La gente de Murcia ha tenido mala suerte porque su levantamiento histórico contra la manera en que el Partido Popular entiende la democracia, es decir, sin contar con los vecinos y vecinas; contra su manera de gobernar, a favor de la especulación y de los intereses de las empresas…ha coincido con la semana catalana. Son cuestiones muy diferentes pero en ambos casos tienen que ver con la democracia, con la manera en que la gente quiere poder tomar decisiones que afectan a sus vidas y con anhelos sociales perfectamente legítimos. El PP entiende la democracia como un estorbo, y suele responder a cualquier demanda popular a palos. La gente de Murcia lleva más de tres semanas manteniendo en la calle su exigencia de que el AVE no parta su ciudad en dos mitades con un muro de 9 kilómetros por medio, aunque llevan más de 20 años con un activismo constante que ahora ha explotado. Estas semanas se han producido en esa ciudad las mayores manifestaciones de la historia murciana y el asunto nos recuerda al levantamiento del barrio del Gamonal.
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Privatizando el sol
Todas las medidas que toma este gobierno están encaminadas a avanzar en el camino de destrucción del estado social de medio bienestar que teníamos, en el camino de expolio de lo público para entregárselo a sus amigos, que al cabo son ellos mismos cuando dejan la política: la sanidad, la educación, los transportes y, desde luego la industria, especialmente la energética. El decreto de autoconsumo que hemos conocido la semana pasada ha pasado semi desapercibido excepto para los expertos en energía, pero es un robo de un calibre tal que debe ser conocido y protestado por todo el mundo.
País salvaje
Cuando el PP publicó su proyecto de Ley de Costas se me vinieron a la cabeza los primeros versos de un poema de Salvador Espriu que a menudo me ronda la cabeza últimamente y que comienza así: “¡Oh que cansado estoy/ de mi cobarde, vieja, tan salvaje tierra,/ y como me gustaría alejarme hacia el norte,/ donde dicen que la gente es limpia/ y noble, culta, rica, libre/ despierta y feliz”. Sí, qué cansada estoy de este pobre país asolado desde siempre por unos gobernantes pobres de espíritu, incultos, incapaces de ver más allá de su propia miseria moral, qué cansada estoy.
Para qué vivimos
Ecología en tiempos de crisis
Ante la crisis sálvese quién pueda y no importa cómo o eso parece por lo que estamos viendo. La derecha es partidaria de salvar a “la economía” porque sus políticas van dirigidas a los más ricos en la idea de que si los ricos se hacen más ricos, por alguna regla misteriosa y probadamente falsa, a los demás nos caerá alguna migaja. Para la izquierda la cosa no es así pero también tiene sus propias cegueras o inconsistencias. Ahora parece que todo vale, incluso volver a la senda que nos ha llevado a este desastre y a otros de los que no somos todavía conscientes. El desarrollismo incontrolado, medioambientalmente insostenible, es caro, es imposible de mantener en el tiempo, es socialmente injusto porque sus consecuencias recaen sobre los más pobres y es ya el responsable de mucho sufrimiento y hambre en los países más pobres, pero también aquí sufrimos ya esas consecuencias y más que las vamos a sufrir.