He terminado mi curso de Project Management mucho más asombrada que cuando lo empecé porque al menos antes yo ignoraba que existieran estas cosas y ahora me he dado de bruces con ellas. No puedo hacer aquí ni siquiera un somero resumen de las más de diez horas que ha durado el espanto. Pero trataré de señalar los puntos clave. No repetiré lo absurdo que resulta decir obviedad tras obviedad usando una jerga específica casi siempre en inglés, cuando casi todas las palabras se pueden decir en castellano. Pero naturalmente que eso es lo de menos.
Lo de más es que, efectivamente, no hay Management que no sea pura y dura ideología neoliberal. El profesor nos ha repetido hasta la saciedad que el mejor Project Management del mundo lo hace el Departamento de Defensa norteamericano. El lenguaje que se usaba era fundamentalmente bélico, las campañas de marketing son guerras, los competidores enemigos, los jefes generales, los puntos decisivos son «puntos asesinos», la ejecución del proyecto requiere una guerra rápida, la planificación es la «preparación de la batalla» etc.
El trasfondo de todo es la necesidad de externalizar cualquier trabajo para entregarlo a empresas de estas que cobran una pasta por planificar, gestionar, desarrollar, ejecutar proyectos. Por nada que no se pudiera hacer dentro. Empresas que contratan a empresas que contratan a empresas y al final…Urdangarín. Lo que quiero decir es que Urdangarín ha llamado demasiado la atención y es posible que se haya pasado un poco, creo que ni siquiera daba los cursos, pero él no es más que un eslabón más de empresas que venden humo a empresas que venden humo mientras el dinero, y mucho, corre de unas manos a otras (siempre las mismas, tampoco es que se reparta) Y de paso, lo que enseñan es cómo debe ser el mundo. Es muy importante que lo que hacen tenga sentido.
Todo lo que nos explicaban (no puedo dar nombres de empresas, ni de libros, ni de nada) proviene de un señor que recogió el sentido común y lo puso en un libro. «Se hizo rico», nos explican. El libro es la biblia del Management, se escribió en Pennsylvania y desde allí al mundo. Más de 400.000 sacerdotes del asunto repiten el mantra por empresas y universidades. Es como la iglesia de la Cienciología pero sin Tom Cruise.
Nos ponían varios ejemplos de cómo hacer bien un proyecto. De como externalizar, planificar bien, abaratar costes y maximizar beneficios. ¿Cual fue el magnífico proyecto ejemplarizante? La fabricación de la bomba de neutrones por parte de EE.UU, aunque al final no sé si se fabricó, pero el proyecto, buenísimo, un ejemplo. El otro ejemplo que nos han puesto ha sido la planificación de la fabricación de un medicamente contra el cáncer por parte de una multinacional farmaceútica. En ambos casos, por supuesto, no existe la responsabilidad moral ni utilidad social. En el primer caso, se obvia que el objetivo de tanto Management era el asesinato de inocentes y causa un dolor infinito. En el segundo caso se nos presentaba como un magnífico proyecto sólo por su rendimiento en la bolsa y lo que curara o dejara de curar, quién pudiera comprarlo o no, eso eran naderías. En ambos casos los rendimientos se medían en «retorno de inversión» y no había más utilidad que la económico, lo mismo da que fuera una bomba que un medicamento.
Todo este Management, además, tiene que servir para que las empresas ofrezcan cada año nuevos productos que parezcan nuevos y creen la necesidad de poseerlos. No importa que sus antiguos productos sean tan buenos que sigan siendo útiles, eso es un mal ejemplo y de hecho se nos cita a una compañía que por hacer productos demasiado buenos está a punto de hundirse. Hay que cambiar cada año lo que se compró el siguiente y hay que inundar el mercado, y todo ello acompañado de costosas campañas de publicidad que generen en los consumidores (los antiguos ciudadanos/as) ansiedad por poseer lo nuevo, sirva para lo que sirva.Se aísla así lo que se pretende construir o fabricar de la realidad.
La realidad desaparece tras pomposos nombres en inglés. Las personas no existen en este mundo completamente irreal en el que no se fabrica ni se construye nada real, sino sólo dinero, acciones en bolsa, procesos destructivos. El mundo real, el de la gente que sufre las consecuencias de todo eso, desaparece. Al final, lo real es un decorado y el decorado pasa a ser lo real para esta gente.
Finalmente, cuando mis ganas de vomitar eran tan evidentes que mis compañeros me dijeron que me estaba poniendo pálida, nos ha explicado que las leyes ya las hacen también Project Managers y cada vez más. ¿Por qué no?, nos dice el hombre, ¿quien mejor que un Project Manager para hacer las leyes? ¿Lo sabiáis? Pues yo ahora lo sé porque he dado un cursillo. Antes lo sospechaba, pero no lo tenía tan claro como ahora. Un buen Project Manager tiene que darle al político la ley hecha y éste la hará aprobar sin preguntar demasiado. El coste será en la gente y el beneficio será en la bolsa, así de simple.
Finalmente como, a pesar de todo, algo humano resulta irreductible, al acabar la clase el profesor ha dicho la siguiente frase: «Todo esto es un poco perverso, ya» y se ha callado. Y a mí me han dado ganas de abrazarle y de llorar con él pero me he contenido no fuera a ser que llorar esté mal visto en este mundillo. Además, algo he debido de aprender porque al final me han dado un título por el que ya soy la neoliberal perfecta, o algo así.
5 respuestas a «Project Management»
Vaya experiencia rompedora. Si el simple hecho de leer todo esto ya me ha producido malestar y rechazo, vivirlo en primera persona tiene que haber sido espeluznante.
Sin embargo, cuanta razón…
¡Mejor será el 2012!
Pero qué asco… Y cuánto reconozco ese lenguaje. Es el mundo al revés ¡yo quiero volver al de antes, al del trueque y la producción de cosas tangibles! Al de los principios éticos, malos o buenos, pero sin doble moral. Este no lo entiendo…
Cuánta manipulación y cuántos borregos. Sí, da asco, pero, ¡qué miedo!
Increíble que los dos ejemplos de proyectos sean la bomba de neutrones y un medicamento para curar el cáncer. Y en todo ese project management, claro, no cabe como dices el sufrimiento, las muertes o las personas curadas, caben las ganancias.
Así es como deben funcionar los tiburones financieros (Urdangarín a la cabeza), ganan dinero sin medida y nunca piensan en otras personas que puedan necesitarlo o en el daño que puedan provocar.
La boca seca se me queda.
(Y esto es lo que habría que empezar a inculcar a los que vienen detrás?)
Dios mío!!!! Pero esto qué es? Un curso? Vaya filosofía. Con lo de que las leyes las están empezando a hacer estos personajes, me he quedado helada… de piedra.
Yo, de política o sñe mucho, pero sí de sentido común. Y los dos ejemplos del curso me parecen una barbaridad tal y como se comentan…
Leer estas cosas no sólo me pone triste sino que me llena de rabia…