Que la vida de una mujer vale menos que la de un hombre es una realidad empírica, fácilmente comprobable en las cifras de feminicidio, de malos tratos, de infanticidios de niñas y en las de la diferencia de trato en cuanto a alimentación, atención médica, seguridad, inviolabilidad corporal etc., entre hombres y mujeres. Pero la vida de una mujer no sólo vale menos que la de un hombre, vale menos también que la de un feto, incluso que la de un feto inviable. Es tanto como decir que la vida de una mujer no vale nada.
En Irlanda, el sistema -y en su nombre las castas médica y política- tomaron la semana pasada la decisión de sacrificar la vida de una mujer de 31 años antes que practicarle el aborto que necesitaba, y deseaba, para seguir viviendo. Decidieron conscientemente no salvarle la vida, pudiendo hacerlo, la mataron. Dicen que la constitución irlandesa pone en el mismo plano al embrión y a la mujer gestante, lo cual es de por sí inhumano.
Significa poner en el mismo plano una vida humana plena frente a un proyecto de vida humana, que puede llegar a serlo o no, significa cosificar a las mujeres hasta el punto de considerarlas máquinas portadoras de una posible futura vida que crece en sus cuerpos y negarles cualquier decisión sobre sus propios cuerpos, sobre sus propias vidas.
Pero en todo caso, lo que dice la constitución es mentira, como acabamos de ver. Se ha puesto el supuesto derecho de un feto (que además no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir, como reconocieron los médicos), por encima del derecho de esta mujer a continuar con vida, se la ha matado en nombre de una ideología llamada provida que lo que busca, en realidad, es la muerte civil de las mujeres, su sumisión a un orden de dominación. ¿Cómo conseguirlo? Sabemos de sobra cómo, las estrategias están claras. Pero la lucha por no permitir que las mujeres se apropien completamente de sus cuerpos es la más agresiva de entre todas las que se utilizan. La más definitoria también, por eso ahí la lucha es a cara de perro.
Tendremos el voto y autonomía económica (más o menos, siempre menos), tendremos acceso a ciertas y escasas cuotas de poder, tendremos derecho a ser sexualmente autónomas. En todos esos campos la lucha por no ceder espacios es brutal como acabamos de ver con las resistencias por parte de muchos gobiernos a aceptar las cuotas de mujeres en los consejos de administración de las empresas… pero, aunque tengamos eso o podamos creer que tenemos algo de eso, el sistema sigue declarando que nuestra vida vale menos que la de un feto.
Es un mensaje claro. Aquellas legislaciones que prohíben el aborto en todos los casos, o que reconocen que la vida del embrión o del feto son “tan valiosos” como la de la madre, es obvio que consideran que las mujeres son personas menos valiosas que aquellos, puesto que en caso de que sea necesario elegir -como ha sido el caso en Irlanda- se opta por el feto.
Para poder hacerlo, para ser capaces de dejar morir a esta mujer, o de destrozar las vidas de otras tantas, los médicos y antes las leyes han tenido previamente que deshumanizarlas, que convertir a las mujeres en meros recipientes portadores, sobre todo, de una ideología, de un modelo de sociedad, el propio de los antiabortistas. Para que esto pudiera ocurrir, el sistema tuvo antes que considerar que la vida entera de esta mujer (de cualquier mujer embarazada) tiene que ponerse a disposición, quiera o no quiera, del embrión primero, del feto después. Aquí ella, la vida de ella, no cuenta, aquí ella no es nada. No hay un “ella” en realidad ya que no tiene voluntad reconocida; hay un útero del que la sociedad (patriarcal naturalmente) dispone.
Aquí ella es un ser humano cuyo valor como tal parece quedar “en suspenso” durante los nueve meses de embarazo, prevaleciendo en este caso el supuesto derecho de una vida futura sobre el derecho concreto y muy real de una vida completa; claro que hablamos de una vida de mujer y por tanto nunca completa. Como afirmó la norteamericana (y republicana por cierto) Marjorie Bell Chambers respecto al tan mentado derecho a la vida del feto: “Parece que todos los seres humanos tienen derecho indiscutible a la vida… excepto las mujeres embarazadas”. El cuerpo de la mujer aquí se hace transparente, se le vacía de voluntad, se le atraviesa por un poder externo a ella, se convierte en algo inerme; se ignoran los derechos de una vida ya construida, inmersa en una historia personal, para imponer sobre ella un mandato social patriarcal.
Nada de esto es nuevo pues en todas las sociedades los cuerpos de las mujeres tienen un valor simbólico como lugar de ejercicio del poder patriarcal y, dependiendo de la fuerza y extensión de éste en cada sociedad, así se usan. En nuestras sociedades los varones se ven en una situación relativamente nueva en la que su puesto de único proveedor familiar está siendo fuertemente cuestionado. La globalización y su fuerte desregulación y precarización, al tiempo que el avance del feminismo, están situando a los varones en una posición de fragilidad identitaria en la que cada vez más ocupan lo que Celia Amorós ha llamado una “posición mujer”.
El neomachismo, la violencia, el aumento del uso de la prostitución, así como la ofensiva antiabortista no son más que los intentos de volver a controlar los cuerpos femeninos para así poder controlar algo. La vida del feto no es más que la excusa para conseguir mantener ese ámbito de dominio. Un país que sitúa la vida de los no nacidos por encima de las mujeres que los gestan, no tiene más respeto democrático por su población femenina que el que puede tener Arabia Saudí o Afganistán.
Pero más allá de esta neurosis patriarcal las mujeres sólo podremos ser iguales cuando nuestros cuerpos sean enteramente nuestros y nadie pueda exigirnos que los pongamos al servicio de ninguna idea, de ninguna ideología, de ningún proyecto externo, de ninguna otra voluntad que aquella que lo encarna.
Publicado en: eldiario.es
22 respuestas a «No fue el feto quien mató a la madre»
Supongo que Beatriz Gimeno se refiere al confuso caso de Savita: en primer lugar debe señalarse que en Irlanda es legal el aborto terapeutico desde 1992 (incluso cuando la mujer ameza con suicidarse si no la dejan abortar), no es cierto que Savita muriese en un hospital católico, el caso era conocido por los proabortistas irlandeses desde hace 3 semanas. Y es extraño que el caso reviente mediaticamente en pleno debate del aborto.
Po cierto, no sería la primera vez de un un caso manipulado por el lobby abortista: El recurso a la mentira en las campañas pro aborto
http://www.aceprensa.com/articles/el-recurso-la-mentira-en-las-campanias-pro-aborto/
Antes de caso Savita ocurrio el caso Rosita : Las feministas ocultan ahora la nueva violación y embarazo de Rosita.
http://foro.univision.com/t5/Discusi%C3%B3n-sobre-el-Aborto/Las-feministas-ocultan-ahora-la-nueva-violaci%C3%B3n-y-embarazo-de/td-p/189580803
Probablemente fuera un error, si se permitiera abortar libremente a una nińa, que no mujer, no ocurrirían estas cosas. Ahora bien una vez más parece, según leo, que el mayor damnificado fue el supuesto novio de Rosita como siempre de genero masculino y olvidando que la que fue noticia, la que fue juzgada mediaticamente y la que tuvo q huir a otro pais para hacer valer su vida antes que la de un feto fue la mujer. Como siempre…
Los defensores de los «derechos» del feto y del embrión en general no saben ni lo que defienden. No tienen idea de lo que es una persona, un agente moral, un ser humano, un derecho… Ignoran la distinción tan simple entre potencia y acto –a la que a veces, sin conocerla, aluden–, y aun creen que la posición de la Iglesia (cuya doctrina está detrás de casi todos ellos) ha sido siempre la misma –como ella se ha encargado de propagar. Quizás los más creyentes deberían empezar por informarse de que la Biblia no dice nada sobre el tema, que la posición de la Iglesia ha cambiado a lo largo del tiempo, que Tomás de Aquino y Agustín de Hipona (los célebres «santos» doctrinales de la Iglesia) tenían ideas distintas, no pensaban que el alma estuviera presente desde el momento de la concepción (Tomás atribuía su aparición a los 40 días para el hombre y a los 90 para la mujer –el hombre primero, qué casualidad, ¿no?), y que en una época los teólogos –todos ellos hombres– debatieron incluso si las mujeres tenían alma.
http://www.c-fam.org/fridayfax/espanol/9314/campa%C3%B1as-mundiales-de-aborto-se-aprovechan-de-muerte-tr%C3%A1gica-en-irlanda.html
«Savita tenía más posibilidades en Irlanda que en otros lugares. La información más reciente de la OMS (2010) indica que solo 6 de cada 100.000 mujeres mueren en Irlanda como consecuencia de complicaciones relacionadas con el embarazo. Esto es la mitad de las muertes que ocurren en el Reino Unido (12), un tercio menos que en Estados Unidos (21) y treinta y tres veces menos que India (200), todos ellos países donde el aborto es legal.»
¿Mujer sin alma? La mujer sin alma y otras ruedas de molino
http://www.cronicas.org/ruedas.htm
No he dicho que la mujer fuera considerada sin alma por la Iglesia. He dicho que fue un tema debatido por los teólogos. Y lo fue, como lo fue también el sexo de los ángeles y cuántos de ellos cabían en la punta de una aguja. Para responder hay primero que leer, para saber a qué se responde.
«lo fue, como lo fue también el sexo de los ángeles y cuántos de ellos cabían en la punta de una aguja.??????
http://bedejournal.blogspot.com.es/2010/01/dancing-with-angels.html
Según B. Haering: La Ley de Cristo II, 228: «La Iglesia consideró siempre el aborto como un asesinato especialmente horrible. Los más antiguos documentos de la tradición cristiana hablan de este crimen auténticamente pagano con profunda repulsión. Ya los Concilios de Elvira (306), de Ancira (314) y de Trullo (602) decretaron la excomunión contra los que practican el aborto, y en caso de arrepentimiento la aplicación de penas canónicas durante largos años».
Y en la página 224 dice: «Los escolásticos de la opinión de Aristóteles jamás dedujeron que un aborto realizado antes de los 40 u 80 días respectivamente no constituía un crimen. Sin embargo, esta opinión suavizó a veces el rigor de las penas eclesiásticas. Si la opinión de Aristóteles fuera cierta, no se podría decir que el aborto practicado antes de la animación por el alma espiritual constituyese realmente asesinato de un hombre perfecto; pero sí habría que decir que era un ataque antinatural contra una vida que estaba destinada por Dios a recibir el alma espiritual. Sería, pues, un verdadero crimen».
Read more: http://todoloqueseaverdad.blogspot.com/2009/10/por-que-el-aborto.html#ixzz2CmC45Jli
B. Hearing es un cura. ¿Qué se puede esperar que diga? ¿Se puede esperar objetividad de gente que se guía por un libro que considera sagrado y no por la razón?
«Aun durante los muchos siglos en que la práctica penal y penitencial de la Iglesia se basaba en la teoría de la animación retrasada, esto nunca afectó la condenación del aborto.Cualquiera que fuese la posición que se tomara sobre el comienzo de la animación, o sobre cuando el feto es un ser humano en el sentido estricto del término, se consideraba el aborto como un mal desde el momento de la concepción y el momento de la animación nunca se veía como una línea moral divisoria entre lo que se puede o no permitir. (John Connery. Aborto. El desarrollo de la perspectica católico romana. 1.977)
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Nadie está diciendo que no sea esa la posición de la Iglesia (la que asume el autor que citas). Lo que hago es criticarla con argumentos racionales. No tradicionales. Que la Iglesia siempre haya condenado el aborto de una u otra manera, y lo ha hecho con matices (que si era o no un ser con alma, que si era o no asesinato, pero sí pecado grave, etc)… no la dota de razón. También sostuvo durante siglos que la tierra era plana, y quemó a Bruno y condenó a Galileo por sostener lo que todo el mundo hoy sabe que era la verdad.
César Vidal Manzanares:
El infanticidio era no sólo común en el mundo clásico, sino además totalmente
tolerado y legitimado. Séneca contemplaba el hecho de ahogar a los niños en el
momento del nacimiento como algo provisto de razón, y, por supuesto, la idea de
que debiera mantenerse la vida de un hijo no deseado provocaba una repulsa
directa. Al respecto, debe recordarse que Tácito censuró como una práctica
«siniestra y perturbadora» el que los judíos condenaran como «pecado el matar
a un hijo no deseado» (Historias, 5, 5). No se trataba, desde luego, de
excepciones. Platón (República, 5) y Aristóteles (Política 2, 7) habían
recomendado el infanticidio como una de las medidas políticas que debía seguir
el Estado.
Por supuesto, los niños abandonados o muertos tras nacer pertenecían a ambos
sexos, pero, de manera ostentosamente preferente, este triste destino recaía en
las hembras o los enfermos. […] Recientes excavaciones han dejado de
manifiesto que de las docenas de niños arrojados a la muerte en una ciudad
mediterránea de la época la inmensa mayoría eran hembras. Que los hombres
superaran a las mujeres demográficamente en una proporción de 131 a 100 en la
ciudad de Roma y de 140 a 100 en Italia, Asia Menor y África no era sino
consecuencia de la nula consideración que se tenía socialmente hacia el sexo
femenino. ¿Acaso podía ser de otra manera cuando era rara la familia que
aceptaba en su seno más de una hija? De acuerdo con un estudio arqueológico
realizado por Lindsay, de seiscientas familias estudiadas en una de las ciudades
del imperio solo seis -es decir, el 1 por 100- contaba con más de una hija.
[…]
La posición del cristianismo primitivo hacia el aborto y el infanticidio no
tardó en convertirse en una abierta denuncia dirigida a las más altas instancias
del imperio. Atenágoras (Apología 35) ya señaló en el siglo II al emperador
Marco Aurelio que «decimos a las mujeres que utilizan drogas para provocar un
aborto que están cometiendo un asesinato, y que tendrán que dar cuentas a Dios
por el aborto… contemplamos al feto que está en el vientre como un ser creado,
y por lo tanto como un objeto al cuidado de Dios… y no abandonamos a los
niños, porque los que los exponen son culpables de asesinar niños». Sabido es
que la apología no disuadió al emperador de convertirse en un perseguidor de los
cristianos. Pero tampoco la persecución apartó a los cristianos de sus puntos de
vista. A finales del siglo II, Minucio Félix (Octavio 33) volvía a condenar el
aborto y lo relacionaba -con razón- con la propia mentalidad pagana.
(César VIDAL, El legado del cristianismo en la cultura occidental, col.
«Espasa-hoy», ed. Espasa-Calpe, Madrid 2000)
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¿Y…? Gracias por recordarnos la historia. Pero nada de lo que dije es falso. Te lo desgloso a ver si así te enteras mejor:
1. «La Biblia no dice nada sobre el tema» (sigo esperando el pasaje que lo refute).
2. «La posición de la Iglesia ha cambiado a lo largo del tiempo» (éste es el único punto al que te has referido, y al que ya he contestado: es posible que siempre haya condenado el aborto, pero con matices diversos, por lo que su posición a lo largo del tiempo –repito– ha cambiado.
3. «Tomás de Aquino y Agustín de Hipona (los célebres “santos” doctrinales de la Iglesia) tenían ideas distintas, no pensaban que el alma estuviera presente desde el momento de la concepción (Tomás atribuía su aparición a los 40 días para el hombre y a los 90 para la mujer –el hombre primero, qué casualidad, ¿no?)». Una prueba histórica –ya que recurres tanto a la historia– de las variaciones en la posición de la Iglesia, por cierto referida por el propio Tomás de Aquino en su Comentario al libro IV de las «Sentencias» (dist. 3, q. 5, a. 2).
4. «En una época los teólogos –todos ellos hombres– debatieron incluso si las mujeres tenían alma». Y así fue. La difundida idea de que sostuvo que las mujeres no tenían alma no ha sido probada por la investigación histórica; pero sí que se debatió el tema (y eso es lo que dije: léelo).
¿Es verdad que la Iglesia católica enseñó en cierta ocasión que la mujer no tenía alma?
Jamás la Iglesia católica enseñó semejante falsedad. Esta calumnia nació de una interpretación errónea, tal vez malintencionada, de un pasaje de San Gregorio de Tours en su Historia de los francos, 8, 20. En un Concilio que se celebró en Macón, (Francia), el año 585, un obispo dijo en una sesión privada que en la palabra homo no estaba significada la mujer, sino sólo el hombre. Los obispos allí presentes le probaron lo contrario, citándole el Génesis, V, 2. Pudieron habérselo probado también con textos de Cicerón, Ovidio, Plinio y otros latinistas por el estilo. La disputa, pues, no era en modo alguno dogmática, sino puramente gramatical.
http://www.fsanvicenteferrer.org/2011/05/la-iglesia-catolica-es-infalible.html
Ya respondí a esto (punto 4, veo que sigues sin leer). Y en la página que tú mismo citas arriba (se pueden citar muchas más de historiadores que dicen lo contrario), se lee esta admisión:
«…there is a grain of truth in the accusation that theologians of the Middle Ages wiled away their time on such trivialities…»
Mientras te vas por las ramas (como buen seguidor de los teólogos medievales), no veo refutación de ninguno de los puntos que te he especificado. Sigo esperando argumentos…
Interesante blog el tuyo, hablas de legislar a favor de la elección y acaban dos hombres discutiendo de teología. Como si a estas alturas nos importara ya lo que dice una institución tan desigualitaria como esa.
Bueno, ellos son así, no se callan jamás, pero creo que se retratan solos y peor sería borrarlos. A veces lo pienso pero…no
Por mí puedes borrar. No hay problema.
Eso, Beatriz, borrar a los que piensan distinto, o no publicarlos, esa es la clave de la ideología feminista.
[…] unos años, en 2012, escribí un artículo sobre una mujer que murió en Irlanda, a la que se dejó morir en Irlanda, porque nadie quiso […]
[…] unos años, en 2012, escribí un artículo sobre una mujer que murió en Irlanda, a la que se dejó morir en Irlanda, porque nadie quiso […]