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Feminización de la pobreza


Informe realizado por encargo  para Izquierda Unida

“Estamos decididos a: (…) Promover la independencia económica de las mujeres, incluyendo el empleo, y erradicar la persistente y cada vez mayor carga de pobreza que recae sobre las mujeres, combatiendo las causas estructurales de esta pobreza mediante cambios en las estructuras económicas y garantizando la igualdad de acceso para todas las mujeres  -incluidas las de las zonas rurales, como agentes vitales del desarrollo- a los recursos productivos, a las oportunidades y a los servicios públicos”.

Punto 26 de la Declaración de Beijing

Diagnóstico general.

La IV Conferencia mundial sobre las mujeres, celebrada en Beijing en septiembre de 1995 reconoce en su declaración final que la situación de las mujeres de todo el mundo se ve cada vez más agravada por una creciente pobreza que tiene su origen en diversas causas estructurales bien definidas (punto 6 de la declaración). Asimismo la conferencia reconoció que la implicación de las mujeres en el desarrollo  económico y social y su participación en pie de igualdad con los hombres, en calidad de agentes del desarrollo y de beneficiarias, es imprescindible para la erradicación de la pobreza en general y de la que a ellas les afecta en particular (punto 16). Los gobiernos que firmaron la declaración, entre ellos el español, se comprometían para erradicar la pobreza a “promover la independencia económica de las mujeres, incluyendo el empleo (…) combatiendo las causas estructurales de esta pobreza mediante cambios en las estructuras económicas y garantizando la igualdad de acceso para todas las mujeres, -incluidas las de las zonas rurales, como agentes vitales del desarrollo-  a los recursos productivos, a las oportunidades y a los servicios públicos”. (punto 26).

Hasta tal punto considera la Conferencia importante el tema de la pobreza de las mujeres que le dedica un capítulo independiente. En 1995 se constata que durante el último decenio, el número de mujeres que viven en condiciones de pobreza ha aumentado de manera desproporcionada en relación al número de hombres; que en este momento la mayor parte de los pobres del mundo son mujeres y que la situación está empeorando, especialmente en los países en desarrollo, aunque esta tendencia es general en todo el planeta.

La pobreza se manifiesta de muchas maneras y afecta a todos los ámbitos de la vida de una mujer: carencia de ingresos para procurarse un medio de vida, hambre y malnutrición, precariedad de la salud, falta de acceso a la educación, aumento de la morbilidad y mortalidad causada por enfermedades, vivienda inadecuada o carencia de ella, inseguridad, discriminación y exclusión social. La pobreza afecta a todos los miembros de un hogar, pero hace recaer sobre las mujeres una carga  desproporcionada al ser ellas las encargadas de gestionar y de administrar la escasez.

La pobreza de las mujeres es un fenómeno especialmente complejo y multidimensional que tiene sus orígenes tanto en el ámbito nacional como en el internacional. La pobreza en general es causada por diversos factores económicos: globalización económica, la deuda externa, los programas de ajuste en los países en desarrollo y la recesión en los países industrializados, desempleo, bajos salarios…. Las guerras, los desplazamientos migratorios, el deterioro del medio ambiente… pero todos estos factores, que podrían ser neutros, inciden especialmente en las mujeres al estar éstas ya “lastradas” por el peso de otros factores sociales que las hacen especialmente vulnerables a cualquier aspecto económico generador de pobreza. Es por eso que la pobreza femenina no puede combatirse sólo con medidas correctoras de la economía, que valdrían, quizá, para los hombres, sino que son necesarias medidas sociales para acabar con la secular discriminación que las mujeres padecen en todo el mundo. Para poder acometer esas medidas es necesario aplicar la perspectiva de género a todos los análisis que se hagan sobre el asunto y a cualquier intento de planificación económica.

Factores sociales que inciden en la pobreza de las mujeres serían la rigidez de los roles que cada sociedad asigna a hombres y mujeres (siempre en detrimento de las mujeres), y su limitado o imposible acceso a las estructuras de poder, a la educación, a los recursos productivos.

Como hemos dicho es por tanto necesario atacar el problema desde dos ángulos:
-Modificar las causas económicas estructurales generadoras de pobreza.

-Modificar especialmente los factores sociales que atañen a las mujeres: favorecer su empoderamiento, su participación política, su acceso a los recursos.

La pobreza de las mujeres está directamente relacionada con la ausencia de oportunidades y de autonomía económica, la falta de acceso a la educación, a los servicios de apoyo y a los recursos económicos, incluidos el crédito, la propiedad de la tierra, y el derecho a la herencia, así como con su escasa participación en la toma de decisiones. No hay que olvidar que la pobreza puede llevar a las mujeres a situaciones de explotación sexual.

La pobreza de las mujeres es un factor determinante en el crecimiento y desarrollo de un país, como ya ha reconocido al ONU. El desarrollo de los países pobres está directamente relacionado con que las mujeres alcancen un desarrollo social equitativo, ya que en estos países el desarrollo depende del acceso a la educación, de la planificación familiar, de las pequeñas explotaciones familiares, de la capacidad de pagar los créditos…, aspectos todos ellos que descansan exclusivamente sobre las mujeres.  En estos países, para luchar contra la pobreza es necesario aumentar la capacidad productiva de las mujeres mediante el acceso al capital, los recursos, el crédito, la tierra, la tecnología, la información, la asistencia técnica y la información a fin de que así puedan ellas aumentar sus ingresos y mejorar su alimentación, su educación y su atención a la salud, lo que redundará en beneficio de su familia y, por tanto de toda la sociedad.

En cuanto a los países industrializados, el  llamado Estado del Bienestar con sus sistemas de bienestar social, no ha tomado suficientemente en consideración las condiciones específicas de las mujeres, lo que ha generado un progresivo empobrecimiento de las mujeres. Se observa en estos países una tendencia generalizada a la reducción de las prestaciones a las mujeres, mientras que cada vez más los sistemas de seguridad social se basan en el principio de empleo remunerado continuo, lo que, al experimentar la familia en los últimos años un completo cambio, ha dejado a muchas mujeres en situación de desvalimiento económico y social; donde antes estaban cubiertas por un sistema familiar injusto y patriarcal, ahora están desasistidas.

Por último, tanto en los países en desarrollo, como en los ya desarrollados, el éxito de las políticas destinadas a respaldar o reforzar la promoción de la igualdad entre mujeres y hombres y la mejora de la situación de las mujeres debe basarse en la integración de la perspectiva de género en las políticas generales relacionadas con todas las esferas sociales, así como en  medidas de aplicación positiva que cuenten con toda la ayuda institucional y financiera necesaria para llevarlas a cabo.

La pobreza femenina en España

El marco general en el que debe contextualizarse la aparición de la pobreza femenina en España es en el surgimiento de nuevas formas de pobreza ligadas a una serie de procesos sociales que se vienen experimentando desde hace unas décadas en los países industrializados. Estos cambios pueden resumirse en tres fundamentales:

1        Transformaciones del mercado de trabajo.

2 Cambios demográficos y de estructura familiar

3        Pautas de reestructuración de las políticas sociales.

Estos tres cambios han propiciado que las mujeres se encuentren situadas en una peor posición frente al riesgo de pobreza que los varones.

El proceso de feminización de la pobreza se relaciona con dos hechos fundamentales:
1- Crecimiento del peso relativo de hogares encabezados por mujeres: hogares unipersonales, hogares monoparentales.

2- Mayor riesgo para las mujeres en general, y para los hogares encabezados por mujeres en particular, de sufrir situaciones de inseguridad económica.

Este mayor riesgo, a su vez, se deriva de dos hechos:

  • Las mujeres en general son más vulnerables en el mercado de trabajo.
  • Cuando trabajan tienen una menor capacidad de obtener ingresos suficientes.

Ambas circunstancias están relacionadas: las mujeres participan menos que los hombres en el mercado de trabajo pero, cuando lo hacen, tienen mayores tasas de desempleo y cobran menos. Hoy día la tasa de empleo masculino se está acercando en España al pleno empleo, mientras que la tasa de desempleo femenino se acerca al 17%.

Al hablar del mayor riesgo de pobreza que tienen las mujeres, se distinguen dos grupos. Por una lado el de las mujeres que viven solas, formado en su mayor parte por mujeres viudas de edad avanzada. Y por otro, el de aquellas mujeres con cargas familiares, llamadas familias monoparentales, constituidas en su mayor parte por hijos dependientes.

En general, puede decirse que en nuestras sociedades industrializadas, ser mujer sin un hombre es un factor de riesgo para caer en situaciones de pobreza. Así la inmensa  mayoría de las pobres son mujeres que, por las razones que sea (viudas, separadas, madres solteras…) son el único sustento de sus hogares. Casi la totalidad de los hogares pobres encabezados por mujeres lo están por mujeres solas, es decir sin un compañero (un 95.5%); mientras que si es el hombre el que encabeza el hogar pobre, en un 93% este hombre vive con una mujer.

La condición social de la mujer se ha venido traduciendo en nuestras sociedades en una doble especialización: como sujeto central en la reproducción y como trabajadora doméstica sin remuneración. Esto ha limitado su autonomía social y económica y provocado que se enfrente al mercado de trabajo en muchas peores condiciones que los hombres (cuando lo hace). Cuando trabaja lo hace en el sector de la economía sumergida (casi el 80% de la economía sumergida que se da en este país está en manos de mujeres), tiene peores condiciones laborales, menores ingresos a igual trabajo, mayores dificultades para reinsertarse cuando ha dejado un tiempo de trabajar, un paro que dobla al masculino etc. factores todos estos que se convierten en grave riesgo de pobreza cuando la mujer es la única sustentadora de su hogar.

Todos estos factores se agravan más aun cuando se le suman las cargas familiares, ya que entonces las mujeres tienen que compatibilizar el papel de sustentadora económica del hogar con los cuidados a los hijos u otros familiares dependientes. Esta situación dificulta su inserción laboral, o su reinserción en el caso de que hubiera abandonado el mercado de trabajo para hacerse cargo de las personas dependientes.

Cuando la mujer no trabaja porque debido a su edad no ha participado de la nueva mentalidad ni de las posibilidades educativas que se ofrecen a la mujer en estos tiempos, entonces su riesgo de caer en la pobreza es mayor porque, al vivir más años y quedarse viuda, se encontrará en la mayor parte de las veces dependiendo de una pensión no contributiva, más exigua aun que la de jubilación.

Un hecho importante a tener en cuenta es que la pobreza femenina se ve menos que la masculina, pasa más desapercibida. La pobreza masculina suele terminar con la persona acudiendo a asilos, albergues o, simplemente, durmiendo y viviendo en la calle. La pobreza femenina es una pobreza invisible, callada, es la pobreza de quien se esfuerza por dar de comer a sus hijos, suele encerrarse en casa.

En todo caso, como hemos visto, todas las causas y efectos se entremezclan y son a su vez causa y efecto en un complejo y  multidimensional fenómeno que no puede reducirse fácilmente. Todas las encuestas realizadas en España (Ruiz-Huerta y Martinez, Encuestas de Presupuestos Familiares, Encuesta EDIS) confirman la mayor incidencia de la pobreza para los hogares encabezados por una mujer., así como una tendencia alcista ininterrumpida desde 1980 en el crecimiento de la proporción de hogares encabezados por mujeres.

Localización de la pobreza femenina

Los hogares pobres encabezados por una mujer se concentran fundamentalmente en cinco Comunidades Autónomas en las cuales residen más de los mitad de todos estos hogares: Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña, Galicia y Madrid. Este mapa de los hogares pobres encabezados por mujeres coincide básicamente con el mapa de la distribución de los hogares pobres en general.

Según el Informe General sobre condiciones de vida de la población pobre (1998) la pobreza en su conjunto es más urbana que rural, sin embargo en cuanto a la pobreza femenina, ésta se distribuye de manera más igualitaria entre las zonas urbanas y rurales que en el caso de la pobreza masculina.

Cómo son las mujeres que encabezan los hogares pobres:

  • Tienen pocos hijos. Los hogares que forman son de menor tamaño que aquellos hogares en los que hay dos adultos. Es decir, tienen más posibilidades de verse afectadas por la pobreza las mujeres que viven solas que los hombres que viven solos. Los hogares pobres encabezados por mujeres se concentran en hogares de pequeña dimensión (uno o dos miembros).
  • Son mujeres mayores, viudas en la mayoría de los casos. A medida que las mujeres avanzan en edad tienen más posibilidades de convertirse en mujeres solas al frente de sus hogares debido a la diferente esperanza de vida entre los géneros. En los países industrializados, la mayor esperanza de vida de las mujeres se ha convertido en una condena, en muchas ocasiones, hacia la pobreza. Así, las estadísticas demuestran que la mayoría de los hogares encabezados por mujeres pobres  lo están por una viuda (el 62% del total en 1998)
  • Son separadas o divorciadas. La deficiente protección que se ofrece a las mujeres separadas y divorciadas a las que el ex marido no pasa pensión de alimentos alguna, la dificultad que tienen muchas mujeres para cobrar esta pensión incide también que  un 20% de los hogares pobres esté encabezado por una mujer separada o divorciada.
  • Son solteras. En un 14% los hogares pobres están encabezados por mujeres solteras, en su mayor parte con hijos.
  • Tienen un bajo nivel de estudios. Hay incluso un elevado índice de analfabetismo entre estas mujeres. Esto tiene que ver con la enorme proporción de viudas mayores que ocupan el primer puesto en la proporción de mujeres pobres. Dado el ritmo de incorporación de las mujeres españolas a los estudios superiores, es de esperar que esta proporción no sea tan alta en los próximos años.
  • La mayoría de estas mujeres son mujeres inactivas. En 1996 y según la encuesta EDIS casi dos tercios de estas mujeres se dedicaban a las labores del hogar por lo que cabe suponer que vivían de las pensiones de jubilación o viudedad. De hecho, según esta misma encuesta, casi el 76% de estas mujeres se sitúan fuera del mercado de trabajo. Este dato es muy importante porque significa que estas mujeres dependen del sistema de protección social y no del mercado de trabajo.
  • Dada la mayor incidencia del paro femenino respecto al masculino, (casi el doble) es de esperar que el paro sea uno de los factores más importantes a la hora de contribuir a la pobreza de los hogares encabezados por mujeres. El paro significa un factor evidente de pobreza que se ve agrabado debido al limitado alcance de las prestaciones por desempleo que, dada la más dificil incorporación de las mujeres al mercado laboral en general, hace que no les de tiempo a encontrar otro empleo en el tiempo en el que cobran el desempleo.
  • Trabajan en la economía sumergida y, en general, las mujeres pobres que trabajan tienen peores condiciones laborales que los hombres, tanto desde la perspectiva de su integración en el mercado laboral, como desde el tipo de trabajo que desempeñan. La proporción de los casos de desempleo que no están cubiertos por la prestación de desempleo, es mucho mayor si el parado es una mujer que si es un hombre. Esto es debido a la mayor proporción de mujeres que trabaja en condiciones de ilegalidad.
  • Son mujeres que padecen en mayor grado alguna minusvalía. Debido a la elevada edad de las mujeres pobres que encabezan hogares, es mayor también la proporción de aquellas que padecen alguna minusvalía.
  • A pesar de que la gran mayoría de las mujeres pobres son viudas mayores, son las mujeres más jóvenes, procedentes de una ruptura matrimonial, y que encabezan hogares con hijos, las que padecen situaciones de pobreza más graves. En este sentido, los hijos son un factor de riesgo para caer en situaciones graves de pobreza. Además, la pobreza que afecta a estas mujeres es tanto más intensa cuanto mayor es el número de miembros que viven en el hogar que encabezan.

Es decir que el perfil sociodemográfico de las mujeres pobres en España es el de una mujer viuda, separada, divorciada o soltera (mujer sola), mayor, inactiva, con un nivel de formación muy bajo y que encabeza un hogar de pequeña dimensión, y vistos todos los factores, la situación de pobreza económica de estas mujeres hay que ponerla en relación con la insuficiencia de las prestaciones sociales más que con el mercado de trabajo. Así es fácil entender que la llamada “crisis del Estado del Bienestar” que amenaza con reducir en el futuro aun más las prestaciones sociales, recaerá casi exclusivamente sobre las mujeres.

Consecuencias piscosociales de la pobreza y deficiencias del Estado del Bienestar Español.

En cuanto a las viudas mayores que no han trabajado, dependientes de pensiones no contributivas, cabe suponer que dada su edad, tendrán que afrontar cada vez más gastos fijos en el capítulo de la salud, así como de ayuda (para la compra, la limpieza, resolver problemas burocráticos etc.) cuando comiencen a no ser válidas…Estas mujeres afrontan también sus últimos años con el problema de la soledad y de una débil red social y familiar. Lo que las hace muy vulnerables a la enfermedad, a la depresión…Aunque hay que decir que las pensiones de viudedad que reciben, con ser escasas las alejan de la pobreza severa y enmarca su situación en pobreza relativa o moderada.

En cuanto a las mujeres separadas o divorciadas, afrontan una problemática muy diferente. En la mayoría de los casos la posición de la que parten las mujeres ante la ruptura es peor que la de los hombres. Es una posición subordinada afectiva y economicamente que no facilita que estas mujeres reconstruyan sus vidas ni sus economías domésticas. El reparto económico de los divorcios suele implicar una clara pérdida de estatus económico para las mujeres, así como obliga a mujeres que se ocupaban sólo del trabajo de la casa a tratar de incorporarse al mercado laboral. Esta incorporación es muy dificultosa por la falta de experiencia, por el tiempo que han permanecido alejadas de él etc, sin olvidar que tendrán que seguir ocupándose de sus hijos, lo que dificultará que puedan incorporarse al mercado a jornada completa. El sistema no provee de prestaciones y servicios de guarderías dirigidos a las mujeres solas con cargas familiares para que puedan compatibilizar su jornada laboral con el cuidado de sus hijos. Por otra parte, las pensiones de separación no se pagan en muchas ocasiones y el sistema judicial no está garantizando hasta el momento que las mujeres reciban de sus ex maridos lo que éstos les deben. En este grupo se dan los casos de pobreza severa.

El sistema de bienestar español.

Si tenemos en cuenta el clásico estudio sobre la pobreza de Rowntree, en el que se demostró que los periodos más problemáticos para caer en la pobreza son los de la vejez y el momento de la crianza de los hijos, comprenderemos hasta qué punto dependen las mujeres pobres del sistema de bienestar. Una caractéristica del sistema de bienestar español es que éste está dirigido, primero y fundamentalmente, a otorgar prestaciones económicas y no a transferir servicios, y segundo, está dirigido a las personas mayores. El 81.7% de los hogares encabezados por mujeres recibe alguna prestación.

Teniendo en cuenta esta circunstancia puede asegurarse que la situación de los hogares encabezados por las viudas depende enteramente de las prestaciones sociales y que en los hogares encabezados por mujeres con cargas familiares, su riesgo de caer en la pobreza ha disminuido en aquellas sociedades donde ha sido importante el papel desempeñado por las políticas sociales.

De los hogares pobres encabezados por mujeres el 68.2% recibe sólo una prestación. Es el colectivo de mujeres mayores viudas el que tiene una cobertura casi generalizada del sistema de protección social, mientras que el resto de los hogares encabezados por mujeres reciben una protección muy deficiente o casi inexistente: paradas, jubiladas, madres solteras, mujeres inactivas. Dado el carácter contributivo, como ya se dijo, de nuestro sistema de pensiones, la escasa participación laboral de las mujeres durante su vida activa se traduce en una mayor dependencia de las pensiones de viudedas y de las contributivas, menos generosas que las de jubilación.

Sin embargo, a pesar de la escasa cuantia de la prestación no contributiva, que reciben hogares encabezados por mujeres jóvenes con cargas familiares, esta pensión representa el único recurso económico del que pueden disponer, dada la escasa y débil trayectoria laboral de estas mujeres, por lo que, de no disponer siquiera de este recurso, la situación podría en muchos casos volverse desesperada, como ha ocurrido en otros países como EE.UU donde estas mujeres de ser pobres viviendo en su casa, han pasado a vivir en la calle, sin nada.

Los datos muestran que existe una relación inversa entre nivel de pobreza y el hecho de no recibir ninguna prestación por lo que se comprueba que la percepción de algún tipo de prestación social, aunque sea escasa, alivia las situaciones de pobreza.

Relación de las mujeres pobres con los servicios sociales.

Según las encuestas la acción de los servicios sociales públicos en España  es más desconocida y peor valorada por las mujeres pobres que los servicios que prestan entidades sociales de voluntariado como Cruz Roja o Cáritas. Las más pobres valoran mejor y utilizan más los servicios que prestan estas entidades. Las que sufrenumna pobreza menos severa utilizan más los servicios estatales.

Sólo la mitad de los hogares pobres encabezados por mujeres han utilizado alguna vez estos servicios, y cuando lo hacen prefieren los servicios voluntarios a los del Estado. Se observa en general un desconocimiento muy grande del funcionamiento de estos servicios,  desconocimiento de lo que ofrecen, así como desconfianza ante las acciones de los servicios sociales, que se viven como intrusivos, poco eficaces y poco útiles.

Propuestas en la lucha contra la feminización de la pobreza

  • La pobreza que afecta a las mujeres es muy compleja y requiere actuaciones multidisciplinares. Es decir, es necesaria una política integral en la que se implique el sistema laboral, el educativo, el sistema de bienestar social y el sistema familiar. Es necesario combinar prestaciones económicas con actuaciones que fomenten la autonomía personal, social y económica de las mujeres. Es necesaria una intervención simultánea sobre el mercado de trabajo a la par que sobre el sistema de protección social.
  • La intervención sobre el mercado de trabajo es imprescindible. Es fundamental el desarrollo de políticas activas para la integración laboral de las mujeres por dos razones: el trabajo es en nuestra sociedad el medio fundamental de participación e integración social a la vez que de autonomía personal. Dado el carácter contributivo de nuestro sistema de protección social, trabajar es imprescindible para no caer en situaciones de exclusión. Así, en la medida en que se potencia la integración laboral de las mujeres se estará disminuyendo el riesgo de pobreza de estas mujeres para cuando lleguen a mayores.
  • Las políticas que fomenten la integración laboral de las mujeres no sólo tienen que estar destinadas a facilitar el acceso de las mujeres al trabajo, sino también a mejorar las condiciones de éste. Ya se ha destacado que el hecho de tener un empleo inestable o sumergido y con baja remuneración no es garantía de que se pueda superar la pobreza.
  • Contruir un marco institucional que ofrezca y favorezca la igualdad de oportunidades a hombres y mujeres para elegir combinar responsabilidades familiares y profesionales. Trabajar para que las responsabilidades familiares se distribuyan de manera equitativa.
  • Articular medidas educativas que rompan la relación negativa entre género y «ténica». esto supone trabajar sobre los planes de estudio para ayudar a las niñas a decidir con más libertad su futuro, rompiendo el prejuicio de que la técnica no es para las mujeres.
  • Poner en marcha medidas de discriminación positiva contra la segregación en el mercado de trabajo en función de razones de género.
  • Desarrollo de prestaciones sociales que ayuden a las mujeres a compatibilizar los roles productivo y reproductivo. Esto requiere la extensión y mejora de los servicios públicos de cuidado de las personas dependientes: niños y mayores. Esta es una de las líneas de intervención fundamental para mejorar la integración laboral delas mujeres solas con cargas familiares.
  • Desarrollo de prestacionesque permitan que las mujeres separadas o divorciadas no tengan que soportar solas el impago de las pensiones alimenticias que les corresponden a sus hijos; así como de actuaciones legislativas que obliguen a los ex maridos y padres a pagar lo que el juez ha estipulado.
  • Mejora de la cuantía de los programas de rentas mínimas
  • Asegurar unas prestaciones económicas suficientes para las mujeres que por su edad ya no pueden trabajar para que puedan mantener un nivel de vida digno.
  • Es necesario apostar por una intervención centrada en mejorar los procesos educativos de manera que estos se orienten hacia la igualdad y donde las mujeres sean sujetos y protagonistas de su propia historia. Hay que potenciar que las mujeres sean protagonistas en su preceso de recuperación personal e inserción socio laboral.
  • Crear y apoyar redes entre mujeres que sirvan para desarrollar relaciones de alianza, apoyo, formación e intercambio y que sean cauce de denuncia de las situaciones de desigualdad que viven las mujeres, especialmente las más excluidas.
  • Fomentar un cambio de actitudes y valores. Cambio que signifique avanzar en una cultura cada vez más compartida en la que lo masculino y lo femenino entren en una nueva relación desde la igualdad, y no desde los roles impuestos. El trabajo con la familia y la escuela es en este sentido fundamental para impulsar nuevos valores.

 

Bibliografía

La encuesta a que se hace referencia constantemente es la encuesta EDIS de 1996 sobre la pobreza en España.

 

Leal, J. y Cortés, L. (1993) «desigualdades sociales según género y edad» en La Desigualdad social en España, Tomo II. Informde de Investigación del Instituto Universitario de Sociología de Nuevas Tecnologías, UAM.

 

Martinez, R. (1996) «Feminización de la pobreza: ¿Un proceso inevitable?» Serie Materiales de Trabajo, Secretariado Social Diocesano, Escuela Social de la Iglesia Asturiana, num 3:29-55

 

Rodriguez Cabrero, G. (1998) «Servicios sociales y pobreza» en VV.AA: Las condiciones de vida de la población pobre en España. Informe general. Madrid Fundación Foessa.

 

VV.AA (1998) Las condiciones de vida de la población pobre en España. Informe General. Madrid: Fundación Foessa.

 

Madruga Torremocha, I y Mota López, R. (1999) Las condiciones de vida de los hogares pobres encabezados por una mujer. Pobreza y género. Madrid: Fundación Foessa.

 

 

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

3 respuestas a «Feminización de la pobreza»

Yo creo y opino que los gobiernos deben procurar acabar con el mal de la pobreza en todas sus manifestaciones y no solo en sus características de género. El concepto de feminización de la pobreza, es una categoría para entender
ciertos aspectos de la realidad y que encierra muchos matices. Porque no se
debe entender la pobreza en el planeta como un asunto exclusivo de un género
humano, o de la misma palabra “género”, porque entonces tendríamos una realidad
sesgada y un gran número de políticas públicas para mitigar la
descomunal cantidad de pobreza femenina (y quién sabe si reproduciéndola) mientras
muchos hombres se mueren de hambre bajo algún puente. Ningún concepto recoge
dentro de sí por entero a la realidad, y, por lo tanto, no hay que olvidar que
son herramientas conceptuales de análisis y no la realidad en sí misma, no sea
que halla el riesgo de que se trasformen en herramientas ideológicas. En todo
caso, excelente artículo, me ha encantado su profundidad y mirada análitica.

Luego viene la generación de engañadas, las que nos creímos que el sistema nos iba a amparar y que en nuestros puestos de trabajo habría compatibilidad, pero no, al quedarnos embarazadas no nos renovaron el contrato. Y no escondieron que ese fuera el motivo. O empresas en las que eres brillante pero faltas demasiado o te echan por llegar tarde porque has ido a sacar al bebé de la guardería con 41° de fiebre. Hombres de mis promociones y con menos cantidad de títulos, desde hace tiempo son jefazos y ejecutivos. Yo llevo toda la vida en el paro. El castigo por ser mujer, en edad fértil, y madre soltera. Osea, me vendieron que estudiara y me formara para no tener que depender de nadie y ahora me doy cuenta de que he pasado años poniendo el culo a diestro y siniestro para poder sobrevivir. Aunque tengas dos carreras y un postgrado. Pero lo más triste de todo, dejando por el camino la humillación y frustración en la que se convirtió mi vida, el hecho de que tener más hijos sea absolutamente inviable, etc, etc, lo que más pena me dá, es que soy mamá de una niña. Que igual que yo, ya desde la infancia está sentenciada a ser pobre, y sistemáticamente, maltratada.

Pues sí, BM, nos han engañado y castigado. Y cuanto más obedecimos al mandato tradicional, peor nos trataron, como bien dijo Rosa Parks, esa negra que se negó a ceder su asiento a un blanco en el autobús.
Si obedeces y tienes hijos, te castigan con la precariedad, el estancamiento profesional y/o la dependencia de algún hombre que vete a saber tú como te tratará a ti y a tu(s) hij@(s). Si decides no ser madre, el castigo no es menor, sólo distinto : crítica y presión social, sospechas sobre tu valía personal y profesional, cuestionamiento de tu vida sexual… y rara vez a cambio de mejor promoción en el trabajo. ¡Ah! Y ojo a las que, como Beatriz o yo misma proponemos el desarrollo de un discurso antimaternal, porque entonces los palos nos llueven de todas partes, incluidos sectores del feminismo…
Mientras tanto, tus compañeros de carrera -CASI TODOS padres de familia, jate tú- prosperan en su trabajo y son jefazos con sueldos de 6 cifras. ¡Ah! Pero tampoco se te ocurra decir que ante tal situación FLAGRANTE de injusticia y desigualdad es necesario llamarlo feminización de la precariedad, o masculinización del éxito social y profesional, porque te contestarán que también hay hombres en el paro, que ellos se suicidan más que nosotras porque los han desahuciado… Tremenda ceguera y misoginia tenemos que oír y sufrir.
Cuando dejemos de compadecer a los hombres como si no tuvieran privilegios y empecemos a mirarlos a los ojos -sobre todo a nuestros jefes y superiores jerárquicos- para señalarles esta situación INSOSTENIBLE y VERGONZOSA, las cosas empezarán a cambiar. La lucha será dura, y seguiremos cayendo como hasta ahora, pero no nos queda otra.
Un beso, sista.

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