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Mujeres, lesbianas, deporte


La construcción de las lesbianas y el deporte femenino son dos cosas que van a la par en el tiempo. Los médicos construyen a las lesbianas en el momento en que algunas mujeres comienzan a hacer deporte. Hasta ese momento no existía la categoría de lesbiana, entre otras cosas porque para poder ser lesbiana, para poder vivir sin depender de un hombre, una mujer tenía que ser independiente, cosa que no es posible, ni siquiera pensable, hasta el siglo XIX. Es entonces cuando algunas mujeres se independizan de los hombres y escogen a otras mujeres como amantes o compañeras de vida. Por la misma época, algunas comienzan a practicar deporte, lo que es visto casi como una incitación al lesbianismo.

Una actividad física que libera de corsés y miriñaques, que proporciona libertad de movimientos, que exige una buena alimentación, una vida sana y al aire libre, que exige espíritu competitivo…es vista por entonces como sinónimo de esa independencia femenina que amenaza la relación tradicional entre los géneros. En ese momento no son pocas las mentes preclaras de la época que aseguran que el deporte fomenta el lesbianismo, o que todas las deportistas son lesbianas o que todas las lesbianas son deportistas…
Desde entonces, el deporte femenino siempre ha sido visto con suspicacia. A principios de los 90 los comentaristas deportivos narraban los eventos haciendo continuas referencias a la femineidad de las atletas, de manera que ésta quedara bien establecida. Así, las referencias al aspecto de las mismas aquellas eran constantes. Recuerdo perfectamente escuchar decir de alguna de ellas que era “muy bella y femenina”,  o bien se nos informaba -como si nos importara- que las atletas estaban casadas (generalmente con su entrenador), que tenían hijos…En fin, que eran mujeres normales. Esta presión que sufren las atletas, teniendo siempre que demostrar que son mujeres y heterosexuales, se muestra también en la manera en que muchas de ellas salen a la pista, maquilladas, con las uñas pintadas, con pendientes…Todo sea porque no se ponga en duda su femineidad.

Pero a veces resulta que la cosa se desborda, como ha ocurrido en el último campeonato mundial de atletismo en Berlín con la corredora sudafricana Caster Semenya, objeto de un verdadero linchamiento público a cuentas de su sexo biológico. El problema de Semenya es que es muy buena, que saca una considerable distancia a sus rivales; la misma distancia, por cierto, que saca el corredor Usain Bolt a los suyos, sólo que él es hombre y de él no va a decirse que es una mujer. Los controles de sexo hace años que están prohibidos por violar los derechos de las personas y porque el sexo de una persona no lo puede decidir una prueba médica; porque por mucho que se empeñen no hay nada que definitivamente diga: “esta persona es un hombre, es una mujer”, eso sólo lo sabe la propia persona. Porque, además, la supuesta polaridad sexual no es tal ni está tan clara como nos han enseñado a creer y hay científicos/as que aseguran que hay más de dos sexos. Si una es mujer pero con más testosterona de la que es habitual (el caso de Semenya) ¿ya no es una mujer? ¿entonces qué es? Si una persona tiene ovarios y vagina, pero su cromosoma indica  XY, entonces ¿qué es? Si es XX y tiene ovarios y además pene ¿qué decimos que es? Y las posibilidades son muchas más de las que menciono. Finalmente lo único que mide la identidad sexual de una persona es lo que una/o sepa que es. Semenya sabe que es mujer y nadie tiene derecho a ponerlo en duda.

Por Beatriz Gimeno

Nací en Madrid y dedico lo más importante de mi tiempo al activismo feminista y social. Hoy, sin embargo, soy un cargo público. Estoy en Podemos desde el principio y he ocupado diversos cargos en el partido. He sido Consejera Ciudadana Autonómica y Estatal. Del 2015 al 2020 fui diputada en la Asamblea de Madrid y ahora soy Directora del Instituto de la Mujer. Sigo prefiriendo Facebook a cualquier otra red. Será la edad.
Tuve la inmensa suerte de ser la presidenta de la FELGTB en el periodo en que se aprobó el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género. He dado lo mejor de mí al activismo, pero el activismo me lo ha devuelto con creces.
Estudié algo muy práctico, filología bíblica, así que me mido bien con la Iglesia Católica en su propio terreno, cosa que me ocurre muy a menudo porque soy atea y milito en la causa del laicismo.
El tiempo que no milito en nada lo dedico a escribir. He publicado libros de relatos, novelas, ensayos y poemarios. Colaboro habitualmente con diarios como www.eldiario.es o www.publico.es entre otros. Además colaboro en la revista feminista www.pikaramagazine.com, así como en otros medios. Doy algunas clases de género, conferencias por aquí y por allá, cursos…El útimo que he publicado ha resultado polémico pero, sin embargo es el que más satisfacciones me ha dado. Este es “Lactancia materna: Política e Identidad” en la editorial Cátedra.

Una respuesta a «Mujeres, lesbianas, deporte»

En verdad creo que existe mucha diferencia entre una mujer femenina y una mujer masculina. Por favor, creo que se entiende bien lo que he querido decir, que nadie se rasgue las vestiduras por ello. Soy militar y en mi trabajo hay muchas lesbianas y se nota muchísimo la habilidad que tienen para jugar al futbol y otros deportes. Hay una clarísima diferencia, se equiparan a los hombres en cuestiones de habilidad y tienen un acercamiento mucho mayor que las mujeres femeninas en la cuestion de fuerza. Por ello creo que debería existir mas categorías de las que existen hoy. Llémenlas como quieran, pero no es lo mismo un equipo de futbol formado por mujeres femeninas que por mujeres lesbianas.

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