Hace unos días presentamos, desde el Instituto de la Mujer, un estudio sobre las campañas de publicidad de los juguetes. El estudio, de más de 200 páginas, analizaba catálogos, anuncios de televisión, los envoltorios de los juguetes…no tanto los juguetes en sí, sino como se presentan ante sus destinatarios. Es decir, lo que queríamos estudiar, aprovechando la campaña de Navidad, es hasta qué punto sigue estando vigente la idea de que hay que enseñar a niños y niñas a jugar con juguetes no sólo diferentes sino no intercambiables, y de qué manera el marketing publicitario se emplea en esa cuestión.
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Una respuesta a «En defensa de los estudios feministas»
Niña hortera:
Tanto a las mujeres de hoy como a las niñas de entonces, nos gusta y nos gustaba conducir coches de verdad, no de juguete, en lugar de jugar a papás y a mamás con las muñecas horteras que nos compraban a veces; pero cuando los pedíamos, y en el mejor de los casos si protestábamos mucho, nos dejaban los de juguete de los niños de la casa, cuya conducción era muy fácil. Creíamos que así era en verdad en la realidad, y estábamos deseando llegar a mayores para comprarnos uno, pues era la idea que nos inculcaban. El coche de juguete no nos dejaban tenerlo mucho tiempo, suponíamos que por vergüenza, dado que, cuando nos lo quitaban y protestábamos, nos contestaban que parecíamos chicos y que eso no estaba bien en una chica. Y es que ocurría que muchas chicas, ya de pequeñas, nos dábamos cuenta que, quien conducía un coche mandaba, y era lo que queríamos justamente: si hacía falta nos hacíamos pasar por hombres, dado que, quien mandaba, era obedecido.
Creía que, con el paso del tiempo, las cosas cambiarían, teniendo en cuenta los avances del feminismo, pero, al parecer, seguimos sin tener juguetes neutros o mixtos, que sería lo suyo.