de vista del que ya tiene el voto.

Y si es cierto que tiene una carga normalizadota y liberal, no podemos ignorar la carga desestabilizadora que también tiene. La iglesia y la derecha saben por qué protestan cuando afirman que el matrimonio se devalúa con la ampliación a gays y lesbianas. El matrimonio ha sido la más importante institución heterosexista de la historia: estamos a punto de cargárnosla como herramienta ideológica del heterosexismo. Quitamos el privilegio de la legitimidad social, económica, moral, a la heterosexualidad. Cuando gays y lesbianas entremos en el matrimonio, éste será por primera vez en su historia un contrato entre iguales; un contrato en el que los roles sexuales, la división del trabajo y de la intimidad, las relaciones con los niños, con los mayores y las personas dependientes van a ser repartidos dependiendo de los gustos o de las habilidades de cada uno y no según el sexo, lo que implica una revolución de tal calibre que esta institución podría llamarse de otra manera.

El matrimonio va a cambiar radicalmente aunque va a cambiar para mejor, en contra del heterosexismo y del sexismo, hacia la igualdad.  Pero va a perder su carácter de herramienta de la heterosexualidad obligatoria, de refuerzo de la misma. Es decir la Iglesia y la derecha pierden esa herramienta, la pierden para siempre. De ahí la importancia de esta batalla, de ahí lo revolucionario de esta victoria, y de ahí que no pudiéramos conformarnos con una ley de parejas.  Aunque mucha gente, incluso de izquierdas no lo vea, es absolutamente revolucionario este cambio. Les hemos dejado sin su herramienta ideológica principal.

Como estrategia es muy fácil. Se entiende muy bien, es sencilla pero potente como reivindicación, y recordemos que estamos hablando de Igualdad. Es muy fácil de visibilizar, y como digo tiene virtualidades ocultas: como su carga simbólica y transformadora de la institución, de la familia etc. Es fácil para los periodistas, para los ciudadanos y para los propios LGTB.

Es fácil de introducir en la agenda política porque es técnicamente muy fácil de hacer. para los partidos, para las asociaciones y para la sociedad con objetivos claros, sencillos y políticamente comprensibles. Eso de nuevo implica un enorme esfuerzo de síntesis y de acuerdo. Renunciar para ganar.

1. Hablar siempre de matrimonio. Eso es importante, aunque parezca imposible, aunque sepas que no va a ser matrimonio lo que se consiga. Pero entretanto, la gente se acostumbra, los políticos se acostumbran…Yo en 1996 me negué a pronunciar siquiera la palabra “ley de parejas”. Entenderlo como una cuestión de ir convenciendo, porque hay que entender que hay que convencer, que esta victoria no es posible si no se convence a la mayoría.

2. Unidad. Un interlocutor que habla con una sola voz. Esto es muy importante, porque sabemos que en otros países los políticos se han escudado en las diferentes voces del movimiento para tender siempre a aprobar las legislaciones menos progresistas. Es decir, si el movimiento presente diferentes discursos, los partidos van a buscar y a convertir en interlocutor a el grupo o asociación que presente el discurso que más le convenga al partido. De ahí la importancia de presentar un solo discurso. Eso se ha dado en España, donde aunque el discurso de la FELGT no ha sido nunca único, pero donde hemos conseguido que parezca único. Nos hemos “comido” el espacio de la interlocución política, aunque el Movimiento haya mantenido siempre su diversidad interna. La FELGT se dedicó sólo (o casi sólo) a la interlocución política ante las instituciones, y por eso consiguió que su discurso político fuera visto como la reivindicación política de la comunidad lgtb. En ese sentido, cuando se estudie esta historia se verá la importancia de la FELGT  que asumió la total representatividad del movimiento e incluso de la comunidad lgtb.

Ha sido muy importante dejar en suspenso las diferencias ideológicas internas, y no refiero sólo a las políticas, sino a las propias de nuestro modelo. ¿Fomentar las diferencias o atenuarnos? Ser esencialistas o construccionistas, identitarios, igualitaristas, comunitaristas?… Somos como una etnia o como quien tiene los ojos azules?…Ese fue un éxito en todo caso del modelo político e ideológico también de la FELGT: Aparcar esos debates para más adelante.

Nosotros estamos en el debate de la Igualdad, mucho más comprensible para todos. Ellos se han quedado solos en un debate en el que nosotros no hemos querido entrar. A la gente, a los políticos no les importa nada si somos comunitaristas, esencialistas, biologicistas, indentitarios… En España y eso ha sido una importante ventaja el discurso intelectual lo ha hecho el movimiento. Eso es una ventaja, no hay intelectuales porque esto no se ha tratado en la universidad, así que no ha habido camarillas universitarias que se dejaran el tiempo en esas discusiones.

En la FELGT, se diga lo que se diga, podemos estar todos estos porque ese no es nuestro debate. La doble militancia es posible. Fijarnos objetivos políticos claros, no tanto ideológicos, en los que todos pudiéramos coincidir.  Ha supuesto importantes renuncias, pero con generosidad las hemos resuelto. En otros países en los que no se ha dado ese paso, aun siguen enredados en debates ideológicos ciertamente estériles.

3- Renunciar a los matices políticos y personales.  No podemos, desde la negociación con los partidos, con los sindicatos, desde lo que son las campañas políticas plantear estrategias de transformación social, aunque la nuestra lo es, pero no presentarla como tal. Eso queda para otras luchas más globales en las que muchos de nosotros participamos. Aquí se trata de conseguir, por primera vez en la historia moderna de conseguir algo tan simple como que al estado deje de importarle la orientación sexual de sus ciudadanos/as.

3- Para ello también fue importante cambiar el discurso tradicional de desconfianza hacia los partidos que mantienen muchas ONG’s. Nosotros optamos por meter a nuestra gente en los partidos. Eso hizo que no fueran los gays y lesbianas de los partidos los que negociaran las agendas políticas, sino la FELGT, el Movimiento. Eso es muy importante porque siempre ha habido homosexuales dentro de los partidos  pero éstos siempre han antepuesto los intereses de sus partidos  a las reivindicaciones del Movimiento. El cambio sólo pueden hacerlo los partidos, por eso, es fundamental meter gente nuestra dentro de los partidos.  Fue fundamental (aunque requirió un enorme trabajo interno) asumir que puede haber militantes del Movimiento que sean a su vez de derechas. Puede haberlos y pueden ser leales al Movimiento lgtb. De hecho, los militantes gays que tenemos que son a su vez del PP han sido fundamentales en esta lucha. Mucha gente los vio como infiltrados del PP en la FELGT, pero en realidad es al revés; siempre han sido infiltrados de la FELGT en el PP.

Nos han permitido saber en cada momento como respiraba el PP, sus movimientos…nos han permitido tener reuniones al más alto nivel y tener acceso a la cúpula del partido, así como ir introduciendo el discurso de la igualdad dentro de la derecha. Si no se convence al menos a parte de la derecha esta lucha no se puede ganar. Hay que trabajar como hicieron en los países nórdicos las mujeres con eso que se llamó “pactos entre mujeres”, cuando mujeres de todos los partidos se unieron para impulsar derechos fundamentales como el aborto por encima de lo que pensaran sus partidos, Nnosotros hemos hecho una campaña: “No votes PP” con el apoyo de nuestros militantes del PP, y eso nos ha dado una legitimidad que no pueden aducir otros grupos. Tener militantes de partidos de derechas cuesta y se paga un precio, pero a la larga es muy positivo porque da legitimidad social.  Durante estos años se nos ha acusado de estar tomados por el PSOE, por el PP o por IU. Nuestra Comisión Permanente ha sido un reflejo involuntario de lo que la comunidad GLTB vota en política según las encuestas: 40% PSOE, 40% IU y 10% PP. Curiosamente y sin haberlo pretendido tenemos cuatro miembros de IU, cuatro del PSOE y uno del PP. Ha sido una casualidad, pero que también es muy sintomática del trabajo que hemos hecho.

4- Hay que cambiar el discurso para que el matrimonio termine apareciendo como la única opción. Dejamos de hablar de derechos para gays y lesbianas para hacer un discurso universalista. Había que encontrar un punto de acuerdo entre todos los activistas y ese punto de encuentro supuso que todos cediéramos: rebajamos algunas peticiones maximalistas, como la destrucción del matrimonio, por ejemplo, pero aumentar en cambio otras de mínimos, como una ley de parejas. Lo más importante fue construir un discurso político que no tiene nada que ver con los derechos sexuales (damos por hecho que estos derechos están garantizados en la constitución), que no se trata del derecho a tener relaciones sexuales con quien se quiera, faltaría más; que no se basa tanto tampoco en la consecución de derechos sociales (porque cada vez hay menos derechos familiares para haber más derechos individuales), sino que lo entroncamos con la defensa del derecho de ciudadanía, que es un derecho moderno en el sentido de ilustrado: Igualdad y derecho de ciudadanía. Hacer este discurso permite ampararse en los textos internacionales y en las constituciones. El discurso de la Igualda permite también hacer conexiones discursivas y lógicas con otros grupos a los que se les negaba el matrimonio por impedirles el acceso a la ciudadanía, como los negros en EE.UU. o los judíos en algún momento en Europa. El matrimonio es una ley civil que ha sido el punto sobre el que ha gravitado, desde de la Revolución francesa, el derecho de ciudadanía. Además, el concepto de igualdad lo entiende fácilmente todo el mundo.

5- Entroncando con el anterior: Un discurso de la dignidad.  Hemos entendido que la igualdad legal era, al mismo tiempo, un objetivo moderado, en el que podíamos coincidir todos, y un objetivo revolucionario. Es, simplemente, la base sobre la que se asientan los estados democráticos. De ahí la indignidad de nuestra desigualdad. Y hemos comenzado a hablar de dignidad democrática también, que es un discurso que se dirige mucho más a la base de la democracia que el de los derechos para gays y lesbianas. Al hablar de nuestra dignidad hemos deslegitimado los discursos descalificadotes que se basan en prejuicios heredados y que tienen que ver con algo que ya no es de recibo y que no se cree nadie. Es decir, no somos maricas y bolleras de los que cualquiera pueda decir cualquier cosa, somos ciudadanos y ciudadanas de un estado democrático que exigen respeto a su dignidad personal. Se nos puede atacar desde la lógica de le enfermedad, de la perversión, del pecado, desde ahí se nos puede discriminar: quien es un enfermo, un pecador, un delincuente, no puede educar niños, evidentemente. Pero si hemos deslegitimado ese discurso ¿en nombre de qué se nos ataca? Si somos ciudadanos iguales, si podemos ser jueces, médicas, ministros o presidentes del gobierno, ¿por qué no tenemos los mismos derechos? Les hemos dejado sin lógica, porque incluso desde su lógica ¿es posible decir que se puede poner en manos de un gay los destinos de una nación (ellos dicen que sí porque ya no es posible el discurso de la discriminación) y no puede educar a un niño?

6- Trabajar en la visibilidad. Hemos entendido que la visibilidad es nuestra herramienta principal. Si no nos ven, si no ven que somos muchos, que estamos en todas partes, que somos votos, que somos sociedad civil, que estamos entre ellos, ¿cómo van a tenernos en cuenta? La visibilidad es nuestra herramienta. Visibilidad, ya lo hemos dicho en los partidos, pero visibilidad social a toda costa. La prensa es muy importante hay que visibilizarse ante la prensa. Las reglas de juego son las que hay y ahora si no sales en la prensa no existes. No existes para los partidos y por tanto tampoco para sus agendas. Eso quiere decir discursos sencillos, unitarios, fáciles de entender aunque sean radicales. Eso quiere decir no dar miedo pero al mismo tiempo no renunciar a lo importante.

Hemos hecho de la manifestación del orgullo una herramienta de nuestra acción política. Así que hemos dejado de discutir si la manifestación del orgullo debía dejar de haber empresarios o no, carrozas o no, disfraces o no, en Barcelona siguen con esta discusión y no han pasado de 10.000 manifestantes. Nosotros, la FELGT, se deshizo de prejuicios, limó posiciones en las que todos cedimos un poco y conseguimos sacar a medio millón de personas. Centrando también la manifestación en los derechos ciudadanos y en los derechos humanos, conseguimos que a la cabeza de la misma se pusieran los principales líderes políticos, sindicales y sociales de este país, lo que visibilizó los derechos de gays y lesbianas como derechos de todos.  Aquí todos hemos cedido. Mi modelo no era el modelo. Me ha supuesto renunciar a muchas cosas, pero he puesto la visibilidad y el éxito por encima de todo.

La mani contribuyo a decir a los políticos que tenían que estar ahí, que somos muchos, que cada vez más politizados.

7- Entender que hay que trabajar con los partidos políticos cuando están en la fase de tener que buscar su espacio. Ningún partido político promete algo tan revolucionario por sí solo, por eso lo mejor es buscar el apoyo de la izquierda, que lo incluyan en sus programas y sabiendo que lo harán más fácil cuando están en la oposición. Por ejemplo, es el momento de presionar al partido socialista en Francia. No importa que una parte de él se haya manifestado en contra, una parte ya se ha manifestado a favor también. Cuando un partido ve el poder lejos es el momento de introducir cosas que jamás aprobaría en el poder. Eso es lo que se hizo con el PSOE, hay que deshacerse de las hipotecas del presente y trabajamos pensando en un futuro a más largo plazo, ha sido muy importante.

8- Estar en muchos frentes. En España hemos estado contra la guerra, por una sociedad laica, en plataformas de infancia, familiares y educativas, en sindicatos…Se trata de que todo el tejido social se acostumbre a ver a lesbianas, gays y transexuales, se trata de que se acostumbren a meter nuestras reivindicaciones en sus reivindicaciones, se trata de que vean que es una cuestión de derechos civiles que nos afecta a todos…

9- Diseñar  una estrategia con la prensa.

 

 Encuentro Internacional. “RESISTENCIAS DE LO INSUMISO: Testimonios, reflexión y crítica sobre el movimiento LTGBI en América Latina”
Lima (Perú) 17 y 18 de octubre de 2007

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En 1997 el Movimiento LGTB sabiendo ya que no conseguiríamos nada del gobierno derechista de Aznar decide pasar de la reivindicación de una ley de parejas de hecho a una ley de reivindicación del matrimonio. Es una estrategia de desbordamiento. Posteriormente nos hemos dado cuenta de que es una buena estrategia por muchas razones pero, entre otras, porque lo menos que puede pasar es que consigas lo que querías antes de pensar que la igualdad total era posible.

 

Cuando te desbordas y amenazas con producir una inundación, lo que hace el sistema es poner diques, uno de esos diques puede ser el de aprobar una ley de parejas. Recordemos las distintas posturas de la Iglesia en los distintos países. Mientras que en España la Iglesia decía que una ley de parejas le parecía muy adecuada y justa (sólo porque pedíamos matrimonio) en Italia se niega siquiera a hablar de ello. 

 

Si te desbordas mueves todo el espectro político. Obligas a la gente a posicionarse. Y es un discursos simple y entendible, quizá más que la ley de parejas. Algunos grupos ya habían puesto de manifiesto lo incoherente de decir que somos iguales y que tenemos derecho al acceso a la ciudadanía plena y, al mismo tiempo, no reivindicar esa igualdad, sino una pseudo ley que no toca el corazón de la discriminación, en realidad. Porque la discriminación contra las personas LGTB, no lo olvidemos, es material, pero desde luego es también cultural y simbólica, especialmente.

 

Obviamente que antes de eso tuvimos que tener nuestro propio debate sobre la institución matrimonial. No es este el sitio adecuado para reproducirlo pero básicamente creemos que es un error acercarse al matrimonio como si ésta fuera una institución congelada en el tiempo. El matrimonio ha cambiado sustancialmente al punto de que podría llamarse de otra manera porque su contenido es completamente diferente al de hace 50, 100 o 1000 años, pero las críticas que se le hacen parecen paralizadas en el tiempo. Aunque hay diferencias entre las leyes matrimoniales en Europa y aquí: las tres cosas para las que tradicionalmente ha servido el matrimonio han desaparecido: no transmite la legitimidad, en Europa no hay ya hijos legítimos o ilegítimos, no protege la herencia, lo mismo da para eso estar o no casado, los hijos heredan lo mismo y no sujeta a la mujer. No existe el adulterio, es igualitaria en derechos y deberes y es muy fácilmente disoluble.

 

Evidentemente creo que el movimiento LGTB ha estado lastrado por discursos izquierdistas que sólo parecen afectarnos a nosotros, como si tuviéramos la obligación de ser los guardianes de determinadas esencias que no guardia nadie. Los derechos se llaman como se llaman y hay que conquistarlos y después transformarlos si se quiere. Evidentemente la reivindicación de derechos es una reivindicación liberal, pero a estas alturas ya sabemos que en lo referente a la Igualdad, es imposible no partir de ella para cualquier proyecto transformador. El derecho al voto en democracias carentes de contenido real, el derecho a la propiedad privada cuando uno está en contra de la propiedad privada…No se trata por tanto de casarnos, se trata de ser iguales. Y

 

 

El matrimonio civil es para las personas GLTB es lo mismo que el voto para las mujeres de hace 100 años. Por cierto que los mismos argumentos que se esgrimían desde la izquierda y la derecha en contra del voto de las mujeres son los que se esgrimen ahora cuando se nos quiere atacar por esta reivindicación. Desde la izquierda se nos dice ¿Para qué queréis el matrimonio si es una institución burguesa, obsoleta? Lo que hay que cambiar son las relaciones sexuales y sentimentales. Se decía lo mismo a las mujeres que luchaban por el voto, se les decía que el voto era burgués, que nada se podía cambiar con él, que lo que había que hacer era la revolución. Pero ese sólo puede ser el punto de vista del que ya tiene el voto.

 

Y si es cierto que tiene una carga normalizadota y liberal, no podemos ignorar la carga desestabilizadora que también tiene. La iglesia y la derecha saben por qué protestan cuando afirman que el matrimonio se devalúa con la ampliación a gays y lesbianas. El matrimonio ha sido la más importante institución heterosexista de la historia: estamos a punto de cargárnosla como herramienta ideológica del heterosexismo. Quitamos el privilegio de la legitimidad social, económica, moral, a la heterosexualidad. Cuando gays y lesbianas entremos en el matrimonio, éste será por primera vez en su historia un contrato entre iguales; un contrato en el que los roles sexuales, la división del trabajo y de la intimidad, las relaciones con los niños, con los mayores y las personas dependientes van a ser repartidos dependiendo de los gustos o de las habilidades de cada uno y no según el sexo, lo que implica una revolución de tal calibre que esta institución podría llamarse de otra manera.

 

El matrimonio va a cambiar radicalmente aunque va a cambiar para mejor, en contra del heterosexismo y del sexismo, hacia la igualdad.  Pero va a perder su carácter de herramienta de la heterosexualidad obligatoria, de refuerzo de la misma. Es decir la Iglesia y la derecha pierden esa herramienta, la pierden para siempre. De ahí la importancia de esta batalla, de ahí lo revolucionario de esta victoria, y de ahí que no pudiéramos conformarnos con una ley de parejas.  Aunque mucha gente, incluso de izquierdas no lo vea, es absolutamente revolucionario este cambio. Les hemos dejado sin su herramienta ideológica principal.

 

Como estrategia es muy fácil. Se entiende muy bien, es sencilla pero potente como reivindicación, y recordemos que estamos hablando de Igualdad. Es muy fácil de visibilizar, y como digo tiene virtualidades ocultas: como su carga simbólica y transformadora de la institución, de la familia etc. Es fácil para los periodistas, para los ciudadanos y para los propios LGTB

 

Es fácil de introducir en la agenda política porque es técnicamente muy fácil de hacer. para los partidos, para las asociaciones y para la sociedad con objetivos claros, sencillos y políticamente comprensibles. Eso de nuevo implica un enorme esfuerzo de síntesis y de acuerdo. Renunciar para ganar.

 

 

 

1. Hablar siempre de matrimonio. Eso es importante, aunque parezca imposible, aunque sepas que no va a ser matrimonio lo que se consiga. Pero entretanto, la gente se acostumbra, los políticos se acostumbran…Yo en 1996 me negué a pronunciar siquiera la palabra “ley de parejas”. Entenderlo como una cuestión de ir convenciendo, porque hay que entender que hay que convencer, que esta victoria no es posible si no se convence a la mayoría.

 

2. Unidad. Un interlocutor que habla con una sola voz. Esto es muy importante, porque sabemos que en otros países los políticos se han escudado en las diferentes voces del movimiento para tender siempre a aprobar las legislaciones menos progresistas. Es decir, si el movimiento presente diferentes discursos, los partidos van a buscar y a convertir en interlocutor a el grupo o asociación que presente el discurso que más le convenga al partido. De ahí la importancia de presentar un solo discurso. Eso se ha dado en España, donde aunque el discurso de la FELGT no ha sido nunca único, pero donde hemos conseguido que parezca único. Nos hemos “comido” el espacio de la interlocución política, aunque el Movimiento haya mantenido siempre su diversidad interna. La FELGT se dedicó sólo (o casi sólo) a la interlocución política ante las instituciones, y por eso consiguió que su discurso político fuera visto como la reivindicación política de la comunidad lgtb. En ese sentido, cuando se estudie esta historia se verá la importancia de la FELGT  que asumió la total representatividad del movimiento e incluso de la comunidad lgtb.

 

Ha sido muy importante dejar en suspenso las diferencias ideológicas internas, y no refiero sólo a las políticas, sino a las propias de nuestro modelo. ¿Fomentar las diferencias o atenuarnos? Ser esencialistas o construccionistas, identitarios, igualitaristas, comunitaristas?… Somos como una etnia o como quien tiene los ojos azules?…Ese fue un éxito en todo caso del modelo político e ideológico también de la FELGT: Aparcar esos debates para más adelante. 

Nosotros estamos en el debate de la Igualdad, mucho más comprensible para todos. Ellos se han quedado solos en un debate en el que nosotros no hemos querido entrar. A la gente, a los políticos no les importa nada si somos comunitaristas, esencialistas, biologicistas, indentitarios… En España y eso ha sido una importante ventaja el discurso intelectual lo ha hecho el movimiento. Eso es una ventaja, no hay intelectuales porque esto no se ha tratado en la universidad, así que no ha habido camarillas universitarias que se dejaran el tiempo en esas discusiones.

En la FELGT, se diga lo que se diga, podemos estar todos estos porque ese no es nuestro debate. La doble militancia es posible. Fijarnos objetivos políticos claros, no tanto ideológicos, en los que todos pudiéramos coincidir.  Ha supuesto importantes renuncias, pero con generosidad las hemos resuelto. En otros países en los que no se ha dado ese paso, aun siguen enredados en debates ideológicos ciertamente estériles. Hemos sido pragmáticos, pero al mismo tiempo hemos soñado con volar muy alto, y hemos volado.

 

 

3- Renunciar a los matices políticos y personales.  No podemos, desde la negociación con los partidos, con los sindicatos, desde lo que son las campañas políticas plantear estrategias de transformación social, aunque la nuestra lo es, pero no presentarla como tal. Eso queda para otras luchas más globales en las que muchos de nosotros participamos. Aquí se trata de conseguir, por primera vez en la historia moderna de conseguir algo tan simple como que al estado deje de importarle la orientación sexual de sus ciudadanos/as.

 

3- Para ello también fue importante cambiar el discurso tradicional de desconfianza hacia los partidos que mantienen muchas ONG’s. Nosotros optamos por meter a nuestra gente en los partidos. Eso hizo que no fueran los gays y lesbianas de los partidos los que negociaran las agendas políticas, sino la FELGT, el Movimiento. Eso es muy importante porque siempre ha habido homosexuales dentro de los partidos  pero éstos siempre han antepuesto los intereses de sus partidos  a las reivindicaciones del Movimiento. El cambio sólo pueden hacerlo los partidos, por eso, es fundamental meter gente nuestra dentro de los partidos.  Fue fundamental (aunque requirió un enorme trabajo interno) asumir que puede haber militantes del Movimiento que sean a su vez de derechas. Puede haberlos y pueden ser leales al Movimiento lgtb. De hecho, los militantes gays que tenemos que son a su vez del PP han sido fundamentales en esta lucha. Mucha gente los vio como infiltrados del PP en la FELGT, pero en realidad es al revés; siempre han sido infiltrados de la FELGT en el PP. Nos han permitido saber en cada momento como respiraba el PP, sus movimientos…nos han permitido tener reuniones al más alto nivel y tener acceso a la cúpula del partido, así como ir introduciendo el discurso de la igualdad dentro de la derecha. Si no se convence al menos a parte de la derecha esta lucha no se puede ganar. Hay que trabajar como hicieron en los países nórdicos las mujeres con eso que se llamó “pactos entre mujeres”, cuando mujeres de todos los partidos se unieron para impulsar derechos fundamentales como el aborto por encima de lo que pensaran sus partidos, Nnosotros hemos hecho una campaña: “No votes PP” con el apoyo de nuestros militantes del PP, y eso nos ha dado una legitimidad que no pueden aducir otros grupos. Tener militantes de partidos de derechas cuesta y se paga un precio, pero a la larga es muy positivo porque da legitimidad social.  Durante estos años se nos ha acusado de estar tomados por el PSOE, por el PP o por IU. Nuestra Comisión Permanente ha sido un reflejo involuntario de lo que la comunidad GLTB vota en política según las encuestas: 40% PSOE, 40% IU y 10% PP. Curiosamente y sin haberlo pretendido tenemos cuatro miembros de IU, cuatro del PSOE y uno del PP. Ha sido una casualidad, pero que también es muy sintomática del trabajo que hemos hecho.

 

4- En tercer lugar hay que cambiar el discurso para que el matrimonio termine apareciendo como la única opción. Dejamos de hablar de derechos para gays y lesbianas para hacer un discurso universalista.

Había que encontrar un punto de acuerdo entre todos los activistas y ese punto de encuentro supuso que todos cediéramos: rebajamos algunas peticiones maximalistas, como la destrucción del matrimonio, por ejemplo, pero aumentar en cambio otras de mínimos, como una ley de parejas. Lo más importante fue construir un discurso político que no tiene nada que ver con los derechos sexuales (damos por hecho que estos derechos están garantizados en la constitución), que no se trata del derecho a tener relaciones sexuales con quien se quiera, faltaría más; que no se basa tanto tampoco en la consecución de derechos sociales (porque cada vez hay menos derechos familiares para haber más derechos individuales), sino que lo entroncamos con la defensa del derecho de ciudadanía, que es un derecho moderno en el sentido de ilustrado: Igualdad y derecho de ciudadanía. Hacer este discurso permite ampararse en los textos internacionales y en las constituciones. El discurso de la Igualda permite también hacer conexiones discursivas y lógicas con otros grupos a los que se les negaba el matrimonio por impedirles el acceso a la ciudadanía, como los negros en EE.UU. o los judíos en algún momento en Europa. El matrimonio es una ley civil que ha sido el punto sobre el que ha gravitado, desde de la Revolución francesa, el derecho de ciudadanía. Además, el concepto de igualdad lo entiende fácilmente todo el mundo.

 

5- Entroncando con el anterior: Un discurso de la dignidad.  Hemos entendido que la igualdad legal era, al mismo tiempo, un objetivo moderado, en el que podíamos coincidir todos, y un objetivo revolucionario. Es, simplemente, la base sobre la que se asientan los estados democráticos. De ahí la indignidad de nuestra desigualdad. Y hemos comenzado a hablar de dignidad democrática también, que es un discurso que se dirige mucho más a la base de la democracia que el de los derechos para gays y lesbianas. Al hablar de nuestra dignidad hemos deslegitimado los discursos descalificadotes que se basan en prejuicios heredados y que tienen que ver con algo que ya no es de recibo y que no se cree nadie. Es decir, no somos maricas y bolleras de los que cualquiera pueda decir cualquier cosa, somos ciudadanos y ciudadanas de un estado democrático que exigen respeto a su dignidad personal. Se nos puede atacar desde la lógica de le enfermedad, de la perversión, del pecado, desde ahí se nos puede discriminar: quien es un enfermo, un pecador, un delincuente, no puede educar niños, evidentemente. Pero si hemos deslegitimado ese discurso ¿en nombre de qué se nos ataca? Si somos ciudadanos iguales, si podemos ser jueces, médicas, ministros o presidentes del gobierno, ¿por qué no tenemos los mismos derechos? Les hemos dejado sin lógica, porque incluso desde su lógica ¿es posible decir que se puede poner en manos de un gay los destinos de una nación (ellos dicen que sí porque ya no es posible el discurso de la discriminación) y no puede educar a un niño?

 

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8- Trabajar en la visibilidad. Hemos entendido que la visibilidad es nuestra herramienta principal. Si no nos ven, si no ven que somos muchos, que estamos en todas partes, que somos votos, que somos sociedad civil, que estamos entre ellos, ¿cómo van a tenernos en cuenta? La visibilidad es nuestra herramienta. Visibilidad, ya lo hemos dicho en los partidos, pero visibilidad social a toda costa. La prensa es muy importante hay que visibilizarse ante la prensa. Las reglas de juego son las que hay y ahora si no sales en la prensa no existes. No existes para los partidos y por tanto tampoco para sus agendas. Eso quiere decir discursos sencillos, unitarios, fáciles de entender aunque sean radicales. Eso quiere decir no dar miedo pero al mismo tiempo no renunciar a lo importante.

 

Hemos hecho de la manifestación del orgullo una herramienta de nuestra acción política. Así que hemos dejado de discutir si la manifestación del orgullo debía dejar de haber empresarios o no, carrozas o no, disfraces o no, en Barcelona siguen con esta discusión y no han pasado de 10.000 manifestantes. Nosotros, la FELGT, se deshizo de prejuicios, limó posiciones en las que todos cedimos un poco y conseguimos sacar a medio millón de personas. Centrando también la manifestación en los derechos ciudadanos y en los derechos humanos, conseguimos que a la cabeza de la misma se pusieran los principales líderes políticos, sindicales y sociales de este país, lo que visibilizó los derechos de gays y lesbianas como derechos de todos.  Aquí todos hemos cedido. Mi modelo no era el modelo. Me ha supuesto renunciar a muchas cosas, pero he puesto la visibilidad y el éxito por encima de todo.

 

La mani contribuyo a decir a los políticos que tenían que estar ahí, que somos muchos, que cada vez más politizados.

 

9- Entender que hay que trabajar con los partidos políticos cuando están en la fase de tener que buscar su espacio. Ningún partido político promete algo tan revolucionario por sí solo, por eso lo mejor es buscar el apoyo de la izquierda, que lo incluyan en sus programas y sabiendo que lo harán más fácil cuando están en la oposición. Por ejemplo, es el momento de presionar al partido socialista en Francia. No importa que una parte de él se haya manifestado en contra, una parte ya se ha manifestado a favor también. Cuando un partido ve el poder lejos es el momento de introducir cosas que jamás aprobaría en el poder. Eso es lo que se hizo con el PSOE, hay que deshacerse de las hipotecas del presente y trabajamos pensando en un futuro a más largo plazo, ha sido muy importante.

 

10. Estar en muchos frentes. En España hemos estado contra la guerra, por una sociedad laica, en plataformas de infancia, familiares y educativas, en sindicatos…Se trata de que todo el tejido social se acostumbre a ver a lesbianas, gays y transexuales, se trata de que se acostumbren a meter nuestras reivindicaciones en sus reivindicaciones, se trata de que vean que es una cuestión de derechos civiles que nos afecta a todos…

 

11- Diseñar  una estrategia con la prensa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

Una respuesta a «Las leyes de la igualdad. Historia de una lucha»

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