Poesía: La luz que más me llama
Del Poemario La luz que más me llama, Olifante, Ediciones de poesía, 2009, Zaragoza
Como todos vosotros he soñado marcharme
y me he visto caminando muchas veces.
Como todos vosotros, me he parado y he vuelto,
al fin y al cabo, siempre encuentro el camino de regreso.
A mi favor contad que mil veces he emprendido el camino
que ya es más de lo que todos vosotros habéis hecho.
En mi contra, ya sabéis, el miedo me ha podido
y he dejado, cobarde, que transcurriera el tiempo,
y he rehecho mis pasos cada vez que he partido.
Y aquí estoy.
Y ahora por fin, cuando el tiempo ha matado el tormento,
partir puede no ser siquiera necesario.
Dónde voy a marcharme, dónde voy a ocultarme,
si vaya donde vaya me llevaré conmigo.
Si es que hoy vas a venir hasta mi casa
Si es que hoy vas a venir hasta mi casa
como has dicho que harías esta tarde,
hazlo ahora, hazlo pronto
porque ya, en un minuto, he de cambiar de casa.
Si te retrasas, para cuando al fin vengas,
de mí, aquí, ya no habrá nada
ni nadie que recuerde mi nombre, ni mi aroma.
Yo no te he de buscar allí donde me mude,
viviré solitaria lo que quede
y, por encima de cualquier otro amor,
recordaré tu olor, recordaré tu nombre.
Revista Trasversales número 15, verano 2009
2 respuestas a «Como todos vosotros he soñado marcharme»
Hola, junto con saludarte te dejo el poema-introducción de mi futuro libro, tal vez te guste.
FIJACIÓN
Al fin llegas.
Cuando siempre te he esperado, cuando reímos por la tardanza
La amante final,
Que se pudre en el aire fresco
Que no aguanta las aglomeraciones
Y me ocultas entre tu regazo
Y me escondes con tus garras de gitana
Con el tiempo de tus movimientos
La luz no te traspasa, es mejor que te quedes aquí conmigo y así sabré que esto es cierto, que he esperado por ti. Camino cansada hacia las mismas rutas que los hombres sembraron, pero me detuve prudentemente y preferí dormir contigo y dejaste sonar tu lira que ahuyenta el exceso de quienes se quedaron agotados. Nos encontramos entre el asco de las vidas que se adornan de sentido y tan pronto se acercaron a mirar despreciamos sus intentos. Les cerramos la puerta.
Y ahora no puedo parar de vomitar
Porque se quedan embobados cerca nuestro
Contemplo entre arcadas
Las marcas de sus actos
Ese vacío que tapan con luces
La miseria alumbrada
La compañía y la movilidad de la rueda mortuoria que no los abandona nunca
¿Dónde están los vientres
Huecos de hijos?
Están postrados por los engaños que se prometieron
Y al fondo, entre sus suspiros de éxtasis los ojos les rebotan.
¿Qué misterio se prometen?
Beatriz…me llegan mucho estos dos también…geniales