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Berlusconi y la regulación de la prostitución


El asunto de la prostitución, de su regulación o no, llega cada poco a los periódicos y a la política. El asunto es demasiado complejo para tratarlo en unas pocas líneas y toda simplificación oculta una parte importante de la realidad que yo estoy dispuesta a discutir en otros ámbitos. Pero creo que si las feministas (abolicionistas y proderechos) no tenemos cuidado, esta batalla la terminarán ganando, como ha ocurrido en muchos otros países, los empresarios del sexo en detrimento de las mujeres en general, pero también en detrimento de los derechos de las mujeres que ejercen la prostitución.

La prostitución no se puede prohibir, ni se puede tampoco multar a quienes la ejercen en la calle como acaba de hacer el Ayuntamiento de Alcalá de Henares. Multar a las mujeres que ejercen la prostitución en la calle castiga a las prostitutas más vulnerables y favorece a los empresarios, a los dueños de los burdeles, mientras que no toca la cuestión de la distribución de poder y recursos entre mujeres y hombres, es decir las causas estructurales que la generan. Entender la prostitución como una cuestión de limpieza de las calles es sexista porque en ningún momento se plantea limpiarla de los hombres, de los clientes, los que hacen que ellas estén allí; es profundamente clasista además, porque castiga a mujeres que tienen en la prostitución su único medio de vida.

Pero en fin, ese es, como digo otro debate. Siempre que hablamos de prostitución parece ganar terreno la idea de regularla como un trabajo más, se supone que para que termine siendo tan digno como cualquier otro trabajo. A que esta posición gane terreno contribuye la enorme cantidad de dinero que los empresarios del sexo (el segundo negocio mundial) gastan en promover periódicamente campañas a favor de esta solución. Sorprendente resulta que personas que saben de lo que son capaces las compañías farmacéuticas, las petroleras, las grandes aseguradoras etc. apoyen acríticamente estas campañas y no desconfíen de quienes serán los grandes beneficiarios el día en que la prostitución se regule.

Pero más allá de esto y dando por supuesto que mucha gente progresista ha caído en la trampa de las bondades de la regulación, que piensen en Italia. Si en las condiciones actuales de diferencias profundas y estructurales entre mujeres y hombres la prostitución se regulase y se considerase como un trabajo como cualquiera, lo que Berlusconi hace no tendría ningún motivo para ser criticado. Si el poder político con su enorme poder legitimador bendice la prostitución, lo que ocurre es que es que extiende por toda la sociedad la idea de que tratar a las mujeres únicamente como objetos sexuales al servicio de quien pueda pagarlas es algo deseable, y se difumina la posible oposición  a ese trato por parte de los medios de la cultura, de la sociedad, de la política.

Un país convertido en un burdel en el que los padres empujan a sus hijas a la cama de los poderosos como medio más rápido de ascenso social; un país en el que los políticos se permiten denigrar públicamente a las mujeres y en el que el respeto social de estas, así como cualquier idea de igualdad, está bajo mínimos.  En el que no importa lo que una mujer sea, su inteligencia, su formación, su capacidad, su valor, sino que cualquier mujer, en cualquier ámbito, es medida por su talla de sujetador y su disponibilidad sexual. Si la prostitución es una profesión como cualquier otra, los puteros son hombres perfectamente respetables a quienes no se les puede criticar su forma de relacionarse con las mujeres. ¿Cómo se podría criticar el sexismo cuando la actividad sexista por excelencia se ha legitimado social y políticamente? ¿Alguna feminista bien intencionada y no ofuscada puede sostener de verdad que la situación de las mujeres en general en Italia, la lucha feminista por la igualdad,  no se ha visto afectada por la legitimación que el poder, en manos de Berlusconi y otros de su calaña, ha hecho de la consideración de las mujeres como objetos sexuales a su servicio; es decir, el uso público, generalizado, legitimado social y culturalmente de las mujeres como prostitutas?

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

Una respuesta a «Berlusconi y la regulación de la prostitución»

Excelente articulo con una exposición de un punto de vista que aclara hacia donde se conduce una sociedad que opta por la legalizacion/regulación.

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