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La dignidad de unos y otros


No lo estaba buscando pero por casualidad ayer vi el video en el que el abogado guatemalteco Rodrigo Rosemberg vaticina su propia muerte, de la que culpa al presidente de su país. Lo que llama la atención del vídeo, lo que clava la mirada en éste, es la dignidad y el enorme valor con el que ese hombre encara su final; un final anunciado y que de alguna manera, él mismo podría haber evitado: marchándose del país o callándose. No creo que nadie hubiera reprochado a este abogado tratar de escapar a su propia muerte e intentar evitar convertirse en una cifra más de otro crimen cometido por sicarios y que tiene como base la estructura podrida del estado guatemalteco.

Aquí no tenemos al héroe tradicional, a un hombre que se juega la vida en cada una de sus batallas y cuya muerte parece anunciada hace mucho. Este es un caso distinto y que, por lo mismo, resulta aun más llamativo. Rodrigo Rosemberg era un abogado rico, educado en una universidad de EE.UU y que seguramente podría ganarse bien la vida en otra parte. Incluso podía haber combatido al régimen desde el exterior, tenía cierta capacidad para hacerse oír. Era un hombre privilegiado que para seguir con su vida sólo tenía que callar; pero fue también un hombre que, en un momento dado, no quiso ceder al miedo ni a las amenazas a las que todos ceden, decidió quedarse en su país y plantar cara a la corrupción. ¿Qué ganaba Rosenberg poniendo en peligro su vida? Nada. Tenía dinero, prestigio, una buena posición… sólo tenía que callar y seguir viviendo en paz. Pero no lo hizo. ¿Por qué? No lo sabemos, pero es que nunca se sabe hasta dónde pueden llegar el valor y la dignidad de un ser humano, ni en qué circunstancias va a salir lo mejor de una persona. Ni lo peor.

Y ahora me encuentro con otra foto de un mitin en Valencia. En primera fila Rajoy, Camps y Trillo sonríen satisfechos por cómo va la cosa. Y no puedo por menos de comparar a Rosemberg con estos tres hombres. El primero es Rajoy que declaró hace no mucho (se le escapó, supongo) que “nadie pone en peligro una carrera política por unos trajes”. ¡Qué iluso Rajoy, o qué tonto, o qué mentiroso! Por unos trajes algunos hacen muchas cosas: mienten, adjudican prebendas, contratos, facilitan contactos… Pecadillos sin importancia que, según Rajoy, siempre se pueden lavar con las urnas, convirtiendo así a los votantes del PP valenciano en rehenes de sus corruptelas. O renuncian a votar por las ideas en las que creen, o votan por los trajes de Camps. Luego está el presidente de la Generalitat. No sé si aceptar esos trajes será o no será delito, lo que parece claro es que aceptó el regalo y, por tanto, lleva mintiendo desde entonces. Mintiendo en el Parlamento, a los medios, a la ciudadanía, a todos… y es posible que se mienta incluso a sí mismo y que se haya autoconvencido de que nadie le regaló nada. Los que no tienen dignidad, no tienen vergüenza ni para enfrentarse a sí mismos. Camps está convencido de que no se merece nada de lo que le pasa, tiene aspecto de ser de esas personas que creen estar llamadas para algo grande y mientras eso tan grande llega, se ponen morenos y se visten de marca, no vaya a ser que cuando llegue les coja desprevenidos y pálidos.

Y por último Trillo, aquel que nos recitó aquello de “con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela”, mientras ponía su honor en la conquista de Perejil y de sus cabras. Lástima que su honor y su dignidad quedaran después por los suelos, cuando se ha demostrado que un escaño de diputado vale para él más que la mínima asunción de responsabilidades y la solidaridad con los que fueron sus subordinados y acataron sus órdenes en el asunto del Yak 42.

Los tres vestidos de blanco y tan contentos. Su foto al lado de la de Rodrigo Rosemberg resulta dolorosa y me lleva a preguntarme por la condición humana y por un mundo en el que unos entregan con valor la vida en defensa de su dignidad y de sus principios y mueren; y otros entregan dignidad y principios por unos trajes o por un escaño y casi nunca les pasa nada. Ojalá que a estos últimos termine por llegarles el castigo político que se merecen. Las próximas europeas son una oportunidad para que podamos votar por la dignidad de la política.

Publicado en: El Plural

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

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