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Ecologismo y feminismo: Ecofeminismo


Feminismo y ecologismo son dos filosofías, dos éticas, dos teorías críticas de la sociedad, dos sensibilidades que tienen que encontrarse necesariamente porque el futuro tiene que ser ecologista y feminista o no será. Más allá de que cualquier idea de justicia es inconcebible si deja fuera de la misma a la mitad de la humanidad, lo cierto es que ecologismo y feminismo apenas se han relacionado hasta ahora. Sin embargo sus agendas tienen que complementarse necesariamente y cuanto antes lo entendamos mejor. Ninguno partimos de cero y ambos, tanto el ecologismo como el feminismo,  tienen ya una historia, una praxis y saberes acumulados que nos permiten trabajar hacia una agenda común más necesaria hoy que nunca. Concretamente, el ecofeminismo viene teorizándose desde los años 70.

Siendo tanto el feminismo como el ecologismo teorizaciones complejas y plurales que integran distintas corrientes en su seno podríamos decir que además de la defensa de la igualdad propia de cualquier ética progresista, el punto nodal, y también problemático, entre ambos es la relación de las mujeres con la naturaleza y con ciertos valores llamados hasta ahora femeninos y relacionados con la ética del cuidado. La vinculación de las mujeres con la naturaleza es una de las características del patriarcado que surge a partir de la dualidad naturaleza-cultura que identifica al varón con cultura y civilización en el arte, la filosofía, la ciencia…y a las mujeres con el mundo de lo natural y que concibe el mundo, a partir de ahí,  como dos esferas  de existencia separadas que se relacionan de manera jerárquica. Es evidente que una goza de privilegios sociales, materiales, simbólicos y la otra no. El ecofeminismo ha denunciado esta asociación y por el contrario ha señalado que en el orden simbólico patriarcal la dominación de la naturaleza y de las mujeres están conectadas; el ecofeminismo considera que la dominación y explotación de las mujeres y la dominación y explotación de la naturaleza tienen un origen común: una visión androcéntrica de la vida en la que el varón busca dominar el mundo (y las mujeres son parte de ese mundo) y en la que éste construye su subjetividad y construye la sociedad a partir del dominio de ambas.

Sin embargo, la  relación de las mujeres con los recursos naturales es real en una gran parte del mundo. Tan real que sin igualdad de género es imposible conseguir la sostenibilidad porque lo cierto es que gran parte de la gestión de esos recursos está en manos de las mujeres. Esta es la razón de que desde hace tiempo las agencias internacionales, desde Naciones Unidas hasta la FAO hayan tratado de unir ambas agendas: ecologismo y feminismo en una misma lucha.   Las mujeres son la llave. El andropocentrismo imperante, que es también androcéntrico, ha creado un sistema de producción insostenible. El coste negativo de este sistema recae en gran parte sobre las mujeres y con ellas, por tanto, hay que buscar la solución. En lo que hace a los países del Sur, las mujeres son las principales productoras de comida, las encargadas de trabajar la tierra, mantener las semillas, recolectar los frutos, conseguir agua…… Entre un 60 y un 80% de la producción de alimentos en estos países recae en las mujeres. Por eso son también las mujeres las más afectadas por las consecuencias que el cambio climático está dejando en la agricultura de subsistencia, son ellas las más afectadas, junto con sus hijos, por el hambre; son también las más afectadas por la deforestación, por las consecuencias de la misma en la agricultura, en la recogida de leña, en la gestión del agua. De ahí que sean ellas las principales luchadoras por la reforestación y la conservación de los bosques.

Y, sin embargo, las mujeres no son las titulares de las tierras que cultivan, ni de las cosechas, ni son las encargadas de tomar las decisiones respecto a sus vidas y a esos recursos. En general, ellas gestionan de manera más racional los recursos medioambientales porque son las encargadas de gestionarlas no sólo para ellas, sino para sus familias. El control por parte de las mujeres de los recursos es el que saca de la pobreza a las familias. Por eso buscan cuidar los recursos naturales y no explotarlos hasta agotarlos. Sin tener en cuenta a las mujeres como sujetos activos de esta gestión, el cambio no es posible.

La sostenibilidad tiene también que ver en gran medida con los derechos sexuales y reproductivos. Dejando claro que estos son derechos humanos ineludibles desde el punto de vista de la justicia, en tanto que la sostenibilidad requiere de una reproducción responsable,  si estos derechos no son una realidad controlada por las mujeres, dicha sostenibilidad se hace imposible. El empoderamiento femenino es imprescindible para un modelo reproductivo sostenible.

En el tercio rico del mundo, ecologismo y feminismo tienen también una agenda común. La exigencia de otro modelo de desarrollo, de consumo, ocio, ética, trabajo etc. implica repensar absolutamente las relaciones afectivas, sexuales, familiares, laborales y sociales entre hombres y mujeres. El ecofeminismo pide el cambio de modelo productivo, pero este no será posible sin un cambio de modelo en la vida privada: menos consumo, otro tipo de ocio, otra manera igualitaria de repartir el trabajo de cuidado. El ecofeminismo pide universalizar esos trabajos sobre los que en gran parte descansa la calidad de vida de una sociedad y sin los que el trabajo productivo se desmoronaría. Esos trabajos que en la actualidad prestan las mujeres de manera gratuita o mal pagada y que no gozan de prestigio social ninguno. Para ello hay que repartir por igual todas las tareas en lo que se ha llamado corresponsabilidad. Los hombres tienen que cuidar, tienen que desaprender comportamientos sociales vinculados en exclusiva a la productividad, al trabajo, al consumo alienante y para ello tienen que relacionarse en igualdad con las mujeres que llevan siglos cuidando y encarnando, en exclusiva y sin desearlo, otros valores. Ni nosotras queremos ser cuidadoras a cambio de sueldos menores o de jornadas extenuantes, ni los hombres tienen que ser productivos a cambio de renunciar a vidas personales más plenas.  Las diferencias entre hombres y mujeres, generadas por la división sexual del trabajo, son diferencias generadas por el proceso productivo que asigna a las mujeres las tareas en el hogar o las no vinculadas al mercado o al trabajo productivo sino a lo que se ha llamado trabajo reproductivo. Si no cambiamos nosotros/as mismos/as no puede haber un cambio global.

Sin embargo el camino en común con los ecologistas no está siendo fácil. El feminismo ha desconfiado siempre del ecologismo porque a éste le está costando incorporar el conocimiento feminista. Una parte de él es ciego al género y otra parte mantiene una visión esencialista de las mujeres, defendiendo –sin escucharnos- que estamos más próximas a la naturaleza, no porque los roles de género y la cultura nos hayan situado en ese lugar, sino por efecto de la misma naturaleza, y desde ahí sus soluciones no van tanto en la reivindicación de la autonomía y el empoderamiento de las mujeres como en asumir planteamientos que tienen como centro una visión esencialista, romántica y obsoleta de lo que significa ser mujer. Nosotras, ecofeministas, sabemos que no hay una esencia de los sexos, la posición de las mujeres respecto a la naturaleza viene determinada por la división sexual del trabajo y la cultura. Históricamente esta supuesta vinculación especial, y supuestamente privilegiada, con la naturaleza ha servido para coaccionarnos, para tratarnos como objetos pasivos al servicio de la misma naturaleza. El feminismo es justamente una huida de esa naturalización impuesta.

Las ecofeministas defendemos y apoyamos una ética ambiental con una fuerte perspectiva de género. No queremos políticas específicas que sean un punto pequeño de los programas o de los manifiestos, no somos algo específico, también somos la humanidad y por tanto no  puede haber solución para la humanidad si dicha solución no lo es para nosotras. Para ello es necesario que el conocimiento feminista sea incorporado al saber ecologista. Si no se garantiza la plena autonomía de las mujeres sobre sí mismas, el incremento de su poder político y representativo, aumentando su control sobre los recursos naturales y materiales, su empoderamiento, en definitiva, si el ecologismo persiste en su mirada androcéntrica, falsamente neutra, no hará política ecológica.

El ecologismo político va a ser, antes o después, la gran fuerza social y política del futuro, no hay otro remedio. ¿Qué papel vamos a jugar las mujeres en ese escenario?  ¿Vamos a impulsar y a protagonizar el cambio en primera persona o vamos a seguir la estela de quienes dicen desear un cambio radical pero no acaban de comprender que sin el feminismo no es posible ese cambio?  Sin la igualdad entre los sexos no hay futuro ecológico posible; sin nosotras no hay futuro de ningún tipo.

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

13 respuestas a «Ecologismo y feminismo: Ecofeminismo»

Esto que comentas del Ecofeminismo a mí me parece un ideal. Ser ecologista y ser feminista deberían ir de la mano. Las dos corrientes deberían ayudarse y empujarse.
Sin embargo el ecologismo, en algunas partes, parece que se acerca a tesis conservadoras o ideas de derechas, y no lo entiendo. Hay países en Europa que van por ahí.
En España, en Cataluña ICV parece que ha conseguido juntar una ideología más progresista y ecologista.
No entiendo por qué el ecologismo desconfía del feminismo. Cuando sería deseable que fueran unidos.
Así que si fuera posible esta unión sería estupendo. Habría muchos beneficios para todos. El ecologismo bien entendido beneficiaría a todo el mundo, conservar la naturaleza es una tarea de futuro, es un deber para los que vendrán después. Y conseguir que las mujeres sean libres e iguales también sería positivo para el futuro.

Lola, se me ocurre algo. Y es que «el ecologismo» también tiene y va a tener un mercado asociado, un consumismo propio, una «industria de lo verde», es decir, que hay quien va a sacar tajada de unas ideas tan nobles. Y claro, ¿cómo dejar que sean las mujeres las que saquen tajada de esto? Mejor que sean sólo los hombres los que, una vez más, dominen toda esta industria y tomen las decisiones, nosotras sólo estamos ahí para ser «hormigas obreras».

MeGustaEsteBlog tienes razón y puede que vaya por ahí el tema. Si hay tajada para qué compartir con mujeres con ideales progresistas. Entonces si es así ¿no se puede ser feminista y ecologista en el buen sentido de las 2 palabras?.
De todas formas vender hay que vender pero intentar que lo que se venda sea justo. Y se cuide lo que nos rodea. Porque si no llegará un momento que no tendremos nada que vender.

Pues claro que sería bueno y además estupendo que se cuide el medio ambiente y encima se pueda hacer negocio y se creen empresas y puestos de trabajos «verdes». Siempre que esto sea cierto y no timos «sacaperrras» que no sirvan para nada, claro, pero ¿por qué no?
Una economía real, ganarse la vida y mejorar la de los demás y del planeta.. vamos, te diré uno muy verde, la agricultura orgánica, como mi padre. Bueno ¡yo quisiera que ganara mucho dinero! Y también es feliz, eso dice!
Pues que razón teneís Lola y me gusta

Muy buen artículo, muy bien explicado y argumentado.
A mi modo de ver, en España el ecologismo aún tiene que superar una importante barrera: que alguien que se identifique como «ecologista» sea visto simplemente como: «el jipi de las rastas», «el de los pájaros», o «el que quiere salvar a las ballenas». Nuestro país lleva un gran retraso en esto de entender que el ecologismo no se reduce a salvar ballenas, parece que no somos capaces de ver que el ecologismo es la única manera en la que se puede (re)construir un mundo que se nos está yendo a la mierda a pasos agigantados.
Igual pasa con el feminismo: mucha gente equipara a las feministas con «esas mujeres que odian a los hombres y quieren ser más que ellos». ???? Sólo hay una cosa que me repatee más los higadillos que un obrero que vote a la derecha: una mujer que diga que ella no es feminista. Es que no lo entiendo.
Y en la base de ambos problemas, la misma causa y la misma solución: educación, educación y educación.

La importancia de ambas cosas está clara, y ya hace muchos años que se escriben libros al respecto pro ejemplo, por cierto querría leerme unos cuantos, ¿nos podrías decir si tienes una bibliografía al resepecto?
Otro punto que a mi me interesa también es la salud humana, es decir, el ecologismo como la prevención y promoción de la salud, la agricultura, la industria, todo el desarrollo económico parece erróneamente basado en la fuerza física del macho mientras «el deber de proteger el frágil hogar planetario» recae en todos, porque no es baladí, está ligado a lo mismo: sin salud del medio ambiente ¿Qué salud podemos esperar tener los seres humanos? Amén de un planeta con mucha energía eléctrica y calor en invierno pero libre de contaminantes, residuos tóxicos, residuos nucleares, con la capa de ozono en plena forma…NO es una «asignatura optativa» para nadie, será o no será como dices tu.
Yo si creo que eso es verdad, el modelo lo ha creado el machismo que busca domesticary dominar todo bajo su peso, naturalmente es tarea de todos, igual que las señoras no son las únicas que pueden comprar , elegir y también producir productos «environtmentally friendly», llevar una casa sin malgastar o moverse hacia otro modelo productivo y de consumo, entre otras mil cuestiones, pero el poder sin unirse, sin comprender a otras mujeres, y unirse entre si en mi opinión tambien se diluye pues los machos se unen (contra las mujeres tristemente) mucho más, más o menos veladamente (me atrevería a pedirte un estudio al respecto ya que dedicas esfuerzo y vocación a estos temas y quizá una llamada a ésto) Por cierto leí también tu escrito sobre el curso de estudio sobre capitalismo y todo ello anda unido, si parece que el modelo es insensato se mire por donde se mire.
Y hay muchos puntos que profundizar y concretar. Yo si los pienso como ejemplos «tontos»? no tanto, ¿hemos pensado en los tóxicos del maquillaje»? ¿En las tiranías de la moda y al lencería? ¿O es esto nada más que «nuestro medio» de ejercer la parcela de poder que podemos o nos deja el macho de turno? (seduciéndo a ese macho él si poderoso, rico, etc?) Tal vez son cuestiones manidas, corrígeme
Y respecto a las mujeres es que no hay vuelta de hoja por una sencilla razón, somos el 50% de la humanidad. ¿Seremos una fuerza con toda la conciencia necesaria en todos los aspectos? Pero me atrevo a decir que la falta de reconocimiento social es el factor más doloroso, después de la pobreza y toda esa carencia de poder sobre la materia, la propiedad, no ya d ela tierra que por supuesto, sino de casi todos los negocios, empresas.. se me ocurre el armamento, la fuerza física, amén de sobre nuestros cuerpos o mente. No en balde sigue persisitiendo el «reconocimiento por el macho, la mayor aparente «fuerza» de una mujer y esa única parcela donde, al entrar como objeto de placer y comercio, parece ser el mayor poder de una mujer de cualquier parte del mundo. Por eso los mayores insultos son puta y fea, no hay nada peor después o incluso antes que cualquier otra forma de olvido y desprecio, por esa mirada andrógina, si, y por la comercialidad de todo
Pero el punto en que dices «El feminismo es justamente una huida de esa naturalización impuesta» se refiere solamente a la reproducción, la maternidad.. no sé pero no creo que haya que «rebelarse contra la naturaleza» como si fuéramos enemigos ni dejarse «naturalizar a la fuerza» sino conocerse para poder elegir el tipo de vida que cada una quiera tener lo más posible y sin presiones del género masculino (que si es verdad que trata de apropiarse del género neutro y no en un término de palabra sino de obra). Quizá podrías concretar un poco más ese punto para mi a ver si lo entiendo.
Y se lo planteen o no las mujeres estas cuestiones que cuentas sus consecuencias nos alcanzarán estemos alerta o no, se reconozca o no, tenga su plasmación clara o no, así que desde luego que si, si debe existir, crecer y organizarse la respuesta feminista y ecofeminista a todo o mucha gente nos vamos a quedar sin una referencia politica a la que acudir así que deseo todo lo mejor a esta visión tan necesaria. Y sobre todo, tengo que decirlo, porque el resto de opciones política han sido ejemplo de marginar mas o menos veladamente todo ésto.

Yo añadiría un problema de racionalidad: desde hace un par de décadas el ecologismo ha derivado de mano de GreenPeace a posturas fanáticas que rozan lo religioso, y antes que el trabajo serio prefieren los numeritos espectaculares, sin plantearse la más mínima crítica interna, rechazando la evidencia científica y apadrinando absurdeces de todo tipo. Eso hace casi imposible que los sectores más visibles del mismo se apeen de la burra de actitudes como la del «naturalismo» de la mujer.

Me ha alegrado encontrar esta entrada, sobre todo viniendo de quien viene, una persona con muy buenas luces cuyos artículos me han servido mucho.
Somos muchas las personas que nos dedicamos a defender la ecología como base de todo, puesto que la vemos como la defensa del medio donde nos asentamos y que sin nosotras seguiría ahí, por eso siembre he dicho que el futuro tiene que ser ecológico o no será.
Ahora bien, un futuro que no sea feminista no sería para nada deseable, no sólo seguiríamos explotando a la mitad de la población y no sería justo, sino que al limitarla perderíamos toda la sinergia que un desarrollo conjunto podría aportarnos. Quizá el ser humano pudiera perpetuar su patriarcado, no lo sé, pero seríamos tan estúpidos, y lo pongo en masculino, como lo hemos venido siendo de aquí para atrás si el futuro no fuera feminista.
Algunas tesis mas biologicistas de machos y hembras quizá se fijen en lo que ocurre con frecuencia en la naturaleza pero no es todo lo que ocurre, en la naturaleza pasan muchas cosas y cada especie las vive de una forma. Sin dejar de vernos como parte de ella no podemos olvidar que también somos una especie singular, que cuenta con suficientes capacidades como para que la distinción entre machos y hembras sólo sea una característica más de las muchas que tienen cada uno de sus individuos.
En el movimiento ecologista se va avanzando en temas feministas pero el proceso es lento, no somos menos patriarcales que otros colectivos, aunque por analogía debiéramos serlo. Muchos somos hombres porque las responsabilidades del hogar las hemos derivado a mujeres, y como hombres solemos estar más perdidos en filosofías feministas que quienes las vivís en vuestras propias carnes.
En cualquier caso, y me alegra cada vez que lo veo, el movimiento verde cada vez tiene más trazas violetas.

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