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¡Qué juerga lo de Mandela!

Sólo ayer jueves parece que Mandela recibió, por fin, el consuelo de la tierra y, quizá, la despedida de los suyos, de la gente corriente que le ha llorado y que ha recordado su lucha, que fue la de todo un pueblo. Porque desde el lunes que comenzó la juerga, digo el funeral, sólo las macarradas de Montoro nos han resultado igual de animadas. Una se teme que si el Che se hubiera muerto ahora de muerte natural a su funeral hubieran acudido desde los jeques de Kuwait hasta el inevitable Bono (el cantante, no el de aquí), pasando por Beyoncé que compra toneladas de diamantes a su pequeña hija y también los dueños de las minas en las que se extraen con sangre esos diamantes. Como el Che ya se ha muerto (bueno, le mataron) sólo puede aspirar a estar en los cuadernos de algunas niñas pijas. Visto lo visto con Mandela podemos jugar a imaginar el siguiente tráfago de líderes mundiales en busca de un buen funeral. Se admiten apuestas. Yo apuesto por el Dalai Lama que al ser pacifista congregará a la ONU en pleno, la jet society encabezada por Richard Gere, todos los príncipes árabes, la realeza reinante y los príncipes destronados que pululan por el mundo buscando un evento social que echarse a la boca, desde Constantino de Grecia, a los de Bulgaria, Rumania o Albania; al fin y al cabo, los destronados viven de que alguien se acuerde de ellos y les llame cada vez que se produce una aglomeración de líderes mundiales.